Gigante (mitología griega)

personaje de la mitología griega

En la mitología griega, los gigantes (en griego antiguo Γίγαντες, ‘nacidos de la tierra’) son una raza caracterizada por su fuerza y agresividad excepcionales (no necesariamente por su tamaño).[2]​ Son conocidos por la Gigantomaquia, su lucha contra los dioses olímpicos por la supremacía del cosmos.[3]​ Conviene distinguir entre ellos a los gigantes de la mitología primordial, hijos de Gea, de los concebidos posteriormente.

Poseidón (izquierda) con un tridente y con la isla Nísiros en su hombro, luchando contra un Gigante (posiblemente Polibotes), vaso de figuras rojas c. 500–450 a. C. (Cabinet des Medailles 573)[1]

Representaciones arcaicas y clásicas muestran a los gigantes como hoplitas con tamaño y forma humana.[4]​ Representaciones posteriores (después de c. 380 a. C.) los muestran con serpientes en lugar de piernas.[5]​ En tradiciones posteriores, los gigantes fueron frecuentemente confundidos con otros enemigos de los Olímpicos, particularmente con los Titanes, una generación anterior de hijos de Gea y Urano.

Es digno de mención que Homero, así como escritores posteriores, sitúe a los gigantes en zonas volcánicas, y la mayoría de los expertos lo hagan en áreas de Europa occidental. El origen de la historia de los gigantes debe pues buscarse probablemente en fenómenos físicos similares de la naturaleza, especialmente en los volcánicos, de los que surgieron las historias sobre los Cíclopes. Estos gigantes intervienen poco en la mitología. Se dice que los gigantes que fueron derrotados fueron enterrados bajo volcanes, y que estos eran los causantes de las erupciones volcánicas y terremotos.

Gigante luchando contra Artemisa.

Nacimiento y ascendencia

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Según algunos, nacieron en Flegra (‘campo en llamas’), en Sicilia, Campania o Arcadia y, según otros, Flegra era el nombre mítico de la península tracia de Palene.[6][7]​ En cuanto a su origen, Homero tan solo dice que Eurimedonte fue el rey de los gigantes,[8]​ pero Hesíodo los hace desdender de la sangre de Urano en contacto con Gea.[9]Apolodoro explica que nacieron de la unión ordinaria entre Urano y Gea,[10]​ en tanto que Higino los hace desdencer de la Tierra y el Tártaro, aunque confunde la identidad de estos.[11]Baquílides los refiere simplemente como «hijos de la Tierra», sin especificar más datos.[12]​ Más tarde el término terrígeno (gegeneis, «nacido de la tierra») se hizo común para referirlos.[13]

Fuentes mitográficas

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Homero

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Según Homero, los gigantes eran una raza de hombres salvajes y de grandes dimensiones, gobernados por Eurimedonte, que moraba en el lejano oeste, en la isla de Trinacia. Pero fueron exterminados por el propio Eurimedonte debido a su insolencia hacia los dioses.[14]​ Homero consideraba pues a los gigantes, como a los feacios, cíclopes y lestrigones, una de las razas autóctonas que (con la excepción de los feacios) fueron destruidas por los dioses debido a su autoritaria insolencia. No obstante Homero no sabía nada sobre la lucha de los dioses con los gigantes.

Poseidón, el que agita la tierra, a Nausítoo primero engendró en Peribea, mujer de sin par hermosura; fue la hija menor que dejó Eurimedonte, el de altivo corazón, que reinó en los soberbios gigantes y al cabo a su pueblo insensato arruinó y a la par a sí mismo. Con aquélla se unió Poseidón y tuvieron por hijo a Nausítoo el magnánimo, rey de las gentes feacias que a Rexénor y Alcínoo a su vez engendró.[8]

Hesíodo

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Sin embargo, Hesíodo[9]​ los considera seres divinos, que surgieron de la sangre que Urano derramó sobre la Tierra, siendo pues Gea su madre. Para ser más precisos, nacieron con sus hermanos y hermanas, las Erinias y las Melíades, cuando Crono castró a Urano, su padre, y la sangre de este cayó sobre Gea. Poetas y mitógrafos posteriores los confunden frecuentemente con los Titanes.[15]

«Pues cuantas gotas de sangre salpicaron, todas las recogió Gea. Y al completarse un año, dio a luz a las robustas Erinias, a los altos gigantes de resplandecientes armas, que sostienen en su mano largas lanzas, y a las Ninfas que llaman Melias sobre la tierra ilimitada».[16]

Hesíodo los vuelve a mencionar sucintamente en el Catálogo de mujeres, donde dice que «Heracles en Flegra dio muerte a unos gigantes soberbios».[17]

Ovidio

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Fuente que evoca al Gigante Encélado surgiendo de la Tierra, en los jardines del Palacio de Versalles.

Los gigantes aparecen esencialmente en el episodio de la Gigantomaquia (o ‘Guerra con los gigantes’), en la que se enfrentaron a los dioses del monte Olimpo, intentando llegar a ellos apilando las dos cadenas montañosas de Tesalia, Pelión y Osa, una sobre la otra. Sin embargo, fueron derrotados por los dioses olímpicos con la ayuda de Heracles. Esta batalla parece ser solo una imitación de la revuelta de los dioses griegos contra los Titanes, la Titanomaquia. Se decía[6]​ que Gea, indignada por el destino de sus hijos anteriores, los Titanes, engendró sola a los gigantes, seres monstruosos e inconquistables con temibles rostros y colas de dragón.[18]

Ovidio también habla resumidamente de la Gigantomaquia. Dice que para que el elevado éter no fuese más seguro que la tierra, cuentan que los gigantes ambicionaron el dominio del cielo, y colocaron los montes apilados en un intento de alcanzar la altura de las estrellas. Entonces el padre omnipotente, con un rayo que envió, destrozó el Olimpo y derribó el Pelión del Osa que lo sostenía. Al yacer aquellos cuerpos espantosos aplastados por su propia mole, dicen que la tierra se empapó, regada por la sangre abundante de sus hijos, y que dio vida a la sangre caliente, y, para que quedase algún recuerdo de su estirpe, la transformó en figuras humanas. Pero también esta raza despreció a los dioses, fue ávida de crueles matanzas y violenta; dirías que surgieron de la sangre.[19]

Apolodoro

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El relato más extenso acerca de la Gigantomaquia es narrado por Apolodoro, y es como sigue. Se dice que Gea, irritada a causa de los Titanes, procrea con Urano a los gigantes: insuperables por su tamaño e invencibles por su fuerza, mostraban temible aspecto, con espesa pelambre pendiente de la cabeza y el mentón, y escamas de dragón como pies. Habían nacido según unos en Flegra, según otros en Palene. Arrojaban al cielo encinas encendidas y piedras. Aventajaban a todos Porfirión y Alcioneo, que era inmortal mientras combatiera en su tierra nativa; éste expulsó de Eritía las vacas de Helio. A los dioses se les había vaticinado que no podrían aniquilar a ningún gigante a menos que un mortal combatiera a su lado. Conociendo esto Gea busca una droga para que no pudieran ser vencidos ni por un mortal. Pero Zeus prohibió aparecer a Eos, Selene y Helio y, adelantándose, él mismo destruyó la sustancia y por medio de Atenea llamó a Heracles en su ayuda. Éste primero disparó su arco contra Alcioneo, quien al caer en tierra se reanimó. Por consejo de Atenea, Heracles lo arrastró fuera de Palene y de este modo acabó con él. En la batalla Porfirión atacó a Heracles y a Hera. Zeus le inspiró deseo por Hera, y cuando Porfirión le desgarró los vestidos queriendo forzarla y ella pidió ayuda, fue fulminado por Zeus y asaeteado por Heracles. En cuanto a los demás gigantes, Apolo flechó a Efialtes en el ojo izquierdo y Heracles en el derecho. Dioniso mató a Éurito con el tirso, Hécate a Clitio con teas, y Hefesto a Mimante lanzándole hierros candentes. Atenea arrojó sobre Encélado fugitivo la isla de Sicilia, y habiendo arrancado la piel a Palante, con ella protegió su propio cuerpo en el combate. Polibotes llegó a Cos perseguido a través del mar por Poseidón; este desgajó la parte de la isla llamada Nísiro y se la echó encima. Hermes, cubierto con el casco de Hades durante la lucha, mató a Hipólito, Ártemis a Gratión, las moiras, armadas con mazas de bronce, a Agrio y Toante, y a los demás los destruyó Zeus alcanzándolos con sus rayos. Heracles remató con sus flechas a todos los moribundos.[20]

Diodoro Sículo

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Diodoro Sículo, en cambio, nos habla del papel de Zeus como dios de la justicia y cómo obtuvo su primacía contra los gigantes. Dice que Zeus recorrió prácticamente toda la tierra habitada, eliminando a los bandidos y a los hombres impíos, e introduciendo la igualdad y la democracia, y fue entonces, dicen, cuando acabó con los gigantes, en Creta con Milino y sus secuaces y en Frigia con Tifón y su banda. Antes de la batalla contra los gigantes que tuvo lugar en Creta, se dice que Zeus sacrificó un buey a Helio, a Urano y a Gea; y en todas las ceremonias sagradas se reveló lo decretado por los dioses respecto a la empresa, al indicar los presagios su victoria y la defección de los enemigos en beneficio de los dioses. Y el resultado de la guerra dio la razón a estos presagios, puesto que Museo desertó del bando enemigo, por lo que obtuvo honores especiales, y los dioses destrozaron a todos los que se les enfrentaban. Se cuenta asimismo que Zeus mantuvo otras guerras contra los gigantes, en Macedonia junto a Palene y en Italia en la llanura que antiguamente se llamaba Flegrea, a causa de las señales de fuego del lugar, y que posteriormente recibió el nombre de Cimea. Los gigantes fueron castigados por Zeus a causa de la iniquidad mostrada con los otros hombres, porque, confiados en su superioridad física y en su fuerza, habían esclavizado a sus vecinos, desobedecían las leyes que él mismo establecía en defensa de la justicia y emprendían la guerra contra aquellos que todos consideraban dioses por sus beneficios a la comunidad. Zeus, pues, dicen, no sólo hizo desaparecer del todo a los hombres impíos y malvados, sino que también distribuyó los honores que merecían a los mejores entre los dioses y los héroes, y también entre los hombres. Dada la importancia de sus beneficios y su extraordinario poder, todo el mundo manifestó unánimemente su acuerdo respecto a un reinado perpetuo y a que estableciera su residencia en el Olimpo.[21]

Claudiano

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Claudiano también escribió una Gigantomaquia que no ha conservado entera. Dice así. (...) Lo lanzaba hacia el anchuroso [cielo] hostilmente contra la divinidad y el árbol arrojado se convertía todo en ceniza tras haberse encontrado con un rayo. Otro se detiene enfrente de Helios, amenazándolo con asirlo, mirando su luz con torvas pupilas; a él le lanzó el titán un rayo y le obnubiló sus ojos sombríos. Insensatos, en absoluto conocían el fin del fragor del combate, sino que, tras haberse desplomado, eran sepultados por los mismos dardos que llevaban. Un gigante, sintiendo sed (quería beber el agua que fluye a oleadas), extendió muy lejos hacia un río su anchurosa garganta, absorbía todo el líquido de la corriente que rodaba y, acomodándose en la desembocadura del río que iba consumiendo, recibió la abundante agua hasta sus fuentes. Y otro a su vez, habiéndose dejado caer inclinado hacia delante a las olas del mar, bebía el agua con su boca; corría con ruido por su garganta la ola salada de Nereo resbalando barbilla abajo. Bebiéndose el fondo y haciendo desaparecer el agua, la gran profundidad fue despojada, y el mar se convirtió en tierra firme. Delante de la virgen Atenea, de ojos brillantes, luchaban dos hijos de Gea. El uno llevaba la cima de un monte, el otro por su parte alzaba una enorme piedra que había cogido. Y a ellos la diosa que blande la lanza los mató no con una misma muerte. Pues a través del pecho de uno hizo pasar su lanza de madera de fresno. Al otro le mostró luego la cabeza de la Gorgona hecha de piedra en su escudo abombado; y cuando la vio, encadenado en sus miembros quedó inmóvil, semejante a la piedra que llevaba en sus manos. Y Cipris ni dardo ni arma portaba, sino que llevaba su belleza. Pues habiéndose colocado ante los ojos el brillante espejo, en primer lugar separó con un partidor sus cabellos sueltos y sujetó sus entrelazadas trenzas con apretada cinta, pintó con afeites los encantadores lagrimales de sus ojos y, habiendo aflojado las finas costuras de su aireada túnica, no ocultó bajo sus vestidos las flores de sus rosados senos, armada para la caza de las miradas. Pues ella tenía sus trenzas como casco, como lanza su pecho, su majestad como dardo, como escudo su belleza, como armadura sus miembros, alivio en los sufrimientos. Y si alguno le echaba una mirada, era cautivado y, dejando caer de su mano el dardo, perecía por la hermosura de Cipris como por un venablo de Ares. Y todo lo envolvían las tinieblas de la muerte. Sin embargo Tifeo se alzó enfrente de Poseidón. El dios del mar le hirió el pecho con su tridente y Zeus la cabeza con un rayo. Pero Encélado no cesaba en la lucha; cogió una isla arrancada de raíz con sus ciudades, sostenida con sus montañas y, profiriendo terribles amenazas, se situó delante de Zeus. Amenazaba con desgarrar toda la tierra en sus entrañas, con trastornar el cielo y derribar la morada de Zeus. Tales amenazas había proferido. Su madre le excitó el vigor a él que, habiéndola alzado, llevaba como dardo la isla; ésta, al levantarse, ocultó la luz del sol y en ella había árboles, ríos, fieras y pájaros. Y entonces una cólera inmensa agitó al soberano de los dioses. Pues hendió con relámpagos las nubes y juntamente con sus rayos hacía caer sin cesar sobre Encélado una lluvia de fuego (quería aniquilarlo). Y aquél saltó encendido de en medio del ponto. A su alrededor el mar borboteante hervía terriblemente agitándose como en torno a Tera. Y no se calmaba el hijo de Crono y, habiendo arrancado de la tierra de Licaonia una roca, la colocó sobre el funesto gigante, mostrándose irresistiblemente encolerizado. Se precipitó sobre éste una isla que él mismo lanzó al cielo. Juntamente con el fuego y el sufrimiento atormentan a los abominables gigantes.[22]

Pausanias

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Según Pausanias, cerca de la cuenca del Alfeo hay fuente llamada Olimpiada, que echa agua un año sí y otro no, y cerca de la fuente brota fuego. Dicen los arcadios que allí tuvo lugar la legendaria batalla entre gigantes y dioses, y no en la Palene de Tracia, y allí hacen sacrificios a relámpagos, tempestades y truenos.[23]

Eratóstenes

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Eratóstenes nos cuenta un episodio que solo mantiene este autor. Se dice que, cuando los dioses salieron en campaña contra los gigantes, Dioniso, Hefesto y los Sátiros marchaban a lomos de burros. Cuando los gigantes no habían sido vistos aún por ellos, aunque ya se hallaban cerca, los burros rebuznaron y los gigantes, al oír el raido, se dieron a la fuga. Por ello se les concedió el honor de figurar en el Cangrejo (se refiere a los Burros, también conocidos como el Pesebre) hacia la parte de poniente.[24]

Catálogo de gigantes

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Estatuilla de bronce de un gigante procedente de Asia Menor, tercer cuarto del siglo II a. C.

A continuación se citarán a los nombres individuales de los gigantes que aparecen mencionados en los textos mitográficos. Muchas veces es difícil diferenciarlos porque las fuentes varían y mudan su naturaleza. Pueden estar confundidos con titanes o autóctonos pero se incluirán en la lista a todos lo que sean especificados explícitamente como «gigantes» en los textos mitográficos.

Gigantes que participaron en la Gigantomaquia

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  • Agrio (Ἅγριος Agrios, ‘salvaje’). Las moiras le golpearon con mazas de bronce hasta matarlo.[6][25]
  • Alcioneo (Ἀλκυονεύς Alkyoneus, ‘burro poderoso’). Era inmortal mientras luchase en su tierra de origen. Expulsó de Eritía las vacas de Helio. Fue muerto por Heracles, quien lo arrastró fuera de Palene, su lugar de nacimiento, tras dispararle una flecha. Era uno de los gigantes que más aventajaba a los de su raza.[6][26][27]
  • Alpo (Δλπος). Muerto por Dioniso.[28]
  • Aristeo (Αρισταιος) fue el único de sus hermanos en sobrevivir a la Gigantomaquia. Su madre Gea lo convirtió en un escarabajo, y así viajó al Etna, en Sicila, donde se dice que el fuego no puede quemarlo.[29]
  • Astreo, confundido con el titán Astreo.[25]
  • Atos o Ato (Ἄθως) era el nombre de unos de los gigantes que desafiaron a los dioses olímpicos durante la Gigantomaquia. Poseidón le aprisionó debajo de la montaña que lleva su nombre.[30]
  • Ceo, según Higino uno de gigantes pero normalmente es uno de los titanes.[25]
  • Clitio (Κλύτιος Klytios; tiene la raíz klyt-, ‘oír’, ‘fama’, ‘gloria’). Fue matado por Hécate con antorchas.[6][9]
  • Ctonio (Χθονιός Khthonios, ‘de la tierra’). Gea le convenció para luchar contra Dioniso, prometiéndole a cambio a Afrodita.[26]
  • Damástor ( Δαμάστωρ, acaso el mismo que Damasén) durante la Gigantomaquia utilizó como arma arrojadiza una roca en la que se había transformado otro gigante, Palas.[31]
  • Dámiso (Δάμυσος), el más rápido de los gigantes que murió en la guerra contra los dioses. Quirón exhumó su cuerpo y extrajo el astrágalo de su pie, implantándolo en el talón de Aquiles.[32]
  • Efialtes (Ἐφιάλτης Ephialtês, ‘el que salta sobre’), que se rebeló contra los dioses. Apolo le disparó en el ojo izquierdo y Heracles en el derecho.[6][9][25]​ No confundir con Efialtes, uno de los Alóadas.
  • Encélado (Ἐγκέλαδος Enkelados, ‘exhortación’). Moraba bajo el monte Etna, cuyos estruendos eran provocados por sus revolcones. Atenea le arrojó encima la isla de Sicilia.[6][26][33][25][34]​ Eurípides dice Sileno se había jactado de matar a Encélado con su lanza.[35]
  • Equídnada (Εχιδναδης), esto es, uno de los «hijos de Equidna» (sin indicar la filiación paterna), que durante la Gigantomaquia fue vencido por Ares. Tenía dos cuerpos en uno solo y escupía veneno, como su madre. Incluso Crono lo utilizó en la Titanomaquia para enfrentarse al rayo de Zeus.[36]
  • Éurito (Ευρυτος Eurytos, ‘que fluye completo’). Fue muerto por Dioniso con su tirso.[6][9][25]
  • Feto (Φοιτιος), que luchó contra Hera.[37]
  • Gratión. Fue muerto por Artemisa.[6][9]
  • Hipólito (Ἱππόλυτος Hippolytos, ‘que libera los caballos’). Lo mató Hermes, que llevaba el casco de Hades.[6][9]
  • Jápeto, confundido con el titán.[25]
  • Milino (Μυλινος), cuando Zeus mató a los gigantes tampoco perdonó a Milino, que habitaba en Creta. No se sabe si Milino era uno de los gigantes aunque se lo relaciona al menos con ellos.[21]
  • Mimas o Mimante (Μίμας). Fue muerto por Hefesto con proyectiles de metal al rojo vivo. Según otros fue muerto por Ares.[6][9][38]​ Otros dicen que luchó contra Atenea.[34]
  • Ofión (Όφίων), uno de los gigantes que lucharon contra Zeus (no confundir con otro Ofión). Este lo aplastó bajo una montaña llamada Ofionio.[39]
  • Olimpo (Ολυμπος), implícitamente uno de los gigantes según Ptolomeo Hefestion: «la tumba que pasa por la de Zeus en Creta es la de Olimpo, que recibió a Zeus, hijo de Cronos, lo crio y le enseñó cosas divinas; pero Zeus, según se dice, abatió a su padre adoptivo y maestro porque había empujado a los gigantes a atacarle a su vez; pero cuando hubo golpeado, ante su cuerpo se llenó de remordimiento y, como no podía aplacar su pena de otra manera, dio su propio nombre a la tumba de su víctima».[40]
  • Palas o Palante (Παλλάς Pallas, ‘blandiendo [armas]’). Lo mató Atenea, quien lo despellejó y usó su piel como escudo para su propio cuerpo.[6][9][25]
  • Peloreo (Πελωρευς Pelôreus, ‘monstruoso’, ‘enorme’). Luchó contra Dioniso.[26]
  • Peloro, solo mencionado por Higino.[25]​ Acaso el mismo que Peloreo (cf).
  • Picóloo (Πικόλοος), solo mencionado por un autor tardío, dice que Picóloo huyó de la batalla y llegó a la isla de Circe donde intentó ahuyentarla. Helios, padre de la muchacha, agraviado, mató al gigante. Se dice que la legendaria planta de moly surgió por primera vez de la sangre de Picóloo cuando tomó contacto con el suelo.[41]
  • Polibotes (Πολυβώτης Polybôtes, ‘mucho alimento’). Fue muerto por Poseidón, que rompió un trozo de la isla de Cos y lo arrojó sobre él.[6][9][42][25]
  • Porfirión (Πορφυρίων Porphyriôn, ‘empujar’, ‘levantarse’, ‘brotar’). Atacó a Heracles y a Hera pero Zeus le inspiró deseo por Hera, y cuando Porfirión le desgarró los vestidos queriendo forzarla y ella pidió ayuda, fue fulminado por Zeus y asaeteado por Heracles.[6]​ O le había prometido a Hebe por esposa si luchaba contra Dioniso.[26]​ Era uno de los gigantes que más aventajaba a los de su raza.[6]​ O bien luchó contra Atenea.[34]​ En otra fuente se lo denomina como el rey de los gigantes.[43]
  • Tifón (Τυφωευς Typhoeus, de τῦφος tuphos, ‘humo’), que a veces se confunde con el mítico Tifón y a veces es citado de manera independiente. Higino lo incluye en la lista de gigantes,[25]​ pero más adelante dice que el gigante Tifón y Equidna fueron los padres de los monstruos.[44]​ Otros lo mencionan en relación con los gigantes pero no se especifica si era uno de ellos.[45]Nono nos dice que era hijo del primer Tifón, igual a él en todo, pero que luchó contra Dioniso.[26]​ En otra fuente Tifón luchó contra Atenea, junto con Mimante, Porfirión y Encélado.[34]Manilio también opina que Tifeo fue uno de los gigantes y que el rayo de Zeus lo fulminó y así volvió de nuevo a la tierra.[46]
  • Toante (Θόων Thoon, ‘rápido’). Fue golpeado hasta la muerte por las moiras con mazas de bronce.[6][9]

Higino, en el prefacio de sus Fábulas menciona varios nombres de los gigantes permanecen corruptos o nada más se sabe de ellos, a saber: Abseo, Alemone, Colofomo, Efracoridón, Elentesmorfio, Énfito, Forco, Menefíaro, Oto, Teodamante, Teomises y Yenio.[25]

Otros gigantes

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Otros gigantes no son descritos en la Gigantomaquia, aunque pudieran participar en otras teomaquias. La mayoría tiene un trasfondo individual que lo vincula con leyendas locales.

  • Agrio y Oreo (Ἅγριος ‘agrestre’ y Ορειος ‘montañés’), mencionados por Antonino Liberal. Eran hijos de Polifonte y un oso, del que le hizo enamorarse Afrodita por desdeñarla en favor de Artemisa. Ambos eran gigantes poderosos que no honraban a los dioses y devoraban hombres. Fueron transformados en pájaros por Hermes.[47]
  • Álmope (Ἄλμωψ Álmops), este gigante gentil, concebido por Poseidón y Hele, y dio su nombre a Almopía.[48]
  • Alóadas (Ἀλωάδαι Alôadai o Ἀλωεῖδαι Alôedai), dos hermanos gemelos llamados Oto (Ὥτος, ‘búho orejudo’) y Efialtes (Ἐφιάλτες, ‘el que salta’), hijos de Poseidón e Ifimedea, que quisieron derribar el cielo con sus propias manos y derrocar a Zeus. Crecían cada año un codo de anchura y una braza en altura. Cuando tuvieron nueve años de edad decidieron luchar contra los dioses, por lo que apilaron el monte Osa sobre el Olimpo y el Pelión sobre el Osa, amenazando así con subir hasta el cielo. También decían que llenando el mar con las montañas lo convertirían en tierra seca y harían mar la tierra. Como eran inmortales y el Oráculo había profetizado que no morirían en manos de hombres ni dioses, se mataron entre ellos por accidente.[49]
  • Ánax o Anacte (Ἅναξ), según los milesios era un hijo de Gea, que gobernó el país y desde entonces era llamado Anactoria en su honor. Su cadáver no tiene menos de diez codos. Su hijo Asterio, también un gigante, le sucedió en el trono.[50]
  • Anteo (Ἀνταῖος), hijo de Poseidón y Gea que vivía en Irasa, en los desiertos de Libia. Desafiaba y asesinaba a todo el que se adentraba en sus dominios, pues había hecho voto de construirle un templo a su padre con cráneos humanos. Siempre vencía en sus peleas, ya que en cuanto caía a tierra o la tocaba, su madre le daba fuerzas de nuevo. Retó a Heracles, quien lo derribó tres veces, pero en vano. Heracles advirtió lo que pasaba y, levantándole en vilo para impedirle recibir el aliento de su madre, lo asfixió.[51]
  • Antífates (Ἀντιφάτης), hijo de Poseidón y Gea, era el rey de la tribu de los lestrigones, unos gigantes antropófagos que encontró Odiseo en sus viajes. Anfífates destruyó la flota de Odiseo.[52]
  • Argos Panoptes (Άργος Πανοπτης, ‘brillante’ ‘todos los ojos’) tenía cien ojos. Era un guardián muy efectivo, pues solo algunos de sus ojos dormían en cada momento, habiendo siempre varios otros aún despiertos. Era un fiel sirviente de Hera. Su gran servicio al panteón olímpico fue matar al monstruo ctónico con cola de serpiente Equidna cuando ésta dormía en su cueva.[53]
  • Asterio (Ἀστέριος), hijo del también gigante Ánax o Anacte, e sucedió en el trono, pero el cretense Mileto, hijo de Apolo, conquistó el país y le cambió el nombre por el suyo. Asterio medía diez codos de alto y fue enterrado en la pequeña isla de Lade.[54]
  • Caco (Κακος Kakos, ‘malo’ o ‘malvado’), hijo de Hefesto, era un Gigante mitad hombre y mitad sátiro que vomitaba torbellinos de llamas y humo. Vivía en una cueva del monte Aventino en cuya puerta siempre colgaban las cabezas de los humanos que devoraba. Robó algunos de los bueyes de Gerión a Heracles mientras dormía, por lo que este le mató.[55]
  • Damasén (Δαμασήν, ‘domador’). Criado por Eris, mató una vez a un drakon (una serpiente) que fue devuelto a la vida por otro drakon, su compañero, con la ayuda de una hierba curativa.[56]
  • Eceo o Azeyo (Αἰζειός) un hijo de Ctonia (Gea) que participó en la Titanomaquia, y no la Gigantomaquia. Unido a una ninfa innominada fue padre Licón (o Licaón), por él el antepasado de los reyes arcadios. Hija de Licón fue Deyanira, quien se desposó con Pelasgo y ambos fueron los padres de Licaón. Por eso se dice que Licaón nació de la sangre de los gigantes.[57]
  • Eurimedonte (Εὐρυμέδων), antiguo rey de los gigantes. Fue padre de Peribea.[58]
  • Gerión (Γηρυών Gêruôn o Γηρυόνης Gêruônês), monstruoso gigante alado hijo de Crisaor y Calírroe, formado por tres cuerpos humanos completos unidos por la cintura. Era invencible en la batalla y dueño de una gran sabiduría. Vivía en la isla Eritia y tenía una espléndida cabaña de ganado guardado por un perro de dos cabezas, Ortro, y por un pastor, Euritión. Uno de los doce trabajos de Heracles fue robar dicho ganado, tras lo cual mató a Gerión cuando este le buscaba para vengarse.[59]
  • Hilo (Ὕλλος), gigante de Lidia (Anatolia) e hijo de Gea, del que se creía que derivaba el nombre del río Hilo. Aparentemente los griegos lo identificaban con Gerión.[60]
  • Hopladamo (Ὁπλάδαμος), a veces escrito como Hoplodamo; se dice que cuando Rea tenía a Zeus en su vientre llegó se procuró ayuda, en el caso de que fuera contra ella Crono, de Hoplodamo y todos los gigantes que estaban con él.[61]
  • León, según Focio: «Heracles no llevaba la piel del león de Nemea, sino la de cierto León, uno de los gigantes muertos por Heracles al que había desafiado a combate singular».[62]​ También se mencionan gigantes con cabezas de león se muestran en el friso de la Gigantomaquia del siglo II a. C. en el Altar de Pérgamo.[63]
  • Orión (Ὀρίων), un hermoso gigante que podía caminar sobre el agua. Le mató Gea enviándole al escorpión por amenazar con acabar con todas las bestias de la tierra con su destreza en la caza o Apolo por atreverse a amar a Artemisa.[64]​ En una fuente es descrito como de «enorme estatura».[65]
  • Siceo (Συκευς), de quien deriva el nombre de la higuera. Llamado uno de los titanes (en este contexto, gigante) e hijo de Gea, fue perseguido por Zeus hasta que Gea lo acogió en su regazo, e hizo que esa planta creciera para el deleite de su hijo. Dicen que de Siceo también recibió su nombre la ciudad de Sicea en Cilicia.[66]
  • Talos o Talo (Τάλως), el gigante de bronce que patrullaba la isla de Creta para guardarla de los piratas. Le mató la bruja Medea cuando los argonautas intentaban desembarcar en la isla.[67]
  • Ticio (Τιτυός), un gigante lujurioso que intentó violar a Leto. Fue derrotado por Apolo y Artemisa y encadenado en el Tártaro, donde dos buitres comían eternamente su hígado.[68]
  • Turio, un gigante que luchó con Heracles y que sólo describe Pausanias. Turio también es un epíteto de Ares en Laconia.[69]

Iconografía

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Parte del altar de Zeus de Pérgamo en el que dos gigantes —Agio y Toante— son derrotados por las Moiras. Berlín, Museo de Pérgamo.

Las primeras representaciones de la gigantomaquia aparecen en el siglo VI a. C. en vasos, esculturas y elementos arquitectónicos. En ellas, el aspecto de los gigantes es el de hombres armados. A partir del periodo clásico, empiezan a perder sus armaduras (a excepción, a veces, del casco y del escudo) y en ocasiones se les dota de un aspecto más salvaje realzando sus barbas o colocándoles pieles de animales. Un lugar destacado donde se representaba la gigantomaquia era en el peplo que se ofrecía a Atenea en la procesión de las panateneas.

El tratamiento más completo de la gigantomaquia en la iconografía se encuentra en el friso norte del Tesoro de los sifnios de Delfos (c. 525 a. C.), con más de treinta figuras, nombradas mediante inscripción (aunque muchos nombres tuvieron que ser reconstruidos). De izquierda a derecha: Hefesto (con fuelle); dos diosas luchando contra dos gigantes; Dioniso caminando hacia un gigante que avanza; Temis[70]​ en un carro tirado por un grupo de leones que atacan a un gigante que huye; los arqueros Apolo y Artemisa; otro gigante que huye (Taro o posiblemente Cantaro);[71]​ el gigante Efialtes tendido en el suelo; un grupo de tres gigantes, entre los que se encuentran Hiperfante[72]​ y Alecto, que se oponen a Apolo y Artemisa. A continuación hay una sección central que falta y que presumiblemente contiene a Zeus, y posiblemente a Heracles, con un carro (sólo se conservan partes de una yunta de caballos). A la derecha aparece una diosa clavando su lanza a un gigante caído[73]​ (probablemente Porfirión, porque le lee un nombre terminado en «-ριον»); Atenea luchando contra Eríctipo y un segundo gigante; un hombre saltando sobre Astarias (probablemente Asterio) para atacar a Bíatas y otro gigante; y Hermes contra dos gigantes. Luego sigue un hueco en el que probablemente estaba Poseidón y, finalmente, en el extremo derecho, un dios luchando contra dos gigantes, uno caído, el otro es el gigante Mimón (probablemente el Mimante mencionado por Apolodoro).[74]

En la cerámica arcaica griega también aparecen una serie de enfrentamientos. Mientras que los dioses pueden identificarse por rasgos característicos, por ejemplo Hermes con su sombrero (petasos) y Dioniso su corona de hiedra, los gigantes no se caracterizan individualmente y sólo pueden identificarse por inscripciones que a veces nombran. Los fragmentos de un vaso de este mismo periodo (Getty 81.AE.211) nombran a cinco gigantes: Páncrates contra Heracles, Polibotes contra Zeus, Oranión contra Dioniso, Eubeo y Euforbo caídos, con Efialtes. También se nombra, en otros dos de estos primeros vasos, a Aristeo luchando contra Hefesto (Acrópolis 607), Eurimedonte y (de nuevo) Efialtes (Acrópolis 2134). Un ánfora de Caere, de finales del siglo VI, da los nombres de más gigantes: Hiperbio y Agástenes (junto con Efialtes) luchan contra Zeus, Harpólico contra Hera, Encélado contra Atenea y (de nuevo) Polibotes, que en este caso lucha contra Poseidón con su tridente sosteniendo la isla de Nísiros sobre su hombro (Louvre E732) Este motivo de Poseidón sosteniendo la isla de Nísiros, listo para lanzarla contra su oponente, es otra característica frecuente de estas primeras Gigantomaquias.

Posteriormente, en el siglo IV a. C., se relaciona a los gigantes con los volcanes de Italia. Es en esta época cuando se empieza a representar a los gigantes con piernas de serpiente. Del periodo helenístico la representación más destacada de los gigantes aparece en el altar de Pérgamo, donde aparecen algunos gigantes con piernas humanas y otros con piernas de serpientes. Este modelo, en el que los gigantes lucen una gran musculatura, cabellos alborotados y grandes barbas, tuvo continuidad en la época romana, aunque en este periodo las piernas de los gigantes tienen siempre forma de serpiente. Los gigantes del altar de Pérgamo son los siguientes. El mismo grupo central de Zeus, Atenea, Heracles y Gea, que aparece en muchos de los primeros vasos áticos, también ocupaba un lugar destacado en el Altar de Pérgamo. En el lado derecho del friso oriental, el primero que encuentra un visitante, un gigante alado, normalmente identificado como Alcioneo, lucha contra Atenea. Debajo y a la derecha de Atenea, Gea se eleva desde el suelo, tocando el manto de Atenea en señal de súplica. Por encima de Gea, una Nike alada corona a la victoriosa Atenea. A la izquierda de esta agrupación, un Porfirión con piernas de serpiente lucha contra Zeus y a la izquierda de Zeus está Heracles. En el extremo izquierdo del friso oriental, una Hécate triple con una antorcha lucha contra un gigante con patas de serpiente que suele identificarse (siguiendo a Apolodoro) como Clitio. A la derecha se encuentra el caído Udeo, herido en el ojo izquierdo por una flecha de Apolo, junto con Deméter, que blande un par de antorchas contra Erisictón. Las representaciones de los gigantes son muy variadas. Algunos son totalmente humanos, mientras que otros son una combinación de formas humanas y animales. Algunos tienen patas de serpiente, otros alas, uno garras de pájaro, otro cabeza de león y otro cabeza de toro. Algunos gigantes llevan cascos, escudos y luchan con espadas. Otros van desnudos o vestidos con pieles de animales y luchan con garrotes o piedras. El gran tamaño del friso probablemente hizo necesario añadir muchos más gigantes de los que se conocían hasta entonces. Algunos, como Tifón y Tito, que no eran gigantes en sentido estricto, tal vez fueron incluidos. La inscripción parcial «Mim» puede significar que también se representó al gigante Mimante. Otros nombres de gigantes menos conocidos o desconocidos son Alecto, Ctonófilo, Euribiante, Molodro, Óbrimo, Octeo y Olíctor.

Los gigantes están prácticamente ausentes en la iconografía de la Edad Media. Reaparecen a partir del renacimiento, como simples hombres musculosos que luchan contra Zeus.[75]

Representación artística de los gigantes en la mitología griega

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Los gigantes en la mitología griega no solo tienen un papel importante en las narraciones literarias, sino que también han sido ampliamente representados en el arte, desde la cerámica hasta la escultura monumental. Estas representaciones artísticas no solo sirven para ilustrar los mitos, sino también para simbolizar temas más amplios como el orden cósmico, el caos y la lucha entre el bien y el mal.

1. La Cerámica Griega

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La cerámica griega es una de las fuentes más ricas para la representación visual de los mitos, y los gigantes son uno de los temas recurrentes, especialmente en el contexto de la Gigantomaquia, la batalla entre los gigantes y los dioses del Olimpo.

  • Ánforas y Kráters: Los gigantes son a menudo representados en frisos y escenas pintadas en ánforas y kráters (grandes jarrones). Estos vasos eran utilizados para el almacenamiento de líquidos o como urnas funerarias y estaban decorados con escenas mitológicas que mostraban a los gigantes luchando contra los dioses. Un ejemplo clásico es el kráter de la Gigantomaquia pintado por el artista Pistaresco (alrededor del siglo V a. C.), que presenta una escena vibrante de la batalla con los dioses del Olimpo luchando contra figuras gigantes y musculosas.
  • Estilo de Pintura: La representación en estos vasos variaba entre el estilo geométrico, el estilo orientalizante, y más tarde en el estilo clásico. En muchos casos, los gigantes son representados con características exageradas, como cuerpos enormes y grotescos, y sus luchas se muestran en composiciones dinámicas, enfatizando la acción y el conflicto.

2. El Friso de la Gigantomaquia del Partenón

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Una de las representaciones más importantes de los gigantes en el arte monumental es el friso de la Gigantomaquia en el Partenón de Atenas (aproximadamente 447–438 a. C.). Este friso monumental es una de las esculturas más destacadas del estilo clásico, y se encuentra en el interior del templo dedicado a Atenea.

  • La Batalla: En el friso, los dioses del Olimpo, como Zeus, Hera, Atenea y Apolo, se enfrentan a los gigantes en una feroz batalla. Los gigantes son representados como figuras enormes, a menudo con características animales o monstruosas, en contraste con los dioses, quienes se presentan con formas más humanas y elegantes. Las escenas transmiten la idea de un conflicto épico, con dioses que luchan por mantener el orden cósmico frente al caos que representan los gigantes.
  • Estilo Escultórico: Los escultores Fidias y su taller fueron responsables de la creación de estas figuras, utilizando un estilo caracterizado por la tensión y el movimiento. Las representaciones de los gigantes incluyen músculos exagerados, torsos torcidos, y expresiones de rabia o desesperación. Esta obra no solo ilustra la batalla entre los gigantes y los dioses, sino también el concepto de la victoria del orden divino sobre el desorden primordial, representado por los gigantes.

3. Escultura y Arte Monumental

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La Gigantomaquia no solo fue un tema central en la cerámica, sino también en el arte escultórico monumental. Además del friso del Partenón, los gigantes aparecen en una serie de otras esculturas y relieves:

  • El Altar de Pérgamo: Uno de los ejemplos más famosos de la representación de la Gigantomaquia es el friso del Altar de Pérgamo, datado entre 180 y 160 a. C. Este altar, ahora en el Museo de Pérgamo en Berlín, muestra una gigantesca batalla entre los dioses y los gigantes. Las esculturas del altar están llenas de dramatismo, con figuras musculosas y una sensación de movimiento vertiginoso. La representación de los gigantes es particularmente impresionante por su exageración y la violencia en las escenas, lo que resalta la lucha cósmica entre el orden y el caos.
  • Relieves y Estatuas de la Época Helenística: En la época helenística, la representación de los gigantes adquirió un enfoque aún más emocional y dramático. Las figuras fueron representadas en poses contorsionadas, reflejando la lucha desesperada de los gigantes por derrotar a los dioses, mientras estos mantenían su compostura divina. Las expresiones faciales y el tratamiento de los músculos son más complejos, con énfasis en la lucha tanto física como emocional.

4. Simbolismo de los gigantes en el Arte

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La representación de los gigantes en el arte griego no es solo una cuestión de ilustrar los mitos, sino también de reflejar ciertos temas filosóficos y religiosos.

  • El Caos frente al Orden Cósmico: Los gigantes, al igual que los Titanes, representan el caos y la rebelión contra el orden divino establecido por los dioses olímpicos. En este sentido, su representación en la cerámica y la escultura no solo busca ilustrar una batalla mitológica, sino también destacar el orden cósmico que los dioses del Olimpo defienden. Esto está simbolizado en su lucha constante con figuras heroicas como Heracles, quien es un protagonista importante en la Gigantomaquia.
  • El Ideal de la Victoria Divina: Las representaciones artísticas de los gigantes generalmente terminan con la victoria de los dioses, lo que simboliza la victoria del orden sobre el caos. Sin embargo, los gigantes también son representados de manera majestuosa, lo que hace que el triunfo de los dioses sea aún más glorioso y significativo. Al igual que en otras representaciones mitológicas, el heroísmo y el sacrificio son temas recurrentes, con los dioses y héroes que luchan para restaurar el equilibrio

Referencias

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  1. Beazley Archive 204546; Arthur Bernard Cook, Zeus: A Study in Ancient Religion, volumen III, lámina III, A.
  2. En cuanto a su tamaño: Hansen, pp. 177: "Hesiod describes them as being "great," referring perhaps to their stature, but the Giants are not always represented as being huge. Although the word giants derives ultimately from the Greek Gigantes, the most persistent traits of the Gigantes are strength and hubristic aggression."
  3. Moore 1985, p. 21.
  4. Gantz, pp. 446, 447.
  5. Gantz, p. 453; Hanfmann 1992, The Oxford Classical Dictionary s.v. "Giants".
  6. a b c d e f g h i j k l m n ñ o Apolodoro I 6, 1 y sig.
  7. Pausanias viii.29 §2; Píndaro, Nemeas i.67; Estrabón pp.245, 281, 330; Escolio sobre la Ilíada de Homero viii.479.
  8. a b Homero: Odisea VII vv. 56 - 63
  9. a b c d e f g h i j k Hesíodo, Teogonía 183 y sig.
  10. Apolodoro: Biblioteca mitológica I 6, 1
  11. Higino: prefacio 4 de las Fábulas
  12. Baquílides, oda 15, ditirambo 1, 15, 63
  13. Batracomiomaquia VII, 542–543; Sófocles: Las traquinias, 1058; Eurípides, Las fenicias 1131; Licofrón, Alejandra 127, 504–505 y 1408, 610–611.
  14. Homero, Odisea vii.59, 206, x.120; comp. Pausanias viii.29.2.
  15. Servio, Sobre la Eneida viii.698, Geórgicas i.166, 278; Horacio, Cármina iii.4.42.
  16. Hesíodo: Teogonía 176 ss
  17. Hesíodo: Catálogo de mujeres, fr. 43 a (West)
  18. Ovidio, Tristes iv.7, 17.
  19. Ovidio: Las metamorfosis I, 151–162
  20. Apolodoro: Biblioteca mitológica, I 6, 1-2
  21. a b Diodoro Sículo: Biblioteca histórica V 71, 5
  22. Claudiano: Gigantomaquia, I y II
  23. Pausanias viii.29.1.
  24. Eratóstenes: Catasterismos, XI (Cangrejo)
  25. a b c d e f g h i j k l Higino: prefacio 4 de las Fábulas
  26. a b c d e f Nono xlviii.10 y sig.
  27. Píndaro, Ístmicas vi.33.
  28. Nono xxv.238, xlv.174.
  29. Enciclopedia Suda, voz «Aristeo»
  30. Nicandro de Colofón, fragmento 20
  31. Claudiano, Gigantomaquia 101 ss.
  32. Ptolomeo Hefestión vi.
  33. Virgilio, Eneida' iii.578.
  34. a b c d Horacio: Odas III 4, 53
  35. Eurípides: El cíclope, 1-9
  36. Nono: Dionisíacas XVIII 274 ss
  37. Esta lucha aparece en una cílica del pintor Aristófanes y el ceramista Ergino que se conserva en el Antikensammlung de Berlín.
  38. Apolonio, Argonáuticas iii.1226.
  39. Escolio a Ilíada VIII, 479
  40. Focio: Biblioteca § 190.15, citando como fuente Ptolomeo Queno: Historia nueva.
  41. Eustacio, sobre la Odisea X 305, nos dice que Alejandro de Pafos contaba la historia de que Picóloo, añadiendo un detalle, que protegió a su hija con su escudo".
  42. Pausanias i.2.4.
  43. Píndaro, Píticas VIII 12–18
  44. Higino: Fábulas, 151
  45. Diodoro Sículo: Biblioteca histórica V 71, 5
  46. Manilio: Astronomica 2.874–880 (pp. 150–151)
  47. Antonino Liberal, Metamorfosis 21.
  48. Esteban de Bizancio, voz "Almopia"
  49. Odisea XI 305, Catálogo de mujeres fr. 6, Apolodoro I 5, 3; Fabulae 28
  50. Pausanias: Descripción de Grecia I 35, 6
  51. Apolodoro II 5, 11; Fabulae 31 ; Diodoro Sículo IV 17; Píndaro: Istmicas IV 87; Lucanio, Farsalia IV 590; Juvenal III 89; Ovidio 397
  52. Apolodoro, Epítome vii.12.
  53. Apolodoro II 1, 2; Ovidio: Metamorfosis. I 264
  54. Pausanias i.35.6, vii.2.5.
  55. Virgilio: Eneida VIII 195; Ovidio: Fastos I 543
  56. Nono xxv.486.
  57. Fr. anónimo (quizás Pamprepio de Panópolis), revista Romanica Olomucensia; Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma I 11, 2; 12
  58. Homero, Odisea vii.56 y sig.
  59. Apolodoro II 5, 10
  60. Pausanias i.35.7-8.
  61. Pausanias VIII 32, 5; 36, 2.
  62. Ptolomeo Queno, Nueva historia, citado por Focio, Bibliotheca Codex 190.
  63. Pollitt 1986, p. 105; Pergamon Altar image viewer Archivado el 26 de noviembre de 2013 en Wayback Machine..
  64. Homero: Odisea XI 309; Estrabón IX; Tzetzes, sobre Licofrón 328
  65. FONTENROSE, Joseph: Orion: The Myth of the Hunter and the Huntress (Orión: el mito del cazador y la cazadora), pág. 6. Aunque esta versión de la leyenda nos ha llegado a través de Apolodoro en su Biblioteca mitológica, ver «Biblioteca mitológica, i.4.3-5», es casi seguramente atribuible a Ferécides de Leros.
  66. Ateneo 78a
  67. Apolodoro I 9, 26 ; Apolonio de Rodas IV 1638; Platón: Minos. p. 320
  68. Odisea VIII. 324; Apolodoro. I 4, 1; escolio sobre Apolonio de Rodas. I 181, 761; Píndaro: Píticas. IV 81
  69. Pausanias iii.18.11.
  70. De acuerdo a Schefold, pág. 62, Temis «aparece a guisa de Cíbele».
  71. Brinkmann, N5 p. 92, lee solo Taro.
  72. Que otros leen «Hipertas»
  73. Probablemente Afrodita, o Hera, pero Brinkmann, p. 94 no es capaz de identificar su nombre.
  74. LIMC 5020 (Gigantes 2)
  75. Miguel Ángel Elvira Barba, Arte y mito: manual de iconografía clásica, pp.91-93, Madrid: Sílex (2008), ISBN 78-84-7737-196-0.

Bibliografía

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Véase también

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Enlaces externos

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