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La Llamada Al Seguimiento

El documento describe los elementos característicos de la llamada al seguimiento que Jesús hace a sus discípulos. 1) La llamada parte de la iniciativa de Jesús, quien pasa, ve y llama explícitamente a los discípulos a seguirle. 2) La llamada manifiesta el amor gratuito de Jesús por los llamados. 3) La llamada es un acto imperioso e irresistible que respeta la libertad. La llamada siempre está en función de una misión determinada.
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La Llamada Al Seguimiento

El documento describe los elementos característicos de la llamada al seguimiento que Jesús hace a sus discípulos. 1) La llamada parte de la iniciativa de Jesús, quien pasa, ve y llama explícitamente a los discípulos a seguirle. 2) La llamada manifiesta el amor gratuito de Jesús por los llamados. 3) La llamada es un acto imperioso e irresistible que respeta la libertad. La llamada siempre está en función de una misión determinada.
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LA LLAMADA AL SEGUIMIENTO

Vocaciones en la Dicesis de Canarias


En la llamada que Jess hace a sus discpulos para que le sigan podemos distinguir los siguientes elementos
caractersticos:

1. LA LLAMADA PARTE DE LA INICIATIVA DE JESS


La llamada al seguimiento parte siempre de una iniciativa de Jess. Si alguno lo pretende seguir por
propia iniciativa es invitado a tomar otro camino (cf. Mc 5,18-20). De este modo Jess podr decir ms tarde:
No me habis elegido vosotros a m, sino yo a vosotros (Jn 15,16) (4). El sujeto original de la vocacin al
seguimiento es siempre Jess. Nadie se hace a s mismo discpulo. Es Jess el que hace discpulos. El hombre
puede ponerse en camino hacia Jess slo despus que Jess se ha puesto a caminar por los senderos del
hombre.
El seguimiento no es conquista, sino un ser conquistado. As lo experiment Pablo y as lo
experimentaron los discpulos de todos los tiempos: sentir la llamada al seguimiento es sentirse escogido,
alcanzado y ganado por el Seor Jess (Fil 3,8-12). Por esta misma razn, la vocacin al seguimiento
culmina con la transformacin existencial que da lugar a un nuevo yo: No soy yo quien vive, es Cristo quien
vive en m (Gl 2,20). El seguimiento tiene como fuente el mismo Jess y como trmino su misma persona.
Esta iniciativa por parte de Jess es indicada en los Evangelios con tres verbos. Dos de ellos se
refieren a lo que l hace: pasa al lado de los que luego le seguirn y los ve. El otro verbo se refiere a la
llamada explcita: Jess les dijo: Venid conmigo, o simplemente, sgueme.
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Jess pasa junto a y ve. Estos verbos aparecen tanto en los sinpticos como en Juan cuando nos hablan
de la vocacin de los primeros discpulos: Pasando a lo largo del lago de Galilea vio a Simn... (Mc 1,16;
cf. Mt 4,18), Al da siguiente... Juan fij la vista en Jess que pasaba... y Jess viendo que lo seguan...
(Jn 1,35.36.38).
Pasando. En el Evangelio, particularmente en el de Marcos, Jess se presenta casi siempre en
camino. El Jess en movimiento es tambin el Jess que pone en movimiento. Como ya dijimos, en las
narraciones vocacionales es Jess quien siempre toma la iniciativa de acercarse a aquellos a los que llamar a
que le sigan. No espera a que vengan a l. Va a su encuentro y lo hace en los lugares donde stos desarrollan
sus actividades normales: a los primeros discpulos, como pescadores que eran, los encontrar en el lago de
Tiberades (cf. Mc 1,16), a Mateo en su lugar de trabajo, como recaudador de impuestos (cf. Mt 9,9-17). La
llamada al seguimiento no se sita en un espacio sagrado, en un momento religioso, sino en un cuadro
profano. La llamada se realiza siempre en el contexto histrico de la persona que es llamada.
Otra constante estructural de los relatos de vocacin es la mirada de Jess. Pasando Jess vio a
Simn y a Andrs (cf. Mc 1,16), a Santiago y a Juan (cf. Mc 1,19), a Mateo (cf. Mc 2,14), a Natanael (cf. Jn
1,47-48), al joven rico (cf. Mc 10,21). El ver de Jess no es un ver cualquiera, en abstracto, sino una
mirada que penetra en el interior de las personas (cf. Mc 3,5; 6,34; 12,34), a las que elige, escoge y saca
fuera del resto de la gente para que le sigan (5). El ver de Jess es el primer momento del encuentro entre
Jess que llama y el hombre que responde, e indica ya una comunin profunda entre Jess y la persona
vista por l (6). Despus de esta mirada, las cosas no quedan nunca como estaban. Las situaciones cambian
y las personas tambin. La vocacin es una llamada personalizada.
A un determinado momento, la mirada se torna llamada explcita, que es tambin un mandato: Venid
conmigo (Mc 1,17; Jn 1,39), sgueme (Mc 2,14; Lc 9,59; 18,22) (7). Estas expresiones, aunque
directamente recuerdan la vocacin de Eliseo (cf. 1 Re 19,20), sin embargo tambin son frecuentes en el
Antiguo Testamento para indicar la eleccin de Israel por parte de Yahv. Como la prometida sigue a su
prometido (cf. Jr 2,2), como el rebao sigue al pastor (cf. Sal 80,2), como el pueblo sigue a su rey (cf. 2 Sam
15,13; 17,9), as Israel debe seguir a su Seor.
A la luz de los textos anteriores, las expresiones evanglicas venid conmigo y sgueme indican la
relacin de cercana y la intimidad con Jess que deben caracterizar la vida del discpulo. Cercana e
intimidad cuya iniciativa parte siempre de Jess que pasa, ve-conoce-ama y llama.

2. LA LLAMADA ES LA MANIFESTACIN DEL AMOR GRATUITO DE JESS


POR EL LLAMADO.
La vocacin es una eleccin gratuita: Antes que fueses formado, en el seno materno, yo te conoc;
antes que salieses del seno de tu madre, yo te consagr y te hice profeta (Jr 1,5). La misma confesin hace
Isaas (cf. Is 49,1) y Pablo (cf. Gl 1,15-16). Dios nos ha amado primero (1 Jn 4,10), por eso la llamada,
fruto del amor del Seor hacia el llamado, no se basa en los propios mritos, es un don gratuito. Jess pasa,
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ama y llama a los que l quiere (cf. Mc 3,13), cuando l quiere y como l quiere, no en virtud de nuestras
obras, sino en virtud de su propsito y de la gracia que nos fue dada en Cristo Jess antes de los tiempos
eternos (2 Tm 1,9).
La eleccin por parte de Jess es libre, depende nicamente de su voluntad; no se tienen en cuenta la
capacidad del llamado, ni sus intereses e intenciones y ni siquiera su decisin. Todo es gracia. Pablo tendr
clara conciencia de ello cuando, haciendo memoria de su vocacin, afirmar que ha sido llamado por pura
gracia de aquel que le separ desde el seno de su madre (cf. Gl 1,15). El discpulo es amado y, porque es
amado, es tambin llamado, cada uno desde su situacin concreta y a su manera, a estar con Jess (cf. Mc
3,13), a seguirle (cf. Mc 1,17), a estar donde est l (cf. Jn 12,26).
La relacin de amor se traduce, por parte de Jess, en la acogida del llamado tal como es, en su eleccin, en
la confianza que deposita en l y en la amistad con que le honra: Ya no os llamo siervos, sino amigos (Jn
15,15). Todo discpulo es siempre el discpulo al que ama Jess (cf. Jn 13,23), por el cual muri y se
entreg (cf. Gl 2,20). Todo discpulo es su amigo y ha de sentirse incondicionalmente amado por l (cf. Rm
15,6-10). Llamado a seguirle y a compartir sus pruebas, es tambin llamado a compartir con l los secretos de
su Padre (cf. Jn 15,15). Por este motivo, los vnculos que se crean entre el llamado y Jess son tan estrechos
como los que existen desde siempre entre Jess y el Padre (cf. Jn 15,9).

3. LA LLAMADA ES UN ACTO IMPERIOSO E IRRESISTIBLE, QUE SIN


EMBARGO RESPETA LA LIBERTAD.
La llamada es presentada siempre como una orden: Vete, dir el Seor a Abraham (cf. Gn 12,1), a
Moiss (Ex 3,10), a Geden (cf. Jue 6,14), a Ams (cf. Am 7,15), a Isaas (cf. Is 6,9). Venid, dir Jess a
sus primeros discpulos (cf. Mc 1,17); venid y ved, dir a los discpulos de Juan (cf. Jn 1,39); sgueme,
dir a Mateo (cf. Mt 9,9). Jess, como Yahv en el Antiguo Testamento, se presenta como alguien con
autoridad.
Esta autoridad hace que la llamada sea irresistible. En el Antiguo Testamento el texto que tal vez
mejor refleja esta concepcin es la confesin de Ams: Ruge el len, quin no temblar? (Am 3,8). En el
Nuevo Testamento esta caracterstica de la llamada se percibe en la pronta respuesta que dan los discpulos al
imperativo del Seor: Al instante dejndolo todo le siguieron. La razn de esta prontitud en la respuesta la
podemos entrever en la memoria que Jeremas hace de su propia experiencia vocacional: Me has
seducido, Yahv, y yo me dej seducir; me has agarrado y me has podido... Yo deca: No volver a
recordarlo, ni hablar ms en su nombre. Pero senta en mi corazn algo as como un fuego ardiente,
prendido en mis huesos, y aunque yo luchaba por ahogarlo, no poda (Jr 20,7 y 9). O tambin en las
palabras de Pedro cuando muchos abandonan a Jess despus del discurso sobre el pan de vida: Seor, a
quin iremos? T tienes palabras de vida eterna (Jn 6,68).
El carcter imperativo e irresistible de la llamada no anula, sin embargo, la libertad y, por tanto, la
responsabilidad del llamado. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento nos ofrecen algunos ejemplos a
travs de los cuales se ve clara la posibilidad-libertad-responsabilidad que el llamado tiene de decir no a la
orden dada por el Seor: Jons (cf. Jon 1,3), un profeta annimo enviado a profetizar contra el santuario de
Betel (cf. 1 Re 13), el joven rico (cf. Mt 19,16ss), Judas. El Seor llama. El hombre es siempre libre de decir
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s o no. El Seor puede insistir, como es en el caso de Moiss (cf. Ex 4,10-17), de Geden (cf. Jue 6,15-16) o
de Jeremas (cf. Jr 1,6). Pero es el hombre el que debe aceptar la llamada. En la vocacin se encuentran
siempre dos libertades: la libertad del Seor que llama a quien quiere y la libertad del llamado que puede
decir s o no. La vocacin es realmente actividad de Dios, pero igualmente actividad del hombre: trabajo y
penetracin de Dios en el corazn de la libertad humana, pero tambin fatiga y lucha del hombre para ser
libre y poder acoger el don (8).
4. LA LLAMADA EST SIEMPRE EN FUNCIN DE UNA MISIN DETERMINADA.

Toda llamada es llamada al servicio y a la misin (cf. Rm 11,13; 12,17; 1 Cor 3,5). La vocacin es,
por su misma naturaleza, vocacin a la misin: Ve dir Yahv a Moiss, pues, yo te envo a Faran para
que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel, de Egipto (Ex 3,10); Os har pescadores de hombres (Mc
1,17), dice Jess a sus primeros discpulos. La vocacin en la Biblia no es un privilegio individual, una
distincin que se hace a una persona. La vocacin es una llamada a dejarse implicar en el proceso de misin:
Me separ desde el seno de mi madre y me llam por su gracia dir Pablo, para que le anunciase entre los
gentiles... (Gl 1,15-16). La misin es componente esencial de la llamada-vocacin. No hay llamadavocacin sino es en funcin de la misin.
En esta misin el punto de partida es estar con Jess: Los llam para que estuvieran con l y enviarlos a
predicar (Mc 3,14). No puede haber predicacin, misin, si no es a partir de una estrecha vinculacin con
Jess. Slo quien le conoce, quien permanece con l (cf. Jn 1,39); slo quien permanece en su amor (cf. Jn
15,9), puede dar fruto, como el sarmiento da fruto slo si permanece unido a la vid (cf. Jn 15,4-5).
El estar con l y predicar (realizar la misin), no se colocan en una sucesin cronolgica, no son dos
dimensiones opuestas, sino que se complementan. La misin exige, como ya se indic, intimidad con Jess.
l es, al mismo tiempo, sujeto y objeto de la misin. Por eso el sarmiento que no est unido a l no puede dar
fruto (cf. Jn 15,6).
Esta misin tiene tres caractersticas principales:
1) La misin est en funcin de los dems. La llamada coloca al discpulo al servicio de los dems. Cuando
uno es llamado, no lo es simplemente para alcanzar una perfeccin individual. El discpulo es llamado para
utilidad pblica: Habis recibido gratis, gratis habis de dar (Mt 10,8). Tampoco se enciende una lmpara
para ponerla debajo de la cama, sino para que alumbre a todos los de la casa (Mt 5,15). Y es que yo os he
destinado dice el Seor para que vayis y deis fruto... (Jn 15,16). La llamada no est en funcin de la
creacin de una categora de privilegiados, sino que est hecha con vistas a un servicio que hay que prestar a
todos. Si puede hablarse de algn privilegio del discpulo, es slo el privilegio de ponerse al servicio de los
dems, el privilegio de lavarles los pies. El discpulo, como el sumo sacerdote del Antiguo Testamento, es
tomado de entre los hombres, en favor de los hombres (Hb 5,1). Es sacado fuera para ser restituido
inmediatamente a los dems. Porque pertenece al Seor, al igual que l, el discpulo est para servir a los
dems.
2) La misin es urgente. Esta urgencia aparece claramente indicada en los relatos vocacionales del Antiguo
Testamento a travs de la repeticin, por parte de Dios, del nombre del llamado: Abraham, Abraham (Gn
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22,11); Moiss, Moiss (Ex 3,4); Samuel, Samuel (1 Sam 3,10). Dios parece tener prisa. La misin a la
que llama a Abraham, Moiss y Samuel es urgente. En esta misma lnea de pensamiento debemos leer las
disposiciones de Jess a los discpulos cuando estos van por el mundo: No llevis dinero, ni dos tnicas, ni
alforjas... (Mt 10,9-10). La misin urge, no hay tiempo que perder en preparativos que podran luego
entorpecer la misin.
3) La misin es ardua. La misin lleva siempre un aspecto de incomodidad, de desgarre, de coraje y de
oposicin. Este carcter de la misin se ve claramente por la exigencia de ir. Vete, es la palabra clave en
el Antiguo Testamento para indicar la misin. Ven, dir Jess a los suyos. Ahora bien, para ir hay que
partir, hay que dejar, es necesario estar disponibles.
Las lgrimas son frecuentes en los inicios y tambin durante la misin misma. La alegra se conquista
despus, en el esfuerzo por adecuarse a los compromisos ms duros de la vocacin-misin (cf. Mt 10,16).

II. EXIGENCIAS DE LA LLAMADA


La llamada es ciertamente una eleccin gratuita. El discpulo es llamado, como hemos dicho
anteriormente, sin mrito alguno por su parte, a seguir a Jess, a formar parte de su compaa. Este es el lote
ms hermoso que puede recibir una persona.
Pero esta gracia comporta, de parte de quien la recibe, una responsabilidad, una respuesta activa, hasta
poder decir con Pablo: Su gracia no ha sido vana en m (1 Cor 15,10). De este modo, si la llamada tiene
unas caractersticas bien concretas, tambin la respuesta tiene sus propias exigencias. Las principales son:
exclusividad, prontitud y opcin definitiva por Jess.

1. JESS EXIGE EXCLUSIVIDAD

La eleccin va acompaada de una exigencia de pertenencia exclusiva. Ya lo era as en el Antiguo


Testamento. Porque Israel ha sido elegido como pueblo de Dios, no puede tener otros dioses (cf. Dt 5,7; 6,45). Pertenece exclusivamente al Seor.
En el Nuevo Testamento Jess est exigiendo de sus discpulos la misma exclusividad hacia su
persona que la exigida por Yahv al pueblo de Israel. Jess es el que elige y llama, lo cual le da como un
cierto derecho de propiedad sobre los discpulos. Este parece ser el significado de la expresin sus propios
discpulos (Mc 4,34). Y esta propiedad puede explicar la radicalidad con la que se expresa cuando alguno
pone condiciones para seguirle: Deja que los muertos entierren a sus muertos... (cf. Lc 9,59-62).
Por otra parte hay que notar que Jess no da explicaciones ni ofrece la posibilidad de hacer
demasiadas preguntas. A quien le pregunta dnde vives?, responder simplemente: Venid y veris (Jn
1,38-39). La exclusividad que pide Jess es tambin una opcin radical de fe, al estilo de la fe de Abraham
(cf. Gn 12,1-4) o de Moiss (cf. Ex 3,12-15; 4,18-20). Con la palabra, Jess invita a sus futuros discpulos a
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entrar en su proprio movimiento. Como ya hemos insinuado anteriormente, ser discpulo es seguir a Jess,
ponerse a caminar con l, establecer profunda comunin con l, entrar a formar parte del grupo de su
exclusiva pertenencia. Y esto slo es posible desde la fe y la confianza absoluta en l.
2. JESS EXIGE PRONTITUD

Otra caracterstica del seguimiento de Jess, por parte del discpulo, es la urgencia. Los relatos
vocacionales lo indican claramente. A la indicacin de Jess, inmediatamente (euthus), los pescadores
dejan las redes (cf. Mc 1,18), el oficio y al padre (cf. Mc 1,20), lo dejan todo (cf. Lc 5,11.28). La llamada no
permite dilaciones. La respuesta ha de ser decidida, inmediata, generosa e incondicional.
Ya hemos hecho referencia a la respuesta dada por Jess a las pretensiones de los discpulos de
esperar un poco (cf. Lc 9,59-62) (9). Cuando Jess ve y encuentra a una persona, ese es el momento
favorable para ella, la estacin oportuna (cf. 2 Cor 6,2) para dar el fruto del seguimiento. No vale la
disculpa de que no es tiempo para la cosecha (cf. Mc 11,13-14): aun faltando cuatro meses para la siega, los
campos ya estn blanquecinos, la mies est pronta (cf. Jn 4,35). Cuando Jess llama, slo cabe una respuesta:
Al instante... (Mc 1,18.20; 2,14). Tanto la llamada como la respuesta asumen un carcter de urgencia.
3. JESS EXIGE UNA OPCIN DEFINITIVA

La llamada al seguimiento espera una respuesta inmediata y estable a la vez, una opcin en favor de
Jess que se presenta como irrevocable (10). Por este motivo Jess pide ruptura con todo lo que pueda
suponer seguridad. El discpulo no puede tener nada a sus espaldas. La vuelta no est prevista: Nadie que,
despus de haber puesto la mano sobre el arado, mire atrs es apto para el reino de Dios (Lc 9,62).
La lgica del Evangelio es la de lo absoluto: segn esa lgica es absurdo que un discpulo se decidiese
por seguir a Jess con un razonamiento de este gnero: tengo una casa y alguna tierra, tengo una profesin y
una familia. En el caso que debiera cambiar de idea, no me encontrar con las manos vacas... La entrega a
Jess no puede ser sino absoluta, por eso la renuncia a toda clase de seguridades se ha de verificar de forma
irreparable, sin posibilidad de reajustes sucesivos: Las raposas tienen cuevas y las aves del cielo nidos. Pero
el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (Lc 9,58).
III. LAS CONDICIONES-MANIFESTACIONES DE LA RESPUESTA
El Evangelio, al mismo tiempo que habla de las exigencias de la llamada, deja claras las condicionesmanifestaciones de tal respuesta. Las principales son: la fe, el desprendimiento, el seguimiento y la
disponibilidad para dejarse hacer.
1. LA FE

El discpulo, como ya hemos indicado, se caracteriza por la fe. sta, a su vez, se expresa en la
confianza absoluta y en el abandono incondicional (cf. Lc 1,38) en la persona de Jess. Yahv dijo a
Abraham: Sal de tu tierra y de tu patria y de la casa de tu padre hacia la tierra que yo te mostrar (Gn 12,1).
Maestro le preguntan a Jess, dnde vives? Y Jess responde: Venid y veris (Jn 1,38-39). Y
Abraham parti, y los discpulos se fueron tras l y se quedaron con l. El discpulo no responde con una
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confesin de fe por medio de palabras, sino con una acto de obediencia. La voz que llama no provoca otra
voz que responda, sino ms bien una accin que se encarna: el seguimiento, la obediencia a la orden recibida.
La fe supone una actitud vital y activa frente a la misteriosa manifestacin de Dios en la historia de la propia
vida.
La fe es para el discpulo antdoto del miedo, del clculo, de la prudencia humana. Por eso el
discpulo es siempre un hombre que asume el riesgo de ponerse en camino sin saber a donde va (cf. Hb 11,8),
de aceptar un camino que es imprevisible (cf. Mt 8,19-20), de fiarse de la palabra del Maestro, dejando a un
lado la evidencia que le dan sus propias certezas: ...mas, porque t lo dices, echar las redes (Lc 5,5).
Hablar de fe es hablar de opcin radical en favor de la persona de Jess y es hablar de una opcin,
igualmente radical, por el Reino.
En relacin con la persona de Jess, la fe exige que el discpulo ponga a Jess como centro de su vida,
como razn ltima de su ser, confesndolo como Maestro y Seor (Jn 13,13). Como ya dijimos, la
centralidad y la exclusividad que el Antiguo Testamento conceda a Yahv en relacin con el pueblo elegido
(cf. Dt 6,4; Mt 6,24), el Nuevo Testamento se la concede a Jess en relacin con el discpulo. l ha de ser el
centro en torno al cual giren todos los dems intereses del discpulo, la prioridad ms absoluta. Slo desde
esta perspectiva se puede entender la renuncia a todos los bienes e incluso a los vnculos familiares y a s
mismo. Nada se puede anteponer a Jess. Nada ni nadie se debe preferir a l (cf. Mt 10,37).
En estrecha relacin con esta opcin por Jess, est la opcin por el Reino, realidad misteriosa revelada a los
sencillos (cf. Mt 11,25) y a los discpulos (cf. Mt 13,11). Gracias a esta revelacin algunos llegan a descubrir
el tesoro escondido, la perla preciosa. Este hallazgo produce tal fascinacin y alegra, que se justifica el
venderlo todo a fin de poseer dicho tesoro, dicha perla (cf. Mt 13,44-46). Tanto es su valor, que algunos
incluso estn suficientemente motivados como para renunciar al matrimonio. El Reino absorbe y fascina de
tal modo a algunos (se trata de una gracia que slo es dada a algunos), que se hacen eunucos, es decir,
personas incapacitadas para vivir en matrimonio (cf. Mt 19,10-12). De este modo quedan completamente
libres, a disposicin del Reino.
2. EL DESPRENDIMIENTO

Al inmediatamente de la llamada corresponde al instante de la respuesta. Y la decisin se


expresa a travs del desprendimiento o de la renuncia. Este desprendimiento-renuncia tiene tres aspectos
estrechamente relacionados entre s: en relacin con uno mismo, en relacin con los dems y en relacin con
los bienes materiales.
1) En relacin con uno mismo. El texto que mejor resume la condicin-manifestacin de la respuesta en
relacin con uno mismo tal vez sea el de Mc 8,34: Si alguno quiere venir en por de m, niguese a s mismo,
tome su cruz y sgame.
Niguese a s mismo. El verbo que est a la base de negarse significa, literalmente, no reconocerse,
sentirse extranjero. La expresin negarse a s mismo subraya, por tanto, la exigencia de no reconocerse
ms en aquello que se ha sido hasta ahora, indica un cambio radical en la propia vida, una ruptura con el
hombre viejo, para nacer al hombre nuevo, hasta poder decir con Pablo: No vivo yo, es Cristo quien vive en
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m (Gl 2,20). Negarse a s mismo lleva consigo una especie de descentramiento: si antes el centro lo
ocupaba el proprio yo, ahora pasa a ser ocupado por la persona de Jess. Lleva consigo una conversin de
toda la persona al Seor, conversin que exige dejar la carne (cf. Gl 5,24) para nacer al espritu (cf. Jn 3,5).
En la vida del discpulo ha de haber un antes y un despus, separados por el encuentro personal con el
Seor resucitado. Es la experiencia vivida por Pablo camino de Damasco (cf. Hch 9,3-6). El discpulo tiene
que realizar un xodo que le permita salir del siglo (cf. Test 2-3), es decir, romper los lazos que le atan a
un mundo decrpito y viejo, a un mundo falaz y perecedero (1 Cor 7,31), para entrar en un mundo nuevo,
fruto de la muerte al proprio yo: Si el grano de trigo no muere... (Jn 12,24).
El discpulo, al igual que el grano de trigo, debe morir para poder dar fruto. Pero este morir ha de
tener una razn de ser y una motivacin: Jess y el Evangelio. En esta motivacin est la gran novedad del
morir del discpulo en relacin con las exigencias del judasmo. En el Talmud leemos: Qu debe hacer el
hombre para vivir? Morir a s mismo Qu debe hacer el hombre para morir? Vivir a s mismo. Jess, al
dicho rabnico, aade: por m y por el Evangelio (Mc 8,35).
De notar, adems, que el trmino Evangelio, en el texto que estamos comentando, tiene un significado
dinmico. No se trata de morir por el Evangelio predicado por los otros. Se trata de dar la vida por el
Evangelio anunciado por uno mismo a travs de la propia vida. Gracias a esta dinamicidad del trmino
Evangelio, el elemento muerte aparece estrechamente unido al elemento misin-testimonio: cada vez que
uno muere a s mismo est anunciando el Evangelio y cada vez que anuncia el Evangelio est muriendo a s
mismo. El discpulo anuncia con la propia vida que ante Jess todos los dems valores palidecen.
Una segunda exigencia es expresada con las palabras: Cargue con su cruz. Esta expresin
literalmente significa levantar la propia cruz. Es lo que hacen los condenados a muerte, camino del
patbulo. El discpulo es un condenado a muerte, tal como lo anunci el mismo Maestro: Seris
condenados (Mc 13,9) y odiados por todos (Mc 13,13). Este rechazo y esta condena surgirn en el seno
de la misma familia (cf. Mc 13,12).
La razn de este rechazo y de esta condena es siempre Jess. Ante Jess no se puede ser neutral. O se
est con l o se est contra l (cf. Mt 6,24), quien no recoge conmigo dice Jess, derrama (Lc 11,23). El
discpulo que ha hecho la opcin de estar a favor de Jess sufrir el mismo rechazo que sufri Jess (cf. Mt
10,22). Cuando esto llegue, el discpulo ha de recordar que l no es mayor que su Maestro (cf. Jn 15,18-21).
2) En relacin con los dems. En relacin con los dems, el desprendimiento y la renuncia se transforman en
actitud de servicio. El discpulo debe hacerse pequeo y esclavo (cf. Mc 10,42-45). La ocasin para tal
enseanza se la ofreci una peticin egosta de los hijos de Zebedeo (11). Jess, tomando pie de la praxis de
los jefes de los pueblos, que buscan el poder, responde categricamente: No ha de ser as entre vosotros;
antes, si alguno de vosotros quiere ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiere ser el primero, que sea
vuestro esclavo (Mc 10,43-44). El discpulo, al igual que el Maestro, no est en medio de los dems para ser
servido, sino para servir (cf. Mc 10,45).
Este dicho de Jess no expresa un simple deseo, sino que manifiesta una condicin, sine qua non, para
construir la comunidad de discpulos. En ella cada uno ha de ser servidor de todos. Y este servicio ha de ser
diaconal (servidor), es decir, concreto, y dependiente, como el que realizan los esclavos: sin pasar
factura cuando hayamos hecho lo que debemos hacer hemos de sentirnos siervos intiles y
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adelntandose a las manifestaciones de la necesidad. Segn la lgica de Jess, quien sirve es el que realmente
ejerce autoridad. Por otra parte, seguir esta lgica lleva a desterrar de la comunidad y de cada uno de sus
miembros la libido del poder y convertirla en alegra de servicio, lleva a vivir sometidos a todos (cf. Mc
10,14) y a rechazar el poder y los puestos honorficos (cf. Mt 23,8-12). Esto es desprendimiento, es renuncia.
3) En relacin con los bienes materiales. El desprendimiento-renuncia al yo debe ir acompaado de la
renuncia a lo mo. Todo el que quiera seguir a Jess ha de optar por el gnero de vida del Hijo del hombre,
quien no tuvo dnde reclinar su cabeza (cf. Mt 8,20).
La renuncia a los bienes y a las riquezas aparece en los Evangelios como condicin esencial para ser
discpulo y al mismo tiempo como consecuencia y manifestacin de la voluntad de caminar tras las huellas
de Jess.
El desprendimiento-renuncia es condicin para seguir a Jess. Esto se ve claramente en el dicho de
Jess tal como nos lo trasmite Lucas: Cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede
ser discpulo mo (Lc 14,33). Para seguir a Jess es necesario desprenderse de cualquier vnculo, por
necesario que haya sido hasta entonces (profesin) o por querido que siga siendo (la familia) (cf. Mt 6,21-24;
Lc 14,16).
El desprendimiento-renuncia es tambin consecuencia natural del seguimiento de Jess. As se
desprende de la percopa del joven rico (cf. Mt 19,16-26). Aparentemente el joven rico haba optado por un
camino de perfeccin absoluta: Todo esto lo he guardado, qu me queda an? Ahora Jess le pide, como
manifestacin de su deseo de llegar a la perfeccin, que se desprenda de todos sus bienes. La respuesta del
joven a esta exigencia de Jess ya la conocemos: El joven se fue triste, pues tena muchos bienes.
En el relato de la vocacin de los primeros discpulos, el desprendimiento-renuncia se expresa a
travs de un doble movimiento de separacin y de acercamiento. La separacin se realiza en relacin con el
oficio desempaado hasta entonces (eran pescadores), con las cosas (redes y barcas) y con los lazos
familiares (padre) (cf. Mc 1,18.20). Esta separacin, sin embargo, va acompaada de un acercamiento a
Jess: Se acercaron a l (Mc 3,13) (12).
La separacin pone de manifiesto la nueva situacin del discpulo. ste crea un vaco en torno a s,
cortando las races que le mantenan unido a sistemas de seguridad de cara al futuro. El discpulo es un
hombre nuevo. Debe, por tanto, renunciar a su pasado. Separndose del padre, el discpulo abandona la
seguridad del ambiente vital y afectivo (13). Dejando las redes y la barca, el discpulo deja cualquier forma
de seguridad que le viene del ejercer un oficio. De este modo, el discpulo es un hombre expuesto al vendaval
de un futuro lleno de incgnitas.
El acercamiento a Jess, por otra parte, deja claro que el vaco creado por la separacin de las cosas,
de la profesin y de la familia, es llenado por la persona de Jess. El discpulo lo deja todo para acercarse al
que lo es todo: Tambin vosotros queris marcharos? A dnde iremos? Slo t tienes palabras de
vida eterna (Jn 6,67-68). Acercndose a Jess, el discpulo descubre el gran tesoro y, lleno de alegra por el
hallazgo... (Mt 13,44), lo vende todo con tal de conseguir el tesoro. La alegra del hallazgo hace que el tener
que dejar o vender todo no sea una heroicidad, un sacrificio inslito o una privacin extrema, sino que se vea
y se viva como la consecuencia natural de haber encontrado al que puede llenar las aspiraciones ms altas y
la vida misma de una persona. Y en esta nueva situacin queda ms espacio para gustar el tesoro. El
discpulo se sita en lo esencial, se zambulle en ello sin redes ni impedimentos que le entorpezcan, y la

esperanza del pleno goce del tesoro no es ya una simple proyeccin hacia un ms all lejano o nebuloso, sino
una hermosa realidad presente.
Dejndolo todo y acercndose a Jess, el discpulo muestra con su propia vida que ante Jess todos
los dems valores palidecen. Ni las riquezas, ni las conquistas humanas, ni los xitos terrenos son valores
definitivos: slo Dios-Jess-el Reino basta.
Por otra parte, tambin el desprendimiento, la separacin y la renuncia, como antes la negacin a uno mismo,
estn en funcin de la libertad para la misin. El discpulo no puede dedicarse enteramente a la misin si no
se siente plenamente libre de las riquezas o de cualquier otro vnculo o seguridad que no sea Cristo, pues
stas son absorbentes y tienden a acaparar el corazn de quien las posee (cf. Mt 6,24). La riqueza y todo lo
que ata al hombre ofrece tal fascinacin que llega a sofocar la palabra (cf. Mc 4,18-19). El discpulo,
liberado de toda preocupacin terrena, queda completamente liberado para dedicarse enteramente al servicio
del Evangelio: Los escoge escribe el Crisstomo y los libra de toda preocupacin terrena para interesarlos
completamente a un nico cuidado, el de la predicacin (14).
3. EL SEGUIMIENTO

A pesar de todo lo dicho, el acento no se pone en lo que se deja, sino en el seguir a Jess (cf. Mc
1,18.20). La decidida respuesta de los primeros discpulos se expresa con el trmino tcnico seguir
(akoulouthin) que, en nuestro caso, indica la profunda dedicacin a la persona de Jess, la disponibilidad
plena a sus opciones, una fidelidad leal a su gua en el contexto de la vida comn con l. El ser discpulo no
se mide por lo que uno deja, sino por lo que uno ha encontrado; no se mide por las cosas a las que uno ha de
renunciar, sino por la cercana y la obediencia incondicional al Maestro.
Ser discpulo es seguir a Jess, formar parte de su compaa, establecer una profunda comunin vital con l.
Si hay un trmino que caracteriza al discpulo no es ciertamente el de aprender sino el de seguir. El
discpulo de Jess no acepta una doctrina, sino un proyecto de vida, la praxis de Jess (15).
Precisamente por esto, la relacin de cercana con Jess se mantiene slo en la medida en que el discpulo
permanezca en actitud de movimiento modo de vida, proceder, conducta subordinado al movimiento
modo de vida, proceder, conducta de Jess. De este modo, la relacin de cercana se expresa en la
coincidencia del modo de vida, transformndose entonces en relacin de semejanza: condicin e ideal del
discpulo (Lc 6,10) (16).
4. DEJARSE HACER

El hombre es un ser en continuo crecimiento, en devenir. No somos hombres, nos hacemos hombres.
La vocacin en la Biblia no es una llamada esttica, una vez por todas. Es una llamada de la vida, en la vida y
para la vida. Es proyecto. Es proceso. Es una invitacin dinmica, capaz de desarrollarse o de morir.
Vocacin es hacerse y, sobre todo, dejarse hacer.
En este proceso el actor principal no es el llamado, sino el que llama. Y si el objetivo ltimo para el discpulo
es el de configurarse totalmente con Cristo, llegando a tener sus mismos sentimientos (cf. Fil 2,5), entonces,
quien sigue a Jess no puede nunca considerarse discpulo ya hecho, terminado. El discpulo nunca termina
de serlo, est siempre hacindose, o mejor, est siempre dejando hacerse.
Os har pescadores de hombres (Mc 1,17). Os har, por encontrarse en primera persona de singular,
indica claramente que Jess mismo ser el maestro, el artfice (cf. Jn 13,13), puesto que sin l no podemos
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hacer nada (cf. Jn 15,6). De este modo Jess es la fuente, no slo de la llamada, sino tambin de la respuestamisin del discpulo. Por otra parte, el verbo est en futuro. Esto indica que vocacin-llamada y misin no
coinciden en el tiempo. Entre una y otra hay todo un trabajo de formacin por parte de Jess gracias al cual
se van introduciendo, poco a poco, en el conocimiento de los misterios del Reino (cf. Lc 8,10) (17). A la luz
de cuanto hemos dicho se comprende lo que dice Marcos cuando habla de la eleccin de los doce: Los
llam para que estuvieran con l y mandarlos a predicar (Mc 3,14). Estando con Jess, el discpulo se hace,
se forma.
IV. CONCLUSIN
De cunto hemos dicho sobre la sequela Christi, el seguimiento de Cristo, podemos sacar algunas
conclusiones a tener en cuenta en el Cuidado Pastoral de las Vocaciones sobre la vocacin en general,
sobre las exigencias del Cuidado Pastoral de las Vocaciones para la vida de quienes hacen la propuesta y el
acompaamiento en vistas a un discernimiento vocacional, y sobre algunas exigencias para la vida de
aquellos a quienes se hace la propuesta y a quienes se les ofrece un acompaamiento en vistas al seguimiento
de Jess.
1. EL CONCEPTO DE VOCACIN

De los textos que hemos analizado y de los relatos de vocacin que se encuentran en la Biblia,
emergen algunas caractersticas de la vocacin que no podemos olvidar en el Cuidado Pastoral de las
Vocaciones. Entre otros rasgos se podran sealar los siguientes:
1) La vocacin no es una funcin, profesin o actividad circunstancial o episdica. La vocacin es seguir a una
persona, la persona de Jess. La vocacin es poner la persona de Jess en el centro de una vida, con todo lo
que ello comporta. Es, por tanto, un compromiso radical de vida que implica la totalidad de la persona:
cuanto es, cuanto tiene y cuanto hace. La vocacin se convierte, entonces, en orientacin radical y global de
una existencia. Por este motivo la primera y fundamental exigencia de la respuesta a la llamada es la
conversin, el cambio profundo de la persona, que le lleva a asumir un estilo de vida que se sita en la lnea
del radicalismo evanglico.
2) La vocacin es una llamada personalizada. Se sita siempre en el contexto histrico de la persona. Cuando
el Seor llama, lo hace teniendo en cuenta lo que uno es en su realidad ms profunda. El Seor llama a
individuos concretos en los cuales se dan cita muchas historias: familia, cultura, educacin y formacin,
situaciones, tradiciones, conflictos... Llamando por su nombre a cada uno (cf. Jn 10,13), el Seor asume esta
unidad hecha de muchos niveles, que en su conjunto forman la realidad singular y misteriosa de cada uno.
Esto lleva consigo el que cada uno de los llamados viva reconciliado con su propia historia y la asuma
como historia de salvacin.
3) La vocacin no es una imposicin. La vocacin es una propuesta. Hay siempre un elemento ntido de
libertad humana en la respuesta a la vocacin. Dios llama a la vida sin el consentimiento de la persona; pero
cuando la llama a una vocacin determinada lo hace pidiendo su asentimiento, pidiendo una respuesta
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consciente y libre a su llamada. Esto exige que se creen condiciones en las que el llamado pueda responder
libremente a la llamada del Seor. El acompaamiento no puede nunca condicionar la libertad de la
respuesta. El acompaante es slo mediador entre dos libertades: la libertad de Dios que llama a quien quiere
y la libertad del llamado que responde afirmativa o negativamente a la propuesta de Dios.
2. EL CUIDADO PASTORAL DE LAS VOCACIONES Y LOS ANIMADORES DEL MISMO

El Cuidado Pastoral de las Vocaciones interpela profundamente la vida de quienes hacen de


mediadores entre la llamada del Seor y la respuesta del llamado. No es el momento de detenerme en las
exigencias del Cuidado Pastoral de las Vocaciones para la vida de los Animadores. Quiero, simplemente,
indicar tres aspectos que me parecen fundamentales:
1) Compartir el hallazgo. Andrs encuentra a su hermano Simn y le dice: Hemos hallado al Mesas (Jn
1,41). Ms tarde Felipe comunicar su hallazgo a Natanael (cf. Jn 1,45), la samaritana a sus paisanos (cf. Jn
4,39), Felipe y Andrs a los griegos (cf. Jn 12,20- 22). Aunque la vocacin es siempre un regalo de Dios a
cada uno de los que llama, sin embargo este regalo suele llegar a travs de mediaciones. Es el caso de Juan y
Andrs. Estos siguen a Jess porque Juan el Bautista lo presenta como el Cordero de Dios (Jn 1,36). Es el
caso de Clara. Dios se sirve de Francisco para atraerla a la vida de radical pobreza y altsima contemplacin
(cf. TestCl 2). Es el caso de muchos de nosotros. Dios se ha servido de muchas mediaciones para acercarnos
a Jess.
Si la fe se refuerza comunicndola, la vocacin se mantiene joven y se renueva en le medida en que se hace
mediacin de otras vocaciones. Quienes hemos tenido la gracia de encontrar a Jess y de seguirle, estamos
llamados a compartir con los otros este hallazgo y mediar para que los otros lo encuentren y le sigan: Que
ninguno, por nuestra culpa, ignore lo que debe saber para orientar la propia vida (18).
Nuestra vocacin es la de ser sal, luz, levadura, fermento (cf. Mt 5,13-16.33), expresiones todas ellas que
denotan dinamicidad y fuerza. As como no se enciende una luz para poderla debajo de la cama, sino sobre el
candelero para que alumbre a todos los de la casa (cf. Mt 5,15), as el que recibe la gracia de la vocacin no
puede menos de hacer partcipes a los otros de ese tesoro escondido que ha encontrado y de la fortuna
recobrada (cf. Lc 15,9). Una buena prueba para valorar nuestra consagracin consiste en saber si es
comunicativa: Fue al encuentro de su hermano y lo condujo a Jess (Jn 1,41-42). La dimensin apostlica
es esencial a la vocacin.
2) Declarar abiertamente nuestro amor por Jess. Era como la hora dcima... (Jn 1,39). Si la vocacin es
una relacin de amor entre Jess y cada uno de los suyos, en un mundo como el nuestro donde nadie tiene
reparo alguno en manifestar sus amores limpios o menos, los que hemos sido llamados a seguir a Cristo
estamos llamados tambin a manifestar sin rubor nuestro amor apasionado por Jess, haciendo memoria
gozosa de la hora de nuestra llamada.
Nuestra vida tiene sentido desde el amor apasionado de Jess por nosotros, que le lleva a mirarnos con cario
(cf. Mc 10,21), y desde una respuesta de amor apasionado hacia l que nos lleva a gritar con Francisco: El
amor no es amado. Slo cuando nos mueva el amor apasionado por Cristo podremos ser luz para los que
viven en tinieblas. Slo con esta condicin podremos invitar a otros a compartir ese mismo amor.

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3) Haber clarificado la propia opcin vocacional. Seguir a Jess es optar por una determinada forma de vida,
o, si se prefiere, optar por la persona de Jess. Pero la vida slo se puede transmitir con la vida. Las palabras
mueven, los ejemplos arrastran, se suele decir. Quien propone a un joven la posibilidad de optar por la forma
de vida franciscana slo est autorizado a hacerlo si l se siente y no slo jurdicamente, sino tambin
afectiva y efectivamente dentro de esa vida; slo est autorizado a hacerlo quien sienta esa forma de vida
como propia.
La nica forma de pastoral vocacional verdaderamente evanglica y por lo tanto franciscana es la que parte
del testimonio, la que en verdad puede decir: Ven y vers. Todos los agentes del Cuidado Pastoral de las
Vocaciones todos los hermanos de una entidad y particularmente los Animadores han de ser consecuentes
con esta regla de oro de la Pastoral vocacional.
3. EL CUIDADO PASTORAL DE LAS VOCACIONES Y LOS LLAMADOS

El seguimiento de Jesucristo, como hemos visto, tiene una serie de exigencias que, aun cuando su realizacin
sea progresiva, deben sin embargo ser presentadas claramente desde un principio a todo aquel que quiera
iniciar ese camino. Entre estas exigencias que deben ser presentadas, pienso particularmente en las
siguientes:
1) Discpulo no es el que deja, sino el que sigue. En todos los relatos de vocacin que encontramos en el
Nuevo Testamento, el acento no se pone en el dejar, sino en el seguir. Ser discpulo es entrar en actitud
de seguimiento-movimiento de tal forma que el modo de vida y el proceder del llamado est subordinado al
modo de vida y proceder del que llama. Ser discpulo es vincularse a l. Por eso, el nico mvil que debe
impulsar al llamado a dar su asentimiento a la llamada debe ser la persona de Jess y la causa de la que l
habla. Seguir no es irracional y ciego. Es abandono, es confianza, es obediencia. Por eso tambin la
respuesta al seguimiento no es un momento de entusiasmo, sino compromiso obediente.
Venid y veris. Dos verbos. Uno invita a seguirle, otro a descubrirle. Uno en presente, el otro en futuro.
El primero exige la inmediatez del compromiso; el otro, la paciencia de la bsqueda. El mundo dice:
Primero veo y despus voy. Este puede ser un criterio prudente y razonable en las relaciones entre los
hombres. El comportamiento de la fe y por lo mismo del seguimiento es totalmente diverso, opuesto.
Caminar con Cristo significa vivir una experiencia con l. No es posible tener esa experiencia sin ponerse en
camino detrs de l.
2) El seguimiento es un proceso. Ser discpulo es dejarse formar por aquel con el cual uno quiere configurarse.
Este proceso se inicia cuando uno tiene conciencia de ser llamado, y termina con la visita de la hermana
muerte corporal. Esto exige que desde un principio uno acepte entrar en este camino de conversinformacin permanente y continua a fin de asimilar, progresivamente, los sentimientos de Cristo (cf. Fil 2,5;
Vita consecrata 65). Exige, tambin, que a lo largo del camino uno est dispuesto a purificar las
motivaciones vocacionales, para reconducirlas incesantemente a Cristo el Seor. El nico, el esencial en una
vida (cf. Col 1,16-17). Exige, finalmente, que uno manifieste una voluntad firme de obediencia al Seor y
Maestro (Jn 13,13). Porque un seguimiento sin compromiso de obediencia es, en realidad, opcin sin
Cristo.

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3) El seguimiento de Jesucristo pide una vida radicalmente evanglica. Dicho radicalismo lleva consigo
desprendimiento, separacin y renuncia. En el Evangelio esto es condicin y consecuencia para seguir a
Jess y tiende a situar al discpulo en lo esencial y a liberarlo de toda preocupacin que no sea Jess y su
Reino. Esta exigencia no puede ser puesta en un segundo lugar a la hora de iniciar un acompaamiento en
orden a una opcin vocacional. Desde un principio hay que aprender a cultivar progresivamente un profundo
sentido de separacin de todo lo que no es l. Hay que ser capaces de descubrir, progresivamente, el reclamo
imperioso de la pobreza evanglica, para adherirse slo al Seor. Uno no puede entregarse parcialmente.
Jess exige una entrega sin reservas.
La vocacin y tambin la vida religiosa y franciscana expresan su dinamismo a partir de tres
imperativos: ven-sgueme, permanece y vete. Llamados por el proprio nombre, para estar con Jess y ponerse
al servicio de los dems. Esto supone un camino largo de formacin, un proceso en el cual Jess es la
forma y el formador a la vez. En este camino el Animador del Cuidado Pastoral de las Vocaciones es
mediador. El objetivo ltimo de su delicada misin es poner al candidato a caminar tras las huellas de
Cristo.

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