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Cosas Naturales y Sobrenaturales - Basilio Valentín

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BASILIO VALENTÍN

Filósofo y Químico muy experimentado

Tratado Químico-Filosófico

de las

COSAS NATURALES
y SOBRENATURALES
de los METALES y de los MINERALES.

Traducido de la edición de M DC LXXIX


Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

AL LECTOR

B. L.

Ya que me he propuesto publicar en lengua latina, sucesivamente, los más


precioso escritos sobre el oro del filósofo alemán más célebre y más experimentado en el
Arte de la Química, no es sin razón que empiezo por la parte teórica, pues sin duda, antes
de pasar a la práctica, tendrás que ejercitarte en la teoría. En efecto, el que aplica a una
los recursos de su espíritu sin la ayuda de la otra, trabaja en vano. He querido prevenir
de esto a todos, a fin de que, según la costumbre actual, tan general como detestable, no
tienda a interpretar todas las cosas al revés, y no aproveche con ello la ocasión de
calumniar a los Filósofos que descansan en el seno de Dios, pues si nos dejaron sus
elucubraciones no fue por sí mismo, sino en nuestro favor y en el de la prosperidad. Así
pues, si por tu descuido desprecias su sabiduría leal y sincera, no llegarás a la verdad sin
grandes males. Adelante ahora, y con la ayuda de Dios, consigue lo antes posible lo que
esperas.

(Estas palabras pertenecen al editor)

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

DE LAS COSAS
NATURALES Y SOBRENATURALES

Capítulo I

Queriendo ahora tratar de la primera tintura raíz de los metales y de los minerales,
me guardaré muy bien de olvidar las cosas espirituales en que los metales y los minerales
son ante todo concebidos, y después nacen corporalmente, por esto me he decidido a
empezar con algunos discursos, en que mostraré que todo lo que existe se divide en dos
clases, en cosas naturales y cosas sobrenaturales.

Lo que es visible, comprensible y revestido de su propia forma es natural. Se


califica de sobrenatural lo que es verdaderamente incomprensible y espiritual, ya que
esto debe ser reconocido y discernido sólo por la fe; tales son la creación, y más aún la
eternidad de Dios, infinito, impenetrable e inmenso, que la naturaleza no puede alcanzar
y que la razón humana no puede concebir. Debe pues ser considerado sobrenatural lo que
la razón no debe percibir, pero que debe alcanzar por la fe, y éste es seguramente el caso
de la Soberanía celeste, correspondientes a la Teología, que juzga las almas. A la clase de
las cosas sobrenaturales pertenecen también los Ángeles de Dios dotados de cuerpos
glorificados: por una entera sumisión a su Creador cumplen todo lo que no podría
responder de otro modo a las fuerzas de ninguna criatura aunque las obras que ellos
mismos manifiestan se oculten a la vista del mundo, no menos que los que cumplen con
el permiso divino los espíritus infernales.

Y ante todo no es de manera sobrenatural que son percibidas y conocidas las


obras de Dios, grandes obras que no pueden ser juzgadas ni comprendidas por ninguna
inteligencia humana: tales son principalmente la gracia inmensa y la bondad con que
Dios, lleno de amor por los hombres, los gratificaba de una manera infinita e insondable;
tales son también todos los milagros realizados por Cristo, nuestro Redentor y nuestro
Salvador en diversas y frecuentes circunstancias para confirmar su omnipotencia y su
gloria: resucitó de la muerte a Lázaro, a la hija querida de Jairo y al hijo de la viuda de
Naín, devolvió la palabra a los mudos, el oído a los sordos, la vista a los ciegos, todo ello
cosas que son maravillas sobrenaturales de Dios, de la misma manera que su concepción,
su resurrección, su bajada a los infiernos, su ascensión al cielo, cosas misteriosas hasta el
más alto punto y que sólo la fe nos permite concebir.

Son también del dominio de las cosas sobrenaturales la subida de Elías y de Enoc
al cielo, lo mismo que la ascensión de san Pablo al tercer cielo. Por otra parte, muchas
cosas sobrenaturales son producidas por la imaginación, las visiones y los sueños, de
suerte que muy a menudo numerosos milagros provienen de la imaginación, a la manera
de las ovejas que nacen abigarradas gracias a bastones de diversos matices sumergidos
en el agua. Los Magos de Oriente fueron advertidos en sueños por Dios de que no
volviesen a Herodes; ¿cómo no encontrar singular y místico el número ternario de los
personajes y de sus regalos, así como la estrella sobrenatural? ¿Fue más natural el sueño
de la mujer de Pilatos, que condenó injustamente a muerte a nuestro Señor y Salvador
Jesucristo? ¿Y la visión de los ángeles por los pastores en el nacimiento de Cristo, y
también la de las mujeres en su sepulcro?

¿Qué más? Con bastante frecuencia otros hechos sobrenaturales acompañaron los
vaticinios de los Profetas y de los Santos: la voz de la burra hablando en Balaam no era
cosa del orden natural, de la misma manera que la interpretación de los sueños por José
superaba las fuerzas de la naturaleza. También con bastante frecuencia, Dios, por

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

ministerio de los Ángeles, nos protege contra una infinidad de males, y nos libra de
peligros y de coerciones que las solas fuerzas de la naturaleza no bastarían para apartar
de nosotros.

Así, pues, todas estas cosas y muchas otras, a las cuales el alma debe estar
atenta, son celestes y corresponden a la Teología.

Viene después lo que es sobrenatural en las creaciones de Dios, tales como


nosotros las percibimos en el firmamento, los planetas y las estrellas, cosas que superan
también nuestra razón, pero cuyo curso observamos con ayuda de las especulaciones, del
cálculo que forman parte de la doctrina astronómica. Las criaturas de esta clase
manifiestan sus operaciones según una ley bien visible, pero no obstante incomprensible,
y por una calidad magnética, de la que son igualmente producto numerosos milagros
completamente ajenos a la naturaleza. Tened por cierto que el cielo se esparce en la
tierra y que la tierra a su vez responde al cielo, y en efecto la tierra cubre así siete
planetas, engendrados por los siete celestes por medio de cierta impresión
verdaderamente espiritual, pues los astros engendran todos los Minerales. Y todo esto se
hace de una manera incomprensible y espiritual: ved dos seres humanos que se aman
mutuamente, el cuerpo humano es visible y físico, mientras que el amor es invisible,
espiritual, incomprensible y sobrenatural, y sólo puede compararse a la atracción
magnética. Y, en efecto, el amor invisible introducido en la imaginación espiritual por un
deseo ardiente se aplaca únicamente por la satisfacción de esta sed.

Así ocurre cuando el amor del cielo tiende hacia la tierra, y que el afecto de la
tierra tiende hacia el hombre, es decir, cuando el amor del macrocosmos tiende hacia el
microcosmos, aunque éste dependa de aquél; así pues, cuando la tierra, en un deseo de
su imaginación invisible, atrae a sí el amor del cielo, entonces brota la conjunción del
superior con el inferior, a ejemplo del marido y la mujer, que nos imaginamos en la forma
de un solo cuerpo. Después de esta conjunción, la tierra, impregnada por esta especie de
influencia, empieza a sacar a la luz un fruto, si se ha producido el influjo, y después de la
concepción, este fruto es calentado por los elementos y madurado hasta la perfección. Es
igualmente del campo de las cosas sobrenaturales la manera en que la virtud eficaz de la
cosa sobrenatural desciende sobre la cosa natural.

Entre las cosas sobrenaturales se encuentran también todas las artes mágicas y
cabalísticas, a saber las que proceden de la verdadera luz de la naturaleza y no las que
huelen a superstición o a los procedimientos ilícitos de conjuración de los hechiceros.
Entiendo aquí una magia de la misma naturaleza de aquella por la que fueron instruidos
los Magos en Oriente, que sacaron sus juicios de la inspiración divina según un arte lícito,
magia que los antiguos recibieron antes que nosotros de los egipcios y que poseyeron los
árabes, que antes de la invención de la escritura observaron las cosas y las anotaron con
signos, caracteres y otros del mismo género. Y tampoco está prohibido practicar ritos
expiatorios, a los que recurría el propio Cristo, como leemos en la Escritura: "Y
acercándose a los niños, los bendecía imponiéndoles las manos." En cambio, lo que es
contrario a Dios y a su palabra debe ser rechazado y prohibido, pues ciertamente no es
hecho por Dios, sino por el mismo diablo. En cuanto a las cosas sobrenaturales referentes
a la magia que no son opuestas a Dios ni a su palabra, no causan perjuicio al alma.

En cuanto a las visiones que tienen muy a menudo los hombres de Dios,
justamente puede atribuírseles un lugar entre las cosas ajenas a la naturaleza. Todo lo
que el hombre debe captar por especulación de la mente es sobrenatural, y, por el
contrario, todo lo que el hombre puede tocar, ver y asir es natural.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

Una tercera clase de cosas naturales y sobrenaturales se apoya en la Medicina;


dicho de otro modo, en la fuerza activa de alguna cosa que sea. Esta Medicina de toda
cosa debe en primer lugar ser atraída fuera de cierto cuerpo visible, aprehensible y
natural, y después ser conducida a un más alto grado por medio de una operación más
completa, espiritual y sobrenatural, a fin de que el espíritu, que al principio estaba
infundido y acoplado al cuerpo para vivir, pueda ser liberado e impulsado a trabajar,
como la naturaleza espiritual, y el fuego al que se orea, son impulsados a arder; y nada
puede sofocar, extinguir o interrumpir la vida ardiente para obstaculizar a este espíritu,
pero si se ha descuidado separar el alma y el espíritu del cuerpo es absolutamente
imposible proseguir cualquier operación eficaz y conveniente, y que sin embargo sería
necesariamente requerida..., o sea todo lo que es perceptible a la vista, continuo y
concreto a una existencia natural y corporal. Y verdaderamente, en cuanto se cumple la
separación, la vida abandonando el cuerpo natural, la naturaleza espiritual es liberada de
manera que puede penetrar y es transformada en medicina espiritual y sobrenatural. En
resumen, todas las cosas tangibles, sin excepción alguna, son naturales, y deben ser
realmente elevadas a un estado sobrenatural, si queremos destinarlas a la Medicina, pues
sólo lo sobrenatural encierra la fuerza viva capaz de actuar, mientras que lo natural posee
solamente la forma perecedera y sensible.

Cuando Adán fue creado, no tenía alma y ninguna vida le había dotado de fuerza
activa, pero en cuanto el espíritu vivífico lo penetró, produjo por una aspiración
sobrenatural su fuerza de vida y su facultad de vivir. Para decirlo mejor, en cualquier
cosa que sea, lo natural y lo sobrenatural están como emparejados en uno solo y atados
juntos en su domicilio, y por esto se mantiene la perfección de cada cosa. En este
universo en que todas las cosas han sido creadas, algunas son sobrenaturales, y son las
únicas que tienen alma y espíritu; en cuanto a las otras son naturales y sobrenaturales, y
conciernen igualmente a los Elementos y el firmamento, los minerales, los vegetales y los
animales, lo cual se manifiesta por la generación, cuando el alma sale del cuerpo, a quien
deja un domicilio vacío.

Considera, además, que el macrocosmos y el microcosmos fueron compuestos,


formados y creados de la primera materia por la omnipotencia de este principio, en que el
espíritu eterno del Señor era llevado sobre las aguas; ante todo fue fundado el
macrocosmos, el cielo y la tierra, y después de que el agua hubo sido separada de la
tierra, fue el microcosmos, el hombre, evidentemente sacado del macrocosmos. El agua
era la materia encima de la cual se movía el espíritu eterno de Dios. Arrancado de la
tierra más noble o incluso de su quintaesencia, el microcosmos era modelado por la
acuosidad residual de la tierra, pero todas estas cosas eran solamente naturales. Después
de la inspiración ardiente, verdaderamente divina, intervenía en seguida lo sobrenatural,
después de lo cual lo sobrenatural y lo natural eran mutuamente conjuntos. El
macrocosmos es efímero y perecedero aunque constituye un mundo nuevo, pero el
microcosmos es eterno. Al fin el macrocosmos volverá a la nada de la que fue sacado,
pero el microcosmos será purificado por el espíritu de Dios, porque lo posee, y del agua
terrestre primitiva hará un agua celeste purificada, entonces aparecerá de modo
manifiesto que la primera materia habrá sido cambiada en la última, y la última en la
primera. Y la verdadera causa de la destrucción del macrocosmos es que el espíritu del
Señor mudará la sede y el domicilio que tiene en él, para trasladarse al microcosmos. El
hombre es en efecto el templo del Espíritu Santo, si no se ensucia él mismo, y no se da al
infierno, él solo produce este desacuerdo, y Dios se aleja de aquel que creó a su imagen y
que tomó por templo. Y así todo lo que fue dado al macrocosmos está igualmente
contenido en el microcosmos, a saber, el cielo y la tierra con los elementos, y todas las
cosas que le son afines y conjuntas desde el firmamento.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

Reconocemos también que en la primera creación nacieron tres cosas sacadas de


la nada, la esencia anímica, la esencia espiritual y la esencia visible, que llena el papel del
agua mercurial, de la exhalación sulfurosa y de la sal terrestre. Las tres hicieron aparecer
el cuerpo entero y perfecto de todas las cosas. Hace ya mucho tiempo enseñé en mis
escritos, allí donde traté del microcosmos, cómo se producen en seguida y perfectamente
los cuatro elementos.

A fin de referir varios hechos referentes a las cosas naturales y sobrenaturales,


espirituales y corporales, hablemos de la Cananea curada de un flujo de sangre de diez
años por el solo contacto de las vestiduras del Hijo de Dios, y reconozcamos que la
medicina fue verdaderamente sobrenatural para una enfermedad natural: por su fe
obtuvo aquélla esta ayuda de Cristo.

De la misma manera consideramos insigne y sobrenatural en el más alto grado el


milagro de los tres hombres Sadrach, Mesach y Abednego, arrojados a un horno por
orden del rey Nabucodonosor y que sin embargo salieron de él sanos y salvos por la
protección divina. La confusión de lenguas y la aparición de idiomas diversos acaecidas
cuando el derrumbamiento de la torre de Babilonia, que debía elevarse hasta el cielo, han
sido también consideradas como milagro sobrenatural. Y para los israelitas culpables de
haber combatido a los midanitas sin orden de Dios, la obligación de lamer el agua
sacando la lengua a la manera de los perros es igualmente sobrenatural. Cuando Moisés,
el hombre de Dios, golpeando con su vara la roca más dura hizo brotar agua de ella,
ponía en desbandada todo razonamiento humano, de la misma manera que superaba las
fuerzas de la Naturaleza cuando cambiaba el agua salada en una bebida dulce. El paso en
seco de los israelitas a través del mar Rojo, lo mismo que el reverdecimiento de la vara
de Aarón se producían de manera sobrenatural.

Y sobre todo la salida de Cristo de una tumba cerrada, su aparición a los dos
peregrinos de Emaús, su manifestación a través de puertas cerradas eran cosas divinas y
sobrenaturales. Otros numerosos ejemplos tomados de la Historia sagrada podrían ser
citados también, si no nos viésemos obligados a ser breves.

Se asimila a las cosas naturales todas aquellas que se manifiestan en las minas
metálicas, las apariciones corporales de espíritus, los espectros, los pigmeos y los enanos,
que con bastante frecuencia se hacen visibles y presagian bienes o males, la ruina o la
opulencia, lo mismo que todas las otras figuras e impresiones de los metales que se
encuentran bajo tierra, hombres, peces y otros animales formados por la imaginación de
los tres principios, madurados y perfectamente cocidos por la tierra y los otros elementos.
A todo esto se parecen también los monstruos de la tierra, y las cosas de este género a
las que se dan formas extraordinarias bajo tierra en épocas determinadas fuera de las
cuales no se pueden encontrar otras en parte alguna; cierto que en otros tiempos
aparecen de nuevo realmente, y se presentan a nuestros ojos.

Con esto se relacionan también todas las visiones que se suelen conseguir con el
agua, los espejos, el cristal y otros medios, con los sellos y los caracteres, visiones que
sin embargo se diferencian en que algunas de ellas, aunque simplemente naturales,
muestran empero cosas sobrenaturales. Las otras, procedentes de encantamientos, no
son ni naturales ni sobrenaturales sino diabólicas, y por esto se las clasifica en la magia
demoníaca, y están justamente prohibidas a todos los cristianos. También con razón son
condenados y refutados todos estos medios por los textos sagrados como contrarios a la
palabra de Dios y a su orden, así como por los cabalistas verdaderos y naturales, y digo
esto para dejar bien establecida entre las cosas naturales, sobrenaturales y contra natura
una discriminación cierta y una regla determinada.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

De modo parecido todas las náyades, sirenas, súcubos y otras ninfas semejantes
se sitúan entre las cosas naturales, lo mismo que los espíritus terrestres y aéreos, que se
ofrecen al oído, a la vista y al tacto para anunciar una muerte u otra desgracia, o cuya
aparición en ciertos lugares es indicio de tesoros y de fortuna; hay que añadir los
espíritus del fuego, que se muestran en forma de un fuego o de tizones ardientes; todos
son espíritus incorpóreos, sin ser empero esos espíritus infernales que toman posesión de
las almas de los hombres como de tesoros eternos, tal como acostumbran hacer el rey de
los infiernos Lucifer y los excomulgados de su rebaño. Los espíritus, pues de esta primera
naturaleza se presentan a la admiración de los hombres de manera sobrenatural, se
desarrollan, se instruyen y se alimentan únicamente a base de los elementos y por
consiguiente tienen su fin en este mundo terrestre: al carecer de un alma rescatada,
desaparecen totalmente al morir. Ya he dicho bastante y nada añadiré sobre este tema,
pero remito a otros tiempos y a un lugar más adecuado el trabajo de escribir
ulteriormente una obra, en la cual dedicaré un tratado particular a las visiones y a las
apariciones espirituales, que la mayoría juzgan ser contra natura, aunque algunas sean
en realidad naturales, pero consideradas sobrenaturales en la medida de sus operaciones
y de sus cualidades maravillosas.

Para mejor confirmar mi tesis, sostengo que muchas cosas en medicina producen
sus efectos de un modo sobrenatural, manifestándose y actuando de una manera
simplemente magnética, por una cierta virtud espiritual atractiva que se mantiene gracias
al arte, pues éste es un medio intermediario entre la medicina y la enfermedad. Así como
el imán se vuelve sin cesar hacia el astro austral, aunque éste diste de él muchos millares
de millas, se produce en este caso una operación espiritual y una inclinación tan grandes
que unas distancias tan considerables son no obstante recorridas por mediación del aire
que hace el papel de cadena; esta clase de fuerza atractiva es bien conocida del vulgo,
hasta el punto de pasar por un simple hábito que no hace más que oponerse al cambio, y
nadie va más lejos y no observa la calidad oculta, de donde saca su origen la virtud activa
de esta especie. De modo parecido pueden ser curadas las heridas y las enfermedades,
aunque desde la misma manera el paciente y el médico se encuentran separados por una
larga distancia, y no hay ninguna necesidad de emplear para estos ritos expiatorios,
encantamientos y otros medios ilícitos contrarios a Dios y a la naturaleza, sino solamente
estos medios en los que reside una virtud magnética atractiva. Si algún herido obligado a
salir del lugar deja a un médico las armas por las que fue herido, o sangre manada de su
herida, y este último, le administra correctamente medios legítimos de curar según el
tratamiento habitual de las heridas, no se debe considerar como resultado de un hechizo
el restablecimiento regular y seguro del herido. Esta clase de curación se realiza
únicamente por una virtud atractiva del medicamento que por medio del aire es
transportado a la herida para purificarla y cumplir su operación espiritual.

Estas palabras parecerán sin duda a muchos difíciles de comprender y ajenas a las
fuerzas de la naturaleza, y muchos combatirán esta doctrina como contraria a todos los
puntos de la naturaleza; la mayoría llegarán a este respecto a los altercados más graves
para saber si esta curación es natural o no, o si se trata de un hechizo, pero esta
controversia resulta vana si observamos lo siguiente: esta curación es perfectamente
natural, pero es el modo operatorio lo que es sobrenatural y espiritual, como realizado
por cierta causa atractiva particular e incomprensible.

Se demuestra así también que este método curativo actúa al margen de todo
hechizo, diciendo que procede de una unión con Dios nuestro Creador y su Verbo todo
amor, sin intervención de ningún hechizo ni de ningún otro medio contra naturaleza,
unión completamente natural, nacida de una fuerza sobrenatural, invisible,

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

incomprensible, espiritual y atractiva que, teniendo su origen en los astros, realiza la


operación por los elementos.

En fin, puedo reivindicar que esta curación no es resultado de un hechizo, pues es


bien sabido que el diablo se regocija con las calamidades y los infortunios del género
humano, y no presta asistencia a la salud de hombre alguno, lo que hace por lo demás
con sus propios medios y sin asistencia divina. Todavía habría mucho que decir sobre esta
fuerza magnética para evitar diversos errores, pero me detengo y me impongo silencio
esperando haber explicado ciertas cosas concernientes a los milagros naturales del
mundo.

Los espíritus toscos y rudos, atiborrados empero de opiniones sobre la filosofía, y


todos aquellos que tienen los sentidos corrompidos no habrán hecho ninguna distinción
en todo esto, pero el que es sabio y hábil puede distinguir muy fácilmente las cosas
naturales de las sobrenaturales. Que este último esté atento y examine esto por analogía
con algún ejemplo más grosero. Muchos animales en el período invernal carecen de toda
vida, pero cuando vuelve el verano, el calor natural engendra en ellos una vida nueva, de
suerte que el cuerpo resucita en la sustancia misma en la que anteriormente manifestó el
movimiento vital, igual que la brizna de hierba muere en invierno y después renace
verdaderamente. Encontramos completamente natural la muerte de estas cosas, pero la
aparición de una vida nueva, aunque muy conocida, es sobrenatural. Y como el hombre
se acostumbra a todas estas cosas, es bien cierto que a lo largo de este tratado de las
cosas naturales y sobrenaturales, muy pocas le serán accesibles de todas aquellas que a
continuación deberán ser pesadas e investigadas.

La mayoría de las personas acostumbran olvidar con ánimo ligero que el


temperamento del hombre es también sobrenatural. Y estos monstruos que vienen al
mundo con manchas, son cosas seguramente naturales, pero que provienen
sobrenaturalmente de la imaginación innata: la madre del niño imprime accidentalmente
con su imaginación esta forma y este temperamento sobrenaturales, de suerte que
vemos a menudo hombres cometidos a ciertos hábitos, que no pueden jamás renunciar a
ellos, por mucho que hagan por deshacerse de ellos. Esta especie de fuerza innata en el
hombre es natural, pero la concepción que la imaginación de estas cosas ha producido en
la útero de la madre es sobrenatural, y ligada a las impresiones del cielo.

En fin, yo no me separo de esto: para tratar sin error cosas que sobrepasan las
fuerzas de la naturaleza, nadie puede apoyarse en fundamentos adecuados, inatacables y
por razones indudables, a menos que ante todo conozca bien esta clase de fenómenos
que se nos manifiestan por su sola evolución física, que con toda seguridad sacaron de las
cosas sobrenaturales su origen y su forma. Pero, ¿qué sucederá después? El que haya
comprendido probará con una experiencia infalible que ha arrebatado la palma a los que
quitan todo crédito a las cosas sobrenaturales. Al hacerlo trastornará las opiniones de
todas esas gentes, que discutiendo de cosas naturales sin preocuparse de su fundamento,
sólo expresan fruslerías y exponen a la ligera sus meditaciones.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

DE LA PRIMERA TINTURA
Y RAIZ DE LOS METALES

Capítulo II

A fin de realizar verdaderamente mi intención, con el permiso de Dios, y para


captar bien la doctrina de la primera tintura, raíz y generación de los metales que es al
mismo tiempo la raíz de todos los metales, es también un espíritu sobrenatural y volátil e
ígneo, que se mantiene en el aire y busca de manera natural su sitio en el agua y en la
tierra donde puede posarse y operar. Se encuentra este espíritu en todos los metales y
menos abundantemente en el oro que en los otros, porque como el cuerpo del oro está
perfectamente cocido, maduro y fijo, es sólido, firme y compacto, y por esta razón el oro
no puede recibir más de lo que requiere su cuerpo. Los otros metales carecen de cuerpo
fijo de esta especie, sino que sus poros están abiertos y ampliamente diseminados, por lo
que el espíritu de la tintura puede penetrarlos más abundantemente y ocuparlos. Pero
como los cuerpos de estos otros metales no son fijos, la tintura, que no puede subsistir
con cuerpos vagabundos, se ve obligada a salir. Así pues, como la tintura del oro no
existe en nada con más abundancia que en Marte y Venus, es decir el marido y la mujer,
el espíritu de la tintura, después de la destrucción de sus cuerpos, huye de allí para
enriquecer con su sangre el oro preparado encerrado y hacerlo volátil alimentándole y
abrevándole.

De ahí que este oro volátil saturado de su alimento y de su bebida aumente su


propia sangre, la seque con su calor nativo por medio de un fuego vaporoso. Así se
consigue cierta victoria recíproca, que procura la fijeza más grande, a fin de que el oro
pase a una medicina fija en el más alto grado, que no puede manifestar ningún cuerpo
debido a superabundancia de sangre, a menos que en contrapartida no se la añada un
cuerpo muy amplio en el que se extienda la sangre fija en exceso.

Y a causa del calor considerable de la sangre fija leonina, este cuerpo metálico
añadido es penetrado como de un fuego, es purificado de todas las impurezas y resulta
cocido instantáneamente hasta su entera madurez y fijeza, hasta el punto de que es el
esclavo que acumula las riquezas para el señor. En primer lugar éste no puede desear
nada de los harapos del esclavo, pues es a él mismo que la naturaleza regaló la única
vestidura de honor, y para que el señor y el esclavo puedan habitar juntos, el Rey, a su
vez, no puede hacer menos que repartir entre sus guardias la herencia y la duradera
vestidura de corte arrancados del reino, de donde él cobró anteriormente tributo de sus
súbditos.

Ahora bien, no te sorprenda que el Rey tenga necesidad de la ayuda recíproca de


sus guardias, la falta de fijeza de sus cuerpos es en efecto causa de que sólo puedan
prestar poca ayuda, aunque reciban mucha.

Pero cuando el Rey puede ser hecho partícipe de esta cosa, está en mejores
condiciones que los metales impuros de poner en fuga el frío y el calor. Pues recibiendo
de esta manera de todos los que restan, se convierte en único vencedor, y consigue el
muy glorioso triunfo de la opulencia y de la salud para una larga vida.

Creo haberte imbuido suficientemente desde el principio esta doctrina de lo natural


y de lo sobrenatural concerniente a la primera tintura y raíz de los metales y de los
minerales, conocimiento que permite colocar la piedra angular, y fundar en su especie la
muy verdadera piedra, donde la naturaleza disimuló y enterró profundamente sus dones.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

Es en los espíritus excesivamente ígneos y teñidos que por operación de los


elementos ha adquirido esta piedra del cielo y de los astros este color, hasta el punto de
poder en seguida teñir y fijar las cosas que todavía no estaban teñidas ni fijas, como la
luna, a quien falta la corona dorada y la fijeza, y también como Saturno, Júpiter y
Mercurio. Y aunque Marte y Mercurio sólo tengan realmente una necesidad muy mínima
de una vestidura, y puedan comunicarlo a los otros cinco, digo sin embargo que, sin el
León, y desde el momento en que no están lo bastante provistos de la fijeza de su
mercurio y de la sutileza de su sal, nada pueden conservar de lo que conduce a la
riqueza. No es lo mismo si han sido vencidos en combate por el león, de suerte que
elevados superabundantemente en una perfección que no es módica, hayan conseguido
cada uno el triunfo; y esta perfección está oculta en la estrella signada o en su imán, y es
de ella de donde los metales recibieron ellos mismos todos sus dones.

Llego ahora a la generación en la especie, al medio por el cual manifiesta el


Arqueo su virtud propia, la extiende y la saca a la Luz, de donde aparecen a los ojos
todas las formas de los metales y de los minerales, de donde ellas son formadas por los
espíritus ígneos, inaprehensibles y volátiles y de donde ellas toman cuerpo. Acepta pues
de momento lo que he dicho más arriba, aplícate al estudio, preocúpate de no olvidar las
grandes cosas y de no dejar de lado las más útiles para observar al contrario con gran
cuidado la letra estéril, abandonando el camino verdadero. De todo lo escrito aquí, así lo
temo, muchos considerarán los misterios más grandes como los menores, y tendrán los
menos importantes por los más grandes.

Tienes que saber ahora que en todos los metales y minerales de la tierra no hay
más que una sustancia, y también una sola madre, de las que han recibido todas las
cosas, cada cual en su género, su naturaleza entera y su esencia corporal. A decir verdad
la sustancia de que se trata, emanando del centro, se extiende inicialmente en tres
partes, a base de las cuales funda la realidad corporal, al mismo tiempo que la forma
determinada de cada metal. Y bajo tierra, por el solo medio de estos elementos, estas
tres partes son alimentadas a base del cuerpo del metal mismo, hasta que hayan
adquirido su perfección. Y en verdad la sustancia descendente del centro fue concebida
por los astros, producida por los elementos y formada por una cosa terrestre, sustancia
ciertamente bien conocida y sin embargo madre verdadera de los metales y de los
minerales; y es en todos los puntos la sustancia y la madre, de donde el propio hombre
ha sido concebido, traído al mundo, conservado y revestido de un cuerpo, sustancia
equivalente de todas maneras con el centro, ya que todo lo que está contenido en el
macrocosmos, lo está igualmente en el microcosmos y viceversa.

Ahora bien, las cosas que existen al mismo tiempo en el macrocosmos y el


microcosmos se manifiestan también en el centro del mundo, ya que lo que compone el
macrocosmos con el microcosmos es una cierta alma que une y empareja el espíritu con
el cuerpo. Esta alma, es comparada con el agua, y sin duda es un agua absolutamente
verdadera, aunque no moja como la otra, sino que es un agua celeste, seca en cierto
estado líquido y metálico, un agua animada, amiga de todos los espíritus, que se une al
cuerpo y forma una vida perfecta.

Con esto se demuestra justamente que un agua pare todos los metales, un agua
que ha sido calentada por un ardiente fuego aéreo como por un espíritu de azufre, de
suerte que su propia cocción introdujo un alma en el cuerpo terrestre; en éste, y para
que no sea destruido por la corrupción, la sal representa evidentemente el papel de un
preservativo contra la corrupción.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

Así al principio de la generación está en primer lugar el hidrargirio que es


producido, y hasta este punto aparece con su coagulación sutil, porque se le ha
comunicado en propiedad poca sal; por esto manifiesta un cuerpo más espiritual que
terrestre. Vienen después los otros metales, todos los cuales sacan su crecimiento de la
sustancia de este mismo hidrargiro, y gozan de una sal más abundante, de donde
procede su animación. Ahora empecemos por el espíritu del Mercurio.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

DEL ESPÍRITU DEL MERCURIO

Capítulo III

Yo empleo habitualmente un estilo singular, que parece extraordinario a mucha


gente, y la razón es únicamente que para permanecer sujeto a mi experiencia de la
ciencia, he rechazado todos los engaños, puestos en fuga por lo que sé, pues los ojos
prevalecen siempre sobre los oídos, y jamás la verdad ha dejado de triunfar sobre la
mentira.

Afirmo pues, que todas las cosas visibles y comprensibles se firmaron a base del
espíritu de Mercurio, que pasa antes que todas las cosas terrestres del universo, y al cual
todo debe su origen. Pues en él se encuentra en efecto lo que puede vencer sobre todas
las cosas, y lo que busca aquel que cultiva el arte.

Es el principio para obrar sobre los metales, después de haber alcanzado una
esencia espiritual que es un veneno acabado; volando sin alas aquí y allá está un viento
agitador, que expulsado de su domicilio por Vulcano es empujado con fuerza a su caos,
en el cual regresa y se resuelve en los Elementos, donde por una virtud magnética
procedente del amor es atraído por los astros, y de donde antes se elevó y se produjo,
porque está retenido por el deseo de su semejante.

Pero verdaderamente si se puede asir y hacer corporal este espíritu de Mercurio,


se resolverá en un cuerpo, y terminará en una agua pura y límpida, y ésta es el agua
espiritual y la primera raíz mercurial de los minerales y de los metales, espiritual, pues no
cae bajo los sentidos, incombustible, sin ninguna mezcla de acuosidad terrestre, y es el
agua celeste, sobre la cual existen tantos escritos. Por este espíritu de Mercurio todos los
metales pueden ser efectivamente rotos sin ningún corrosivo, sacados a la luz y resueltos
en su primera materia, en caso necesario. Este espíritu es como un reparador de los
hombres y de los animales, a la manera del águila, que consume todos sus defectos y
prolonga extraordinariamente su vida. Este espíritu de Mercurio es la clave principal de
mis otras llaves, de lo cual he tratado al principio, y exclamaré aquí: "Acercaos, vosotros
que sois benditos, a fin de que seáis ungidos con aceite y creados de nuevo por el agua;
abandonad vuestros cuerpos a los aromas, a fin de librarlos de la putrefacción y de la
fetidez."

El agua celeste es en efecto un principio, y el aceite un medio, donde no se


consume lo que es confeccionado a base del azufre, espiritual bien entendido. Y allí está
el bálsamo de la sal hecho corpóreo, que es unido al agua por los buenos oficios del
aceite. Hablaré más largamente de esto a continuación, cuando haya referido y señalado
otra cosa.

A fin de exponer de manera más extensa la esencia de este espíritu de Mercurio,


su materia y su forma, afirmo que se esencia es bienhechora, su materia espiritual y su
forma terrestre, y esto, aunque aparentemente incomprensible, debe, sin embargo, ser
comprendido de cierta manera. Cierto que estas palabras son sutiles, y muchos calificarán
mi escrito de col cocida y vuelta a cocer, y de bellas palabras que engendran bellas ideas.
Esto es completamente exacto, estas palabras son absolutamente maravillosas, y por
esto requieren hombres notables para captar su sentido. Este escrito no puede en modo
alguno servir a los lugareños, para aprender a engrasar los ejes de los carros, ni puede
aportar cosa alguna a los que sean completamente novatos en el arte, aunque hinchados
hasta el máximo por la convicción de un gran saber. A mis ojos sólo es docto aquel que,

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

preocupándose de la palabra divina, y profundizando por un conocimiento verdadero las


cosas de la tierra que deben ser discernidas por la razón, puede separar las tinieblas de la
luz, pues lo malo está disimulado en lo bueno.

No te importe pues saber lo que concierne al comienzo de este espíritu de


hidrargiro, observa solamente que su principio es sobrenatural, habiéndose convertido
desde la creación por los astros y los elementos, a fin de que entre en la cosa terrestre. Y
como ya te he advertido, observa esto, que es indispensable: deja las cosas del cielo y
cáptalas solamente en la fe de tu alma; renuncia también a las cosas siderales, puesto
que las impresiones siderales de este género son invisibles e incomprensibles. También
los elementos, en el tiempo de su formación, pusieron ya de manifiesto este espíritu, y
por esta razón déjalos pasar, atendiendo que nadie fuera de Dios puede producir los
elementos; apóyate únicamente en tu espíritu elaborado, ya partícipe de una forma y
privado de otra forma, comprensible e incomprensible, presentado empero visiblemente,
así tendrás lo bastante de la primera materia, de donde nacieron todos los metales y los
minerales: es una cosa única y una materia tal, que está unida al azufre del capítulo
siguiente y que entra en coagulación con la sal del capítulo quinto, para que de ahí
resulte un cuerpo y la perfecta medicina de todos los metales, y que no solamente los
engendre en tierra, como en el macrocosmos al principio, sino que en el microcosmos por
medio de un cuerpo vaporoso, los transmute el uno en el otro con aumento. ¡Y podrás
después de esto no admirar todo lo que ha permitido el Altísimo, y ha suscitado la
naturaleza!

No faltarán, creo yo, personas completamente incapaces de dar fe a estas cosas,


personas que desdeñarán y que censurarán estas clases de misterios demasiado alejados
de sus propias concepciones; que sigan siendo, éstos, asnos groseros y hombres
insípidos, hasta su iluminación, que fuera de la voluntad de Dios no es concedida a nadie,
sino que sigue pendiente de su permiso. Los hombres verdaderamente informados y
experimentados en estas materias, habiendo sudado mucho en la tarea, no me rehusarán
su testimonio, fortaleciendo así la verdad, y entonces realmente todos mis escritos
gozarán de la aprobación final y serán juzgados tan veraces como el enunciado de esta
verdad: el cielo y el infierno son, para los elegidos y los condenados, la sanción del bien y
del mal.

No es solamente con la mano como escribo ahora, sino impulsado por el espíritu y
el corazón, porque numerosos doctores simuladores y muy vanidosos persiguen sin cesar
estos misterios con su odio, con su envidia, con sus burlas, con sus invectivas y sus
ultrajes, atacando hasta el tuétano el más oculto, que tiene su principio y su origen en el
centro. Pero yo supe con certeza que debe llegar un tiempo, cuando mis huesos llevarán
mucho tiempo desecados hasta la medula, en que los hombres desearán reclamarme al
sepulcro, y de buen grado, si fuese posible, querrían resucitarme de entre los muertos,
pero en vano: de ahí por qué les he dejado mis escritos, donde su confianza conocerá el
sello de la verdad, expresando el deseo supremo de testimoniar con esto hasta qué punto
he envidiado poco a los investigadores, pobres y otros, estos misterios, por poco que me
hubiese convenido publicar tantos escritos. No he podido, sin hacer empero mal a mi
alma, abstenerme de echar un vistazo a través de la nube, a fin de poder percibir el día, y
de arrojar la noche oscura así como la tempestad desordenada y tenebrosa.

Sabes ahora cómo progresa en su operación el Arqueo con el auxilio del espíritu de
Mercurio sobre la tierra o en sus entrañas, y porque la semilla espiritual es alimentada
por los elementos desde que es concebida por la impresión bajada de los astros y
alimentada por los elementos, sabe que esta esperma es convertida en un agua mercurial
desde que nace. De esta manera fue al principio creado el macrocosmos de la nada, y

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

precisamente porque el espíritu era llevado sobre las aguas, se concibe que cierto calor
celeste animaba la criatura acuosa, fría y terrestre. En el macrocosmos dominaban una
influencia divina y la obra de las luminarias celestes, de modo parecido en el microcosmos
una influencia sumamente fuerte sostendrá gracias a su espíritu muy divino y muy santo
el régimen adecuado para operar en la tierra.

Además, el Todopoderoso había establecido los medios de realizar todas estas


cosas, de manera que cada criatura recibiese la facultad de influir en otra, y que una
hiciera avanzar la otra en el cumplimiento de las obras del Señor. Y como había sido
cedida a la tierra por las luminarias del cielo una cierta influencia para engendrar, y
también un calor interno para recalentar y madurar lo que un frío, excesivo en relación
con su acuosidad, aportaba a la tierra, y en términos más generales lo que su género
particular aportaba a cada criatura según su especie, de la misma manera hay que atraer
a través del cielo estrellado una cierta exhalación sutil, exhalación no vulgar, sino vapor
clarificado y puro, separado de los otros, que se une con la sustancia mercurial, y en el
que por efecto de su calor durante un largo espacio de tiempo la humedad se deseca tan
evidentemente, cuando sobreviene el carácter propio del ser animado, y que manifiesta
un cuerpo y un bálsamo para la conservación, y que ante todo alcanza la tierra por un
influjo espiritual y estrellado. De ahí proviene la generación de los metales, aunque esto
es según la mezcla de los tres principios y, según cuál de los tres adquiere el dominio, se
produce el cuerpo.

Si pues el espíritu de Mercurio es aportado de lo alto a seres animados, de ahí


resulta también una naturaleza de ser animado, si tiende de buen grado hacia los
vegetales, de ahí nace una cosa vegetal, si en fin su propia naturaleza infusa se inclina
hacia los minerales, de ahí nacen minerales y metales, no importa, pero cada cual con su
carácter propio según su elaboración. Los seres animados se obtienen de sí mismos, los
vegetales también de ellos mismos pero según otra proporción y otra forma, los
minerales igualmente de ellos mismos y cada cual por un cierto camino particular. Habría
mucho que publicar sobre todo esto, y habría que enseñar de ello lo más posible.

Sin duda se me preguntará aquí, y no sin razón, cómo el espíritu de Mercurio de


esta clase debe ser obtenido y elaborado, por qué método y qué camino debe ser
preparado para poder expulsar las enfermedades, y, por transmutación y aumento de la
semilla, poder alterar todas las clases de metales segundos que deben ser por así decirlo
engendrados en el microcosmos. Muchos esperarán ávidamente mi respuesta a esta
pregunta, yo no se la ocultaré, sino que se la enseñaré fielmente, al menos en lo que
permiten las órdenes divinas y la prudencia, y de esta manera:

R/: Toma en nombre del Señor el hidrargiro rojizo que recuerda el color del
cinabrio, con el oro mejor, que tendrás realmente en abundancia, tritúralos juntos sin
daño, antes de que hayan sufrido la prueba del fuego, vierte encima aceite de mercurio
preparado per se a base de hidrargirio vulgar purificado y sublimado, ponlo a digerir
durante un mes, y así poseerás un extracto más celeste que terrestre. Destílalo
lentamente al baño de María y las flemas se escaparán, dejando en el fondo un aceite
denso que llama a todos los metales al movimiento. Vierte sobre él el triple de espíritu de
vino, remuévelo circularmente al Pelícano hasta que haya adquirido un color de sangre y
ese dulzor al que nada puede compararse. Decanta el espíritu de vino hasta el licor, y de
nuevo vierte sobre él espíritu de vino fresco, repitiéndolo cuanto sea necesario para que
toda la materia translúcida de dulce sabor y de color rojo de fuego se eleve hasta la
saciedad. Después junta estas últimas materias, vierte el líquido sobre tártaro blanco
calcinado, destila fuertemente sobre la ceniza, así el espíritu de vino permanecerá en el
tártaro, mientras que el espíritu de Mercurio será extraído. Mezclándolo con el espíritu del

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

azufre del sol y con su sal, y juntando los mismos espíritus para que nunca jamás puedan
ser separados, te adueñarás de una cosa tan grande, siempre que con el oro alcance por
solución su término como una justa medida y un límite establecido, y que en su plena
madurez sea llevado a la más que perfección; entonces nada se le puede comparar para
librarse de las enfermedades y de las necesidades, y para adquirir el bienestar general del
cuerpo y la posesión de los bienes.

He aquí pues el camino por el cual se puede adquirir el espíritu de Mercurio,


camino que he dado a conocer tanto como me ha sido permitido por aquel que manda en
todo. Las manipulaciones que te he indicado ya en este mi trabajo, las observarás
prudentemente según mi muy leal advertencia, a fin de no prepararte por mi causa un
baño en el infierno, porque la puerta que da acceso al palacio del rey, sólo se abre
verdaderamente con una llave. Esta llave cura todas las enfermedades, la hidropesía, la
tisis, la artritis, el cálculo, la epilepsia, la apoplejía, la lepra y todas en general sea cual
fuere su nombre. Este remedio cura también todos los géneros de enfermedades
venéreas, y todas las úlceras inveteradas, herpes, morfea, úlceras malignas, fístulas,
carcinomas, úlceras de los senos, tal como te lo he indicado yo, y no te he ocultado nada.

Observa en fin, si no quieres más amplias divulgaciones, que todo el arte tiene su
origen en este espíritu de Mercurio, que con la ayuda del azufre espiritual es reanimado y
excitado a la vida; al propio tiempo se eleva de allí una cosa celeste, con la sal en efecto
y por la sal adquieren un cuerpo y una forma, y de hecho admitirás que el principio del
alma, del espíritu y del cuerpo es una especie de imán, es esto y nada más, y no se
puede juzgar de otra manera. En resumen, sin el espíritu de Mercurio, que es la única y
verdadera clave del oro potable corporal, la piedra de los Filósofos no puede ser nunca
elaborada. Descansa en esta opinión y persevera y guarda silencio, y desde el momento
en que yo mismo renuncio a hablar más, que el silencio nos sea impuesto igualmente a
mí y a ti. Confía a otro la búsqueda, que no da aún la prueba de la cosa, pero en lo
tocante a la ejecución confíala sólo a ti mismo.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

DEL ESPÍRITU DEL COBRE

Capítulo IV

La estrella de Venus es de una computación difícil, lo cual confiesan


necesariamente conmigo todos los matemáticos y astrónomos, pues su curso sigue una
ley diferente de la de los otros seis planetas, y por la misma razón difiere su salida,
porque el nacimiento de Venus ocupa la primera tabla después de Mercurio, lo cual se
aplica también en cierta manera a las generaciones de los metales: Mercurio da el
cumplimiento, Venus con su belleza atrae y hace nacer el deseo, y éstas son cosas
estimulantes. Aunque no me declaro en modo alguno astrónomo, ni experimentado en el
movimiento de los astros, ya que para mí debe reservarse el tiempo a las oraciones en el
santuario, sin embargo, para no pasar en la ociosidad el que me queda después del
cumplimiento de mis devociones, me fijé y establecí un fin, el estudio de las cosas
naturales y su puesta en práctica. Pero no es fácil calcular las cosas que se manifiestan,
nacen y crecen partiendo de Venus, ni de dónde fue engendrada la propia Venus, porque
ésta está absolutamente provista de una vestidura, de la que no tiene necesidad, sino
que por el contrario es rechazada fuera de la misma por la ausencia de aquellos de los
que tendría mayor necesidad para llegar a ser constante.

Ahora bien, sabes que Venus fue provista de una vestidura por la acción benéfica
de un azufre celeste, que el resplandor del sol por un largo intervalo deja detrás de él,
pues verdaderamente está rodeada más que el oro de una abundancia de azufre, como
de hecho es reconocido por la ciencia. Pero sea cual fuere la materia del azufre del oro,
abundante y predominante en Venus, y de la que yo mismo hablo tanto y de tal suerte,
debes saber que es también un espíritu volátil y ardiente, que tiene la virtud de invadirlo
y de penetrarlo todo, lo mismo que madurando y acabando de cocer los metales
imperfectos, puede también elevarlos a la perfección más de lo que creen los ignorantes.
Ahora se plantea una pregunta: ¿cómo puede el espíritu del cobre impulsar a los otros
metales imperfectos a su perfección y a su madurez, siendo así que su cuerpo es él
mismo imperfecto y no fluye? Respondo, como lo he recordado con frecuencia, que este
espíritu no puede poseer en el cobre ningún cuerpo duradero como domicilio. Por esto, al
ser su domicilio destruido por el fuego, el huésped huye, y no sin dolor se ve obligado a
abandonarlo, porque cuando habita a título de inquilino, apoya su defensa en el cuerpo
fijo del oro, de manera que no puede ser desahuciado sin una sentencia de un juez
particular, ya que se ha establecido en este domicilio como heredero, y que como una
raíz bien hundida, persevera en su cuerpo, a fin de no poder ser echado de él por
casualidad. La tintura en la cual participa Venus, puede ser igualmente descubierta en
Marte, y ciertamente con una virtud más grande y más eficaz. Marte es en efecto el varón
de Venus, cosa que he referido más prolijamente en los lugares donde he tratado de
estos dos. Una tintura de este género está oculta en el cardenillo, sin embargo, se la
encuentra en el "vitriolo", y también en un mineral con respecto al cual se podría
componer especialmente un libro. Pues en todas estas cosas se encierra un azufre que
arde, y un azufre que arde menos, y cosa seguramente asombrosa, el primer azufre se
blanquea mientras que el otro se enrojece en la generación operadora, pero el azufre
innato es incombustible, y es de este mismo azufre, del que por una raíz única proviene
el azufre del oro.

Revelo muchos más secretos de los que debiera, pero qué hacer, si guardase
silencio sobre todo, no tendría disculpa; sin embargo, la justa medida sale siempre
triunfante, según observarás en mi último tratado de la Protesta, donde no olvidarás mi
demanda.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

Este azufre merece con justicia el nombre de azufre de los Filósofos, puesto que
en el mismo está enterrada toda la sabiduría, más que en el espíritu de Mercurio, que se
manifiesta antes que él, y con el cual está unido a la sal de Marte por una conjunción
espiritual, de suerte que los tres estén reunidos en uno y que sean elevados en una
operación igual.

Este espíritu de azufre, de la misma manera que el espíritu de Mercurio, tiene su


origen en la región superior, pero, sin embargo, de una manera y en una forma
diferentes, por el hecho de que los astros manifiestan una diferencia entre las cosas fijas
y no fijas, entre las cosas coloreadas y no coloreadas.

La tintura consiste en el solo espíritu del cobre, y por la parte más grande en su
esposo, y es un vapor absolutamente puro, fétido y de olor fuerte al principio, que debe
ser resuelto como en un líquido, a fin de que se pueda preparar con él un aceite fétido e
incombustible, que, sin embargo, tenga necesariamente que obtener su principio de
Marte. Este aceite se complace en la participación del espíritu de Mercurio, con el cual se
juntan súbitamente todos los cuerpos metálicos, siempre que antes hayan sido
preparados según el método de las llaves que ya he escrito.

Aquí me aparto del orden de los planetas, y no sin razón, porque sigo sus
generaciones, es un orden al cual me sujeto. Como Venus está sobrada de azufre, por
esta causa, lo mismo que Marte, terminó de cocer y de madurar más pronto que los otros
metales, pero como el Mercurio fluido les prestó poca ayuda, no habiendo podido actuar
más enérgicamente en razón al exceso de azufre, han sido completamente frustrados
para el exacto mejoramiento de sus cuerpos no fijos. Ahora tengo que revelarte aquí
cierto misterio: en el oro, el cobre y el hierro, están contenidos un mismo azufre, una
misma tintura y materia, y esta materia es un espíritu de la tintura, una niebla y un
vapor, como ya te he explicado más arriba, que penetró y puede penetrar todos los
cuerpos. Si tú puedes tomarlo, y si lo aguzas con el espíritu de la sal de Marte, y si le
añades según su peso el espíritu de Mercurio, si también los purgas de toda impureza a
fin de que adquieran un olor suave sin nada corrosivo, posees de esta manera una
Medicina a la que nada puede igualarse en el mundo. Y si ésta es fermentada por un sol
resplandeciente, has allanado el camino de la operación que penetra y transmuta todos
los metales.

¡Oh eterna sabiduría! Qué gracias podemos darte por estos supremos misterios
que ocultaste en la Naturaleza, que son empero tan descuidados por los hijos de los
hombres que desdeñan su conocimiento, las cosas están ante sus ojos y no las ven, las
tienen entre sus manos y no las cogen, manipulan la cosa sin saber nada de ella, y las
que actúan de modo que sus propiedades internas les son desconocidas. Para ti en fin en
verdad, y por el amor de Dios, descubriré también aquí, la raíz del azufre Filosófico,
azufre que es un espíritu celeste e igualmente el principio de la sal espiritual que existen
separadamente de la raíz del Mercurio espiritual y sobrenatural, y se encuentran en una
materia única, de donde se elabora la piedra, que se manifestó delante de mí, y no en
varias cosas, a pesar de que todos los Filósofos tratan sobre todo el Mercurio en sí, así
como de la sal, para preparar separadamente el Mercurio, separadamente el azufre y
separadamente también la sal. Yo afirmo, sin embargo, que esto debe entenderse
solamente de su superabundancia, lo que yo he encontrado también en mayor cantidad, y
que, en particular, puede ser empleado de numerosas maneras y no sin utilidad en la
Medicina y en la mutación de los metales. Pero en un plano universal, el tesoro
seguramente más grande de la sabiduría terrestre y de todos los tres principios, es una
cosa única, y es a la vez descubierta en una sola cosa y extraída de esta cosa, puede

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

reunir todos los metales en una cosa, y es el verdadero espíritu de Mercurio, y el alma del
azufre, conjuntamente encerrada con un sol espiritual bajo un cielo, y habitando juntos
en un cuerpo, y son el dragón y el águila, el Rey y el león, el espíritu y el cadáver, que
debe teñir el cuerpo bruto del oro en una Medicina, y de aquí recibe poder bastante para
teñir a sus compañeros.

¡Oh dichosa medicina otorgada por Dios tu creador! ¡Oh imán celeste que atrae el
amor más elevado! ¡Oh sustancia florida de los metales, qué poder eficaz es el tuyo, qué
insondable es tu virtud, cuán fuerte es tu conocimiento! Bienaventurado en la tierra aquel
que conoce verdaderamente la luz, que desdeña el mundo entero, pues no sufrirá
ninguna pobreza, ninguna enfermedad le alcanzará, ninguna invalidez le atacará hasta el
término fijado de su muerte, hasta el tiempo extremo de su vida determinado por el
mismo rey de los cielos. No existe en todas las lenguas de los mortales un número
suficiente de alabanzas para loar la fuente de la sabiduría oculta en este tesoro. Si
pudiesen contemplar y reconocer esta Majestad sobrenatural, todos los parlanchines se
verían reducidos al silencio y confusos, más aún, quedarían trastornados y ya no
encontrarían palabra que decir. Yo mismo, al recordar cuáles y cuántas cosas he podido
revelar, me siento espantado, pero cuento con implorar a Dios que no me lo cuente como
un pecado mortal, puesto que abordé la obra en su temor, que la realicé por su gracia,
que la revelé sólo por alabarle.

¡Oh santísima y eterna Trinidad! Es con la boca y con el corazón como te ofrezco
acciones de gracias y alabanzas, porque con tu verbo divino, por el que conocí toda tu
poderosa virtud, me revelaste la más alta sabiduría de este mundo, y las maravillas
sobrenaturales cuyo conocimiento evitan los hombres. Muy humildemente te ruego que
me des aún más inteligencia e ingenio de espíritu, a fin de poder emplearlos con fruto y
eficacia con un perpetuo sacrificio de alabanza delante de Ti, por la caridad cristiana con
mi prójimo, y por mi salud tanto espiritual como corporal. Y por esto, que tu nombre sea
loado y glorificado ante todas tus criaturas en el cielo y en la tierra, y que mis adversarios
aprendan que tú eres el Maestro de las maravillas infinitas, y que ellos mismos alcancen
por esto un día el arrepentimiento y la conversión, y no sean engullidos por las tinieblas
de las mentiras! Así ayúdame, ayúdanos a todos, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en Tu
muy elevado trono. Tú que dominas todas las cosas por la gloria y la majestad, cuya
sabiduría no tiene principio ni fin, que temen necesariamente todas las criaturas celestes,
terrestres e infernales, y que eres bendito por todos los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh Serafín! ¡Oh Querubín! Tus maravillas son grandes, vuelve los ojos de tu
gracia a tu siervo, y muéstrate sensible a las plegarias, contén tu cólera, porque he
divulgado esta revelación.

A propósito de la generación del cobre sabrá el lector, y observará, que el cobre


nace gracias a un azufre demasiado abundante. A decir verdad el Mercurio y la sal
guardan por sí mismos un equilibrio en el cobre, tal que ninguna cantidad de uno o de
otro están en exceso o en defecto, sino porque el azufre por su abundancia subyuga al
Mercurio y la sal, nace de ahí una gran rojez teñidora, que invade los metales, y que es
para ellos un obstáculo, a causa del cual pudo Mercurio hacer menos su fijeza, que a
continuación habría permitido al cuerpo ser procreado fijo. Aprende también esto con
referencia al cobre: con su cuerpo hay en él una cosa análoga a lo que es la resina para
los árboles demasiado vigorosos, tales como el alerce, el cedro, el pino y el abeto, y otras
varias clases de árboles, cuyo azufre es una resina, que a causa de su abundancia, y no
pudiendo soportarla toda, rechazan ellos de vez en cuando. Un árbol de este género,
impregnado por la naturaleza y la perfecta cocción de los elementos de una grasa
abundante, arde más fácil y más alegremente, no es denso ni resistente como lo son por

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

ejemplo el roble, y las otras maderas duras, densas y compactas, y los poros de éstas no
están abiertos como los de las maderas más ligeras, donde el azufre puede dominar en
abundancia. Por esta razón la madera de roble se complace en un Mercurio más
abundante y en una sal más eficaz que la madera de pino y las otras, y una madera de
esta clase no tiene tendencia a flotar en el agua como la madera de abeto, porque es
demasiado apretada y demasiado compacta, de suerte que el aire no puede sostenerla.
Lo mismo hay que decir de los metales, y particularmente del oro, que, debido a un
azogue más abundante, fijo, enteramente cocido y maduro a punto, tiene un cuerpo
sólido, resistente, compacto, fijo e inatacable, y no sufre ningún perjuicio por el fuego, el
agua, el aire y la podredumbre de la tierra, pues sus puertas están cerradas, de suerte
que la fuerza corruptora de los elementos no puede infligirle ningún daño. Esta fijeza y
esta composición tan estrechamente compacta nos dan la demostración de su densidad
natural, que no puede manifestarse en los otros metales, cosa que descubrimos no
solamente determinando su peso por pesada, sino también de esta manera: si se pone un
escrúpulo de oro puro sobre cien libras de azogue, se va rápidamente al fondo, mientras
que al contrario todos los metales, en igualdad de peso, puestos sobre azogue
permanecen en la superficie y no se van al fondo, pues sus poros son más grandes, de
manera que el aire, o el aliento, puede penetrar en ellos para aguantarlos.

En fin, para el Mercurio estudiarás además el espíritu de Venus, o, por lo que


concierne al espíritu del cobre, observarás que su virtud es en altísimo grado saludable,
considerando no solamente este espíritu establecido en su primer ser, sino fijado él
mismo en una última materia. A decir verdad su virtud y su eficacia son tales, que en las
afecciones uterinas se recomienda antes que todos los demás medicamentos, y contra la
epilepsia en particular no existe medicamento que le sea comparable. Este espíritu,
asimismo, tiene principalmente el poder de secar la hidropesía, preserva la sangre de
podredumbre, y si algo perjudica el estómago hace digerir y disuelve la piedra, sea cual
fuere la clase de cálculos. En aplicaciones externas este espíritu procura una curación
total a las heridas, a esa úlcera llamada noli me tangere, y no existe una sola llaga
inveterada, que tratada por este espíritu, no sea combatida y resulte por completo
curada. Exteriormente determina la cicatrización, y penetra seguramente hasta el núcleo,
donde la curación y la Medicina operante pueden tener su sitio y su principio. Por vía
interna este espíritu penetra y sigue la pista de todos los defectos ocultos en el cuerpo
humano, no se diferencia de una vulneraria contra los tumores supurantes, y ningún
absceso deja de curarse si se trata con él. En resumen digo que si has observado
debidamente el espíritu de Venus, éste se manifestará, interior y exteriormente,
asombrándote hasta el punto de que considerarás increíble su virtud y más preciada que
cualquier otra cosa. Pero ya he hablado bastante del espíritu de Venus.

Por lo que respecta al espíritu del cobre, sabe también que caliente, penetrante e
indagador, consume todos los humores viciosos y las flemas superfluas en los hombres y
en los metales, debe pues con justo título figurar en la corona de la Medicina, es
completamente ígneo y agudo, incombustible, espiritual no obstante, y sin forma. Por
esto puede también quemar, cocer y madurar conjuntamente las cosas sin forma tales
como los espíritus, y a ti, si eres un verdadero observador de la naturaleza, que este
espíritu te sea particularmente recomendado, y no te abandonará ante ningún obstáculo
de salud o de riqueza, con tal de que le hayas debidamente observado a él mismo, y que
lo hayas administrado según es justo. Más tarde, espero que un día encontrará mi sueño
sitio y auditorio entre numerosos observadores de la naturaleza, poseídos del deseo de
estudio y de ciencia, y por esta razón que agucen sus sentidos, que abran los ojos, que
presten oído, hasta que saquen de mis preceptos lo que jamás hasta ahora ha sido
observado ni percibido interior ni exteriormente en este espíritu del cobre. El que no
pueda captar debidamente mis escritos, observarlos y comprenderlos, éste, creo yo, ha

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

sondeado poco los secretos, y sin mí no ha conseguido realmente su pista, no ha buscado


y alcanzado con fruto el conocimiento, y por esto, en lo que concierne al espíritu del
cobre, nadie puede juzgarme, si antes no ha vuelto y revuelto el cobre, y si, a ejemplo
mío, no ha conocido exactamente todos los misterios de su virtud interna. Si consigues
aprender cosas mejores, y que yo ignoro hasta hoy, cosa que deseo vivamente, no las
calles, la ciencia te lo recompensará con creces, y por esto yo te encomiendo al altísimo
Creador.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

DE LA MARCA DE MARTE, DE SU ESPÍRITU


Y DE SU TINTURA

Capítulo V

Existe en Marte y en Venus el mismo espíritu, y también la misma tintura, que se


encuentra igualmente en el oro y en los otros metales, por muy pequeña que sea la
cantidad en que un espíritu de esta clase sea descubierto en cada metal. Es un hecho
entre todos claramente establecido que se encuentran hombres diversos, sentimientos
diversos, aunque inicialmente los hombres hayan nacido de una misma materia prima, y
de una misma semilla, sus sentimientos empero y sus inteligencias difieren, porque así y
no sin razón lo ha producido el influjo de los astros. El macrocosmos actúa en efecto en el
microcosmos, ya que los sentidos, la naturaleza y los pensamientos todos juntos con la
complexión universal del hombre dependen de las solas influencias de los astros, y se
modelan según los planetas y las estrellas. Pues esto nada puede vencerlo enteramente,
ni poner obstáculo a esta especie de influencia, pues esto mucho tiempo antes que el
nacimiento le procuró la perfección y le condujo a su fin. Así un hombre arde
naturalmente por el estudio de las letras, otro por la teología, otro por la jurisprudencia,
un cuarto por la medicina, un quinto busca solamente la filosofía. Muchos temperamentos
se inclinan además hacia los trabajos de ejecución, uno se hace pintor, otro orfebre, éste
zapatero, aquél comodón, el de más allá escultor, y así sucesivamente, de maneras
diversas e innumerables. Y todo esto proviene del influjo de los astros, de donde toma
fuerza la imaginación y se establece fundamentalmente de manera sobrenatural. Hacia
este fin afirman su voluntad, y suponiendo que un hombre haya establecido o decidido
alguna cosa, aprendemos así que nadie puede después apartarse de ella, salvo la muerte,
última atadura de las cosas. De la misma manera hay que juzgar a los químicos, talmente
absortos en los secretos de la naturaleza, que soportan por ello el verse penosamente
vapuleados, a menos que hayan explorado profundamente la naturaleza, que no la hayan
desligado y conducido a su fin, cosa que, sin embargo, es difícil por no decir imposible.

Algo parecido ocurre con los metales, en la medida en que por una influencia de lo
alto les corresponde una forma. Aunque a todos los metales les quedaría bien un solo y
mismo nombre, siendo metales verdaderos, yo creo, sin embargo, y tú los has
comprendido a propósito de las tendencias variadas de los hombres, que todos son
también hombres nacidos de una sola materia, que pueden existir metales variados y
diversos, algunos de los cuales recibieron una complexión y una naturaleza caliente y
seca, o fría y húmeda, o incluso intermedia. De ahí procede que el metal de Marte esté
colocado en su rango antes que los otros por una cierta sal espesa en muy gran cantidad,
y que encontremos también en él un cuerpo sumamente duro y grosero, que la
naturaleza le asignó y concedió. En efecto, hay en él una parte muy pequeña de Mercurio,
un poco mayor de azufre y muy grande de sal, y es de esta mezcla que nació en seguida
su sustancia corporal, y que fue puesta en el mundo por el poder de los elementos. En la
operación, su espíritu se ajusta con los otros espíritus, pero si sacándolo de Marte se
puede conocer un espíritu auténtico y verdadero, yo afirmo con toda verdad y
conocimiento cierto que un grano de este espíritu mismo, o de la quintaesencia, tomado
con espíritu de vino, fortificará la energía del hombre, su corazón y su inteligencia. Él
destierra todo temor a los enemigos de Eutimia, produce en el hombre un corazón león y
lo impulsa a emprender y consumar el combate de Venus. Observando la conjunción de
Marte y de Venus en cierta constelación, gozarán de la fortuna y de la victoria en el amor
y en el dolor, en la división y en la alegría, y se juntarán amigablemente, aunque
hubiesen de ser zarandeados por el odio y la enemistad de todo un mundo.

21
Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

Pero dado que yo soy un hombre de Iglesia, debo por ello someterme a la regla
eclesiástica, y confiar mi alma a Dios, fuera de las seducciones de la pasión humana y de
la ambición de la carne, porque estas cosas ilícitas abren un camino hacia el infierno, pero
el mandato divino, el temor y la benevolencia divinamente concedidos a la voluntad
humana abren un camino hacia el cielo, donde se continúan en una invocación verdadera
y en una fe auténtica y sincera en el único trono de la gracia, Mediador y Protector,
nuestro Salvador Jesucristo.

Por la acción benéfica de este espíritu todas las enfermedades marciales son
derrotadas de manera asombrosa, así, por ejemplo, la disentería, o diarrea intestinal, las
enfermedades de la mujer llamadas menstruos blancos y rojos, todos los flujos de vientre
y úlceras abiertas, en los muslos, en las piernas y en todo el cuerpo, así como las
enfermedades, internas y externas, en razón de las cuales, o donde ellas toman su
nombre, se manifiesta Marte sanguinario. Igualmente estas dolencias de orden general,
que no es necesario designar por su nombre, ya que son por sí mismas bien conocidas de
los médicos experimentados como sometidas todas ellas a Marte y de su competencia. El
espíritu del hierro que se supone exactamente conocido, se complace en una conjunción
oculta con el espíritu de Venus, de suerte que puedan juntarse en uno, y de ahí resulta
una misma y única materia, de una operación, de una forma y de una sustancia
constantes, que tanto puede curar las mismas enfermedades, como trabajar ella misma y
resolver, e incluso llevar a mutación las propiedades particulares de los metales, y esto
con fruto, honor y abundancia. Pero a decir verdad, hay que considerar también a Marte
con su virtud propia, tal que en su forma corporal se complace él por su solo cuerpo
terrestre, que se puede utilizar para interrumpir el derrame de sangre en las llagas
externas, el prurito de luna, e interiormente en el estreñimiento intestinal. Esto empero
no se consigue siempre, ni el cuerpo humano interior y exteriormente, ni en la práctica de
los metales, porque sin el conocimiento de los sabios remedios que la naturaleza en su
ciencia escondió en él, su cuerpo por sí solo no puede ser lo bastante útil para triunfar.

Ahora hay que exponer un hecho singular: es evidente que el imán y el hierro
verdadero producen en los cuerpos enfermos un efecto único y casi idéntico, y que
participan también de una naturaleza casi idéntica, naturaleza que el alma y el espíritu
poseen en un sentido celeste, espiritual y elemental, del que han nacido entre el cuerpo,
el alma y el caos y de donde se desprendió el cuerpo fuera de la última composición.

Pero, ¿qué hacer? Los espíritus demasiado incultos y demasiado pesados no


comprenderán, los que son hábiles a medias no observarán lo que yo escribo, los que
tienen olfato hilarán demasiado delgado, por consiguiente es necesario aquí reflexionar y
saber elegir, a fin de que mi victoria sea completa sobre todas estas gentes perspicaces:
es pues así que te enseñaré y te documentaré, porque el razonamiento descubre él
mismo y hace ver claramente la idea definitiva, lo cual pone ostensiblemente de
manifiesto la solución, pues no es una sencilla opinión quien puede hacer comprender
mejor lo que puede uno mismo expresar, resolver y explicar.

Observa en fin esto en este capítulo: ninguna conducta ordenada puede ser
firmemente mantenida cuando los dos cónyuges están desunidos, cuando uno quiere
hacer volver su carro hacia el oriente, el otro hacia el occidente, y que por esta razón y
con la misma fuerza tiran desigualmente del carro, de lo cual se deriva una gran división
y grandes contratiempos, con lo que realizan mucho menos su esperanza. Pero cuando
unos humanos fieles, ligados por las cadenas del matrimonio, tienen el vivo deseo de
administrar firmemente sus negocios familiares, deben estar unidos en un mismo espíritu,
una misma voluntad, una misma inteligencia y una misma virtud, con vistas de cumplir

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

su designio, deseando con todo ardor la inteligencia, el corazón y la voluntad de cada uno
confiarlo todo al otro; en otras palabras, buscan una confianza y un amor perfectos.

Si falla uno u otro de los dos, nuestros tres principios se ligan entre sí menos
correctamente. En efecto, el Mercurio es temeroso y carece de fijeza, el azufre está
también debilitado, demasiado apagado no es capaz de calentar el amor, y tampoco la sal
se complace en su tendencia natural innata y adecuada, sino que es demasiado dura,
demasiado compacta y en exceso porque produce una coagulación densa, es ácida y
cáustica, porque expresa muy poco en su confianza y en su constancia.

Así ocurre ahora con las cosas humanas, y el mundo yerra ya, y se encuentra
plagado de vicios de este género, pues la constancia es débil, la caridad poca y la fe muy
reducida.

Estoy convencido de que este ejemplo filosófico nadie me lo echará como crimen,
porque Siracides de diversas maneras alaba y censura a la vez la buena fe y la malicia de
una mujer engañadora: pero ahora digo adiós a Marte, y a este respecto nadie puede
discernir por su juicio que estas cosas son mucho menos diversas de lo que parecen,
salvo aquel que las haya observado con aplicación, que haya conocido su naturaleza y su
propiedad, y los haya correctamente profundizado. Que Dios, nuestro padre celestial,
virtud eterna, nos distinga de tal suerte que nuestro cuerpo terrestre y perecedero
encuentra una transfiguración celeste, espiritual e incorruptible. Amén.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

DEL ESPÍRITU DEL ORO

Capítulo VI

Una luz del cielo me ha conminado ahora a gobernar mi pluma para revelar la
fuerza y la constancia, pues el sol es un fuego ardiente y que consume, cálido y seco,
donde se oculta la virtud verdadera de todas las cosas naturales, virtud que asocia la
inteligencia, la opulencia y la salud. Mi pensamiento se entristece verdaderamente y mi
espíritu se espanta en sí mismo de todo lo que saco ahora a la luz, cosas que antes de mí
eran absolutamente secretas y desconocidas de todos, y que anteriormente estuvieron
envueltas y disimuladas por los más profundos misterios. Descendiendo dentro de mí
mismo y explorando mi conciencia, no he podido evitar empero enteramente el inclinar mi
voluntad hacia otro destino, para que no ponga ningún obstáculo. Pero para no sufrir
cierto perjuicio, hablaré con mesura, y escribiré con discernimiento, a fin de que se
espere más bien un agradable provecho de estas cosas, que de acuerdo con su género y
según la ocasión, he prescrito de conformidad con la costumbre de los Filósofos que me
precedieron.

En consecuencia, ten cuidado con las imaginaciones excesivas de tu pensamiento y


mantenlas en su sitio, y después de apartar todas las cosas extrañas que no convienen a
tu estudio de la Filosofía, o que incluso la perjudicarían, haz servir a tu manera todo lo
que desde hace largo tiempo has pretendido laboriosamente alcanzar. Sabes, si ardes en
deseos de este imán de oro, que ante todo tienes que dirigir plegarias a Dios, con un
conocimiento, una penitencia, una constricción y una humildad verdaderos, con el fin de
estudiar y de conocer perfectamente los tres mundos distintos, sometidos al
razonamiento humano: en lo alto está el mundo celestial, donde el alma verdadera e
inmortal, con su primitivo origen, posee su sede, y donde, según la creación divina, es
ella la primera sensibilidad motriz, o primera alma motriz sensible, que por cierta cosa
sobrenatural hizo aparecer la vida natural, y este género de alma, o de espíritu, es la
raíz, la fuente y la primera criatura que se elevó a la vida, y el primer móvil, a propósito
del cual se produjo tan a menudo una discusión confusa entre los eruditos y los sabios.

Aplícate también a observar otro mundo celeste, aquel en el que reinan,


efectivamente, los planetas, y donde los astros celestes del universo mantienen su
movimiento y su acción, cumpliendo al propio tiempo su ministerio, afectados por Dios a
este ministerio, en el cual por su espíritu producen los minerales y los metales.

Después de estos dos mundos distintos brota otro mundo, donde están contenidas
las cosas que procuraron los otros dos, es decir, lo superceleste y lo celeste. Del mundo
superceleste se desprende la fuente de la vida y del alma, del mundo celeste la luz del
espíritu, del tercer mundo elemental se desprende un fuego invencible, celeste y, sin
embargo, sensible a base del cual madura completamente un fuego que puede ser
agarrado. Estas tres materias y sustancias suscitan y producen pues las formas de los
metales, entre las cuales ocupa el oro las primeras, porque en este metal un influjo astral
y elemental coció y maduró más perfectamente el Mercurio en una cierta y suficiente
madurez.

De manera análoga, y como la simiente viril es vertida en la matriz, y se convierte


en un menstruo, que es propiamente su tierra, en realidad la semilla que ha pasado del
hombre a la mujer ha sido en uno y otra producida por el mundo sideral y por el mundo
elemental, a fin de ser unida y alimentada por la tierra con vistas a la generación.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

Así aprende ahora también que las almas de los metales, concebidas a base de
una cierta composición celeste, insensible, invisible, incomprensible, oculta y
sobrenatural, extraída del caos a base ciertamente del agua y del aire, son más tarde
acabadas de cocer por la acción bienhechora de una luz celeste elemental y de un fuego
solar, y de ahí ejercen los astros su virtud, cuando su propio calor es percibido, como en
una matriz, en las vísceras de la tierra. En efecto, por la calidad caliente y eficaz de los
astros superiores es abierta la tierra, de manera que su espíritu extendido está en
condiciones de ofrecerle cierto alimento, y de hacer aparecer alguna cosa, por ejemplo los
metales, las hierbas, los árboles y los animales, cada uno de los cuales aporta
separadamente su simiente para un crecimiento ulterior.

Y como se ha dicho, a ejemplo de los hombres, concebidos de manera espiritual y


celeste, cuya alma y cuyo espíritu son moldeados y organizados en el útero de la madre
por el alimento de la tierra con vistas a la perfección, lo mismo debe juzgarse y estimarse
de todas las partes de los metales y de los minerales.

Hay aquí cierto secreto verdadero del sol, o del oro, por el que seguramente, pues
tengo que instruirte con un ejemplo y una cierta similitud, podrás reconocer las fuerzas
de la naturaleza, y su misterio por la misma razón.

Es probable que exista una irradiación celeste del sol, de calidad ígnea, y de
naturaleza ígnea, que Dios, el Altísimo, Creador de cielo y tierra, le otorgó por medio de
cierto espíritu de azufre, celeste y fijo, para conservar la constancia, la forma y el cuerpo,
y, en su movimiento bien conocido, esta criatura, debido a su rapidez tan elevada en su
trayectoria, es inflamada y encendida por el aire, y mientras dure el movimiento, esta
incandescencia no se extinguirá jamás, ni menguará un día en su virtud por falta de la
materia combustible que le fue dada, pues la luminaria del cielo podría sufrir un gran
empequeñecimiento por este consumo.

Por consiguiente, de esta manera el oro enteramente cocido y madurado por las
cosas superiores en una naturaleza fija e invencible de este género, llegó a que nada
pueda perjudicarlo enteramente, porque un astro superior fijo penetró las cosas
inferiores, de suerte que un astro fijo inferior se encuentra, gracias a la influencia y a la
complacencia de su semejante superior, con que tiene muy poco que conceder. Y si
verdaderamente recibieron las cosas inferiores esta fijeza de las cosas superiores, esto
viene muy a propósito de la primera materia del oro, como tú advertirás y observarás.

También gusta a los Filósofos referirse a una analogía a propósito de la gran


luminaria del cielo y a propósito del fuego interior, que arde aquí a diario y brilla a la vista
de todos, porque aquí en la tierra la luminaria más grande conserva con el fuego más
pequeño un comportamiento magnético y una virtud atractiva y conciliadora, que, sin
embargo, son carentes de forma e inaprehensibles, solamente espirituales, invisibles e
incomprensibles. Hay que recordar esto, que ciertamente está de acuerdo con la
experiencia: la grande luminaria del cielo por un afecto y un amor terrestre particulares
se complace en la más pequeña, a causa de un aire espiritual, por el cual una y otra son
puestas en movimiento y liberadas de su naturaleza mortal. Obsérvese solamente que
cuando el aire, debido a un gran humor acuoso, que atrae y recibe en él, se carga de
cierta corrupción, de suerte que unas nieblas seguidas de coagulación engendran nubes,
entonces los rayos del sol son molestados, y por esta reflexión o por falta de virtud
penetrante son menos poderosos. De la misma manera el fuego interior elemental
tampoco él arde jamás tan vivamente en tiempo nublado y lluvioso, ni se complace tanto
en actuar, que cuando se encuentra en una brisa celeste clara y no velada. La causa de
ello es que por un obstáculo fortuito y por un aire húmedo el amor es mantenido en

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

suspenso y perturbado, de suerte que el ser turbada la virtud atractiva puede en


comparación realizar menos plenamente su amor y su operación, pues un elemento
contrario lo obstaculiza, la presencia de agua.

Así pues, cierta simpatía particular y una virtud de atraer por un deseo magnético
intervienen entre el sol en tanto que luminaria celeste y el fuego elemental más pequeño.
De la misma manera el sol y el oro están mutuamente ligados por un sentimiento
particular y por una virtud singular, porque el sol, por estos tres grandes principios,
provistos de su imán, que lo toca en más cercano parentesco, produjo el oro, y cuando el
imán ha alcanzado el grado supremo para que los tres principios se hallen perfectamente
contenidos en él, el oro sigue al fin en su forma corporal, porque, compuesto a base de
estos tres principios, debe su principio y su origen a un imán celeste.

Aquí está, en fin, la sabiduría suprema de este mundo, la más grande de todas, o
mejor aún, la soberanía sobrenatural que domina toda facultad y toda inteligencia, pues
en efecto de ella empezó a surgir la creación de Dios, la cosa etérea, el poder del
firmamento, el conocimiento espiritual y la esencia corporal, todas las cosas por las que
mantiene todas las cualidades, y todo lo que puede proteger y conservar el hombre. En
este imán de oro están ocultos la solución de todos los metales y el dominio de todos los
minerales, su materia primitiva, las fuerzas para la salud, y también la coagulación y la
fijación de los metales, al mismo tiempo que la posibilidad y la virtud de expulsar todas
las enfermedades. Ten cuidado con esta llave, pues es celeste, astral y elemental, y es de
ahí que nacen las cosas terrestres, lo sobrenatural junto con lo natural, nacidos del
espíritu de Mercurio por un medio celeste, del espíritu del azufre por un medio espiritual,
y del espíritu de la sal por un medio corporal. Esta llave es el camino universal, es la
esencia toda entera, el principio y el fin, pues el espíritu y el cuerpo están unidos por el
lazo del alma de tal suerte que no pueden en manera alguna ser separados, sino que más
bien dan nacimiento al cuerpo más perfecto y más perseverante, que ya nada puede
destruir jamás. Y con esta materia espiritual, de donde ante todo fue convertido el oro en
cierto cuerpo, se puede elaborar un oro potable verdadero más perfectamente que
partiendo del oro mismo, pues este último debe ser hecho espiritual antes de que se
pueda, después, preparar el oro potable. Este espíritu cura también la lepra, y a la
manera de cierta materia mercurial completamente fija, los derrames venéreos, seca y
termina con la hidropesía, con todas las úlceras supurantes abiertas o inveteradas,
fortalece el corazón y el cerebro, y procura una excelente memoria, purifica la sangre, y
trae consigo la alegría y la animación, y una impetuosidad natural.

Si la quintaesencia de perlas con la tintura de corales se mezclan a peso igual que


con esta esencia y se administra a alguien, éste puede estar firmemente persuadido de
que jamás ningún ataque de enfermedad natural pondrá en peligro su salud, ni de que
mal alguno le será infligido, ya que sólo en el oro están colocadas la naturaleza y la virtud
de cambiar, de arrojar y de remediar todas las enfermedades, a fin de que el cuerpo
aparezca intacto y sin ninguna enfermedad. La quintaesencia de perlas fortalece el
corazón y determina una memoria perfecta de los cinco sentidos. La tintura de corales
expulsa todo veneno, con los espíritus malignos que se apartan del bien. Así al estar
unida el alma en el agua al oro cambiado en la esencia espiritual de las perlas, y al azufre
de los corales, puede manifestar lo que de otra manera parecería extraño a lo que se
puede esperar de la naturaleza, porque incontestablemente ha sido verdaderamente
probada su experiencia, y es a justo título como en esta vida temporal esto sigue siendo
un fortalecedor del corazón, con mucho preferible a todos los demás, sean cuales fueran
sus nombres.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

Yo soy, además, un hombre de Iglesia, sometido a la regla eclesiástica, ligado por


un juramento espiritual y divino a la orden benedictina, y a través de esta orden busco
con mis plegarias interiores la consolidación y la promesa del verbo divino, condimento de
mi alma, pero con la bendición divina en mi aflicción corporal y la de mis compañeros no
he encontrado mejor alivio que el de estas tres cosas unidas juntas. Que Dios otorgue
pródigamente, bendiga y aumente esta clase de virtud y de facultad, hasta el fin del
mundo, que los hombres tienen tendencia a confundir con la muerte. ¡Oh, virtud de oro
de tu alma! ¡Oh inteligencia de oro de tu espíritu! ¡Oh obra de oro de tu cuerpo!, que Dios
creador te proteja, y dé a todas las criaturas terrestres, que le honran, la plena
inteligencia de todos los dones, a fin de que se haga tu voluntad en el cielo y en la tierra.
Basta ahora con esto para el espíritu del oro, hasta el retorno de Elías.

Incluyo aquí un procedimiento muy breve: R/ Toma el espíritu de la sal, extrae con
él el azufre del sol, sepáralo en seguida con aceite de la sal, rectifica el azufre del sol con
el espíritu de vino, a fin de que se vuelva dulce sin nada corrosivo. Entonces R/ toma
verdadero aceite de vitriolo, obtenido a base de vitriolo del cardenillo, y disuelve Marte en
él, de aquí prepara directamente vitriolo, volviendo atrás disuélvelo en cierto aceite o
espíritu, rectifícalo de la misma manera que antes con espíritu de vino, mezcla y de
nuevo extrae de aquí el espíritu de vino, disuelve la materia restante en peso exacto en el
espíritu de Mercurio, circula y coagula, si acaba por volverse fija y sin nada que suba,
poseerás una medicina para teñir los hombres y los metales, cuando haya sido
fermentada con oro preparado.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

DE LA TINTURA DE LA LUNA

Capítulo VII

La tintura, espíritu de la plata, presenta un color azul oscuro, otras veces el


espíritu es acuoso, frío y húmedo, y no de un grado tan cálido como en el oro, marte y
venus, de ahí viene que la luna sea más flemática que ígnea, aunque por los buenos
oficios del fuego haya llegado a una cierta coagulación de su sustancia acuosa, de lo cual
se desprendió en cierta manera el origen de los espíritus tintóreos y de la coagulación de
los metales, lo mismo que las piedras alcanzaron su fijeza, su dureza y su color, como a
partir de cierta influencia.

Se encuentra en el diamante cierto mercurio fijo y coagulado, y por esto el


diamante es más fijo y más duro, y resiste a la fractura más que las otras piedras. En los
rubíes se encuentra una tintura de Marte, o azufre del hierro, en la esmeralda un azufre
de venus, en el granate un alma de saturno. En el estaño está una tintura que se
descubre en la piedra topacio. El cristal se atribuye al mercurio vulgar, en el zafiro existe
un azufre, tintura de la luna; sin embargo, cada uno en su especie y en su género, como
en los metales según su forma y su género. Y si uno priva al zafiro de su color azul,
desaparece su vestidura, y de hecho su cuerpo presenta el color blanco puro del
diamante, lo mismo que el oro despojado también de su alma manifiesta un cuerpo
blanco y fijo, llamado luna fija por los investigadores, estudiosos imitadores del arte.
Cuidarás pues de que este juicio que te he expuesto a propósito de una piedra, el zafiro,
lo interpretes de la misma manera en lo que respecta a los otros metales, y a esto tiende
mi discurso.

Y verdaderamente este espíritu azul es un azufre y un alma, de donde la plata


recibe la vida, tanto en la tierra como encima de la tierra. Por los buenos oficios del arte y
de una tintura de plata blanca, el color blanco puro se muestra en una forma magnética
de esta criatura única, donde encuentra el primer ser del oro.

Oh vosotros, oradores de grandísimo talento, ¿dónde encontraréis la voz para


explicar este misterio, y vosotros, engañosos escrutadores de la naturaleza, en qué
sustentaréis vuestra doctrina? ¿Cómo ocultar vuestra opinión de que hace falta que
países de ultramar os den alguna cosa para curar la hidropesía y todas las enfermedades
lunares? Reconoceréis que este discurso mío es demasiado oscuro para vosotros, y si es
así, encended la luz elemental, buscad, y no os avergoncéis de trabar amistad con
Vulcano, y no os apenéis por el trabajo. Así, con el permiso divino, descubriréis que el
espíritu de la plata encierra la virtud de curar y eliminar la hidropesía, de la misma
manera que el espíritu del oro y de mercurio puede expulsar radicalmente la tisis, hasta
el punto de que ya no vuelve a aparecer ningún foco de ella. Pero como la luna en las
entrañas de la tierra ha estado provista en menor grado de una sustancia y de una
calidad ardiente de esta clase, pues se halla sometida a un agua de naturaleza, échale la
culpa a la gran luminaria del cielo, que por su influencia acuosa impuso una calidad de
este género a otra criatura y a los otros planetas de la tierra, luego naturalmente a la
plata. Y aunque la plata goce de un mercurio fijo, o azogue fijo, nacido en el mismo lugar,
le falta sin embargo un azufre cálido y fijo que pueda al menos desecar y consumir los
humores flemáticos, cosa que les privó de un cuerpo compacto, a menos que esto no se
haga en seguida por el arte del microcosmos. Y porque el cuerpo, debido a un exceso de
sustancia acuosa, no es compacto, ni los poros son lo bastante apretados, ni los pesos
son comparables, para sostener el combate con los enemigos. Ahora bien, todas estas

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

virtudes son necesariamente buscadas en el oro, si por lo demás se quiere que triunfe
sobre sus enemigos, y que soporte sin desfallecimiento todos los exámenes.

Todas las cosas son difíciles al principio, pero una vez acabadas se someterán muy
fácilmente a la comprensión. Si has observado exactamente y conocido el espíritu y el
alma de la luna, cogerás fácilmente un medio de trabajo, que manifieste el remate de su
fruto, y por esto te ofreceré ahora un ejemplo, y te instruiré en cierta regla del agro, por
medio de la cual podrás introducir en un juego pueril tu espíritu de una cosa ardua,
meditando bien sobre la manera en que puedes profundizarla.

El cultivador esparce en un campo abonado y arado la simiente del lino, que


purificada en seguida por el poder y la virtud de los elementos empieza a brotar fuera de
tierra, y presenta a la vista la materia del lino, con su semilla en lo alto, que produce en
sí mismo, después de lo cual el lino arrancado es separado de su semilla. Pero en este
estado el lino no puede en modo alguno mostrar el fruto del trabajo, a menos que sea
primero podrido por el agua, y con esta putrefacción se abre el cuerpo, y se alcanza el
provecho. Hechas la putrefacción y la disolución, el lino es de nuevo desecado por la
acción benéfica del aire y del sol, y gracias a esta especie de coagulación recobra cierta
forma, que permite esperar de él un trabajo ulterior.

Este lino tratado es después aplastado, triturado y desprendido de sus cortezas, y por fin
es también cardado, para que se separe lo puro de lo limpio, lo grueso de lo sutil, lo cual
no puede hacerse de otra manera antes de la preparación. Después, el lino es hilado en
pelotas, éstas son cocidas en agua por el fuego, o mezcladas con la ceniza y expuestas al
calor, para que se haga una nueva depuración, y que la mugre sucia y superflua sea
enteramente separada. Después se secan las pelotas lavadas según la regla, se mandan
al artesano y en seguida se urden las telas. Pero más tarde estas telas se aclaran y
blanquean por una maceración repetida en el agua, son cortadas por el zurcidor y los
demás hombres, que las toman para el uso familiar. Ahora bien, si la ropa de lino de la
casa es completamente desgarrada y estropeada, los viejos trapos amontonados son
llevados a la muela de papel, donde el fabricante confecciona hojas, destinadas a su vez a
un uso ulterior.

Si ahora una hoja de papel colocado sobre algún metal, o sobre algún vidrio, es
encendida y quemada, el mercurio vegetal huye del papel al aire y la sal queda en la
ceniza, el azufre ardiente, sea el que fuere, no puede seguramente apresurar la
combustión, se resuelve en un aceite, medicamento muy buscado para los ojos
oscurecidos y viciados. Este aceite, disuelto, se distingue por una grasa singular que la
materia del papel retuvo de la semilla del lino en su primer comienzo, de suerte que la
última materia, es decir, el papel, debe resolverse a cambio en la primera materia, es
decir, en la oleosidad grasa sulfurosa de la semilla del lino, con la separación del mercurio
y de la sal, y así por el último se desvela, por decirlo así, el primer fundamento, y del
primero se desarrolla la virtud y la operación.

Aunque tal razonamiento pueda parecer basto y poco sutil, debes sin embargo
aprender de él lo que son las cosas sutiles y secretas. En efecto, a los hombres
ignorantes hay que inculcarles con los ejemplos más burdos las cosas más sutiles, a fin
de que se vean arrastrados de las más groseras a las más sutiles, y se habitúen a ellas.
Aprende ahora por similitud que la primera materia de los metales debe ser observada,
conocida y buscada por la manifestación de la propia última materia, de la misma manera
que los metales más perfectos deben ser separados y disueltos para aparecer
completamente desnudos ante los ojos de los hombres. Así es como de una destrucción

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

de este género se puede discernir y aprender cuál fue al comienzo la primera materia, y
de dónde ha surgido la última. Encuentra ahora justa y buena esta doctrina de la luna, y
ciertamente queda mucho por decir para demostrarlo, pero por esta vez me abstengo
hasta otra ocasión, de suerte que tendiendo muchas y muchas veces tu pensamiento,
tratando de recordar lo que conoces, y lo que yo te he revelado, observes todas sus letras
comprendidas entre el alfa y la omega, y que tengas en cuenta todas las líneas y todas
las palabras, a fin de que no te estén reservadas la maldición de tus pecados y la
venganza eterna.

Por último te descubro también esto: R/ Toma azufre azul oscuro de plata, extrae
luna, y rectificado con el espíritu de vino, disuélvelo según su medida en espíritu bien
blanco de vitriolo, y en el espíritu de olor suave de mercurio, coagúlalos conjuntamente
por la fijación del fuego, así obtendrás la tintura blanca, con todos sus medicamentos,
pero si tomas el primer móvil de todas las cosas, esto ya no será necesario, porque a
base de uno solo puedes tener la cosa preparada.

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Tratado químico-filosófico de las
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DE LA DOCTRINA DEL ALMA DEL ESTAÑO


O DE SU TINTURA

Capítulo VIII

El benévolo Júpiter ocupa más o menos el medio entre todos los metales, y ni su
calor ni su frialdad, ni su sequedad ni su humedad son excesivos, de la misma manera
que no rebosa de mercurio ni de sal, sólo existe en él una pequeña parte de azufre, y
presenta un color blanco; sin embargo, de estos tres principios uno triunfa sobre el otro,
como lo muestra, cuando se le disuelve, una exploración verdadera y auténtica de la
naturaleza. Nació de esta composición y de esta mezcla de los tres principios, fue
producido y coagulado en un metal, fue llevado a la madurez y a la perfección, Júpiter,
prefecto de la paz, rey de la clemencia, dominador y poseedor de la región mediana. Lo
que concierne a su estado, su naturaleza, su designación, su virtud, su forma y su
sustancia ocupa en efecto el medio, y ninguna enfermedad puede presentarse que Júpiter
no pueda destruir administrándole moderadamente su medicina. Presentada en pesos
demasiado grandes, allí donde no sea necesario, esta medicina podrá parecer también
superabundante, no siendo adecuada para administrarse a cosas extrañas. Pero se
guarda a justo título para el caso en que el cuerpo y su enfermedad se presten
proporcionalmente a la virtud de la operación, de manera que se correspondan
mutuamente, y que no pueda marcar ningún desacuerdo entre la operación y la
naturaleza operante.

El espíritu de Júpiter es captado de modo que la generación de los metales no


puede ser enteramente privada de él, de la misma manera que no puede poner aparte
ningún espíritu de todos los metales, puesto que desde el grado más bajo hasta el más
elevado se busca necesariamente un acuerdo y una armonía mutuos; de esta manera el
metal es hecho perfecto en la inmensidad de la tierra, lo mismo que en el microcosmos
hay que esperar la transmutación y el aumento. Según este razonamiento y este plan,
debes saber que en toda perfección hay que recorrer todos los grados desde los metales
más bajos hasta los más elevados, pues es lo cierto que, de Saturno al oro, los metales
deben cumplir su curso por la fijeza de su color y de su cuerpo, abstracción hecha de que
Saturno ocupa el lugar más elevado de la región superior, donde reinan los astros, y
donde cumple fielmente su movimiento.

La generación del estaño, tanto en el interior como en el exterior de la tierra, es


ilustrada por el ejemplo de los animales y de los hombres, que al principio son
alimentados y creados por la leche materna, visto que en las tierras no existe alimento
más conveniente que la leche, porque su acción reparadora es en gran parte un azufre
animal, que produce alimento. De la misma manera, el estaño es alimentado y creado por
su azufre metálico, que le es muy agradable, y toma posesión de un más grande ardor y
de un más grande calor que Saturno, con lo que Júpiter es también mejor cocido y
desecado, y su cuerpo sale más fijo, al grado de la sal.

Obtiene en su gobierno que sea empleado un buen régimen, y en su juicio que la


justicia sea impuesta a cada cual. Es espíritu del estaño rechaza todas las afecciones y
todos los síntomas por los cuales el hígado se corrompe o puede contraer una
enfermedad; por su propia naturaleza este espíritu manifiesta un sabor a miel; su propio
mercurio volatilizado adquiere una calidad venenosa, purga en efecto con fuerza y
penetra violentamente, por lo que no deberá decidirse siempre tomar solo y simplemente
su azogue disuelto; pero si se ha hecho anteriormente una cierta corrección, se puede

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

esperar también una utilidad singular, pues estas dolencias y enfermedades están
directamente sometidas a su influencia, a saber, si Zedekiel es despojado de su
volatilidad venenosa, y si es transportado a un lugar mejor y fijo, opuesto al veneno.

Esta descripción no la comprenderá un médico vulgar, pues esta clase de arte y de


ciencia no se deriva de la pura locuacidad, sino de la experiencia. El médico vulgar sitúa
sus conclusiones y sus premisas en palabras, pero nuestra preparación de la Medicina
exige a un discurso su comienzo y su verdadera experimentación, que debe confirmar con
su experiencia, y sólo entonces, por medio de un arte manual, es como establecido el
fundamento sobre las piedras más duras, pero esto otro lo es sobre un cañaveral
ondulante y sobre la arena desnuda; por esta razón se prefiere a justo título lo que es fijo
e inquebrantable, elaborado por las manos de la naturaleza con elucubraciones puras
derivadas de una especulación inconsistente e imaginaria, pues la obra recomienda
siempre el obrero.

Al menos ahora no hablaré según mi costumbre poética, ni de la manera según la


cual, en mi Filosofía oculta cuyo tratado he publicado, acomodé mi estilo a propósito de la
generación maravillosa de los siete planetas. Aquí no empleo cierto arte mágico o
cabalístico, y menos aún el método de los que aprendieron las artes ocultas y
sobrenaturales y que las observaron con celo, tales como la hidromancia, la aeromancia,
la geomancia, la piromancia, la necromancia y otras artes similares, sino que me
propongo levantar el velo a los secretos de la naturaleza, de modo que por bendición de
Dios, por su gracia y su permiso, puedan los que cultivan el arte y los hijos de la
sabiduría comprender, observar y procurar después muchas cosas fructíferas; me
propongo revelar lo que en las dos partes, el macro y el microcosmos, concierne a la
generación de los metales, y también todo lo que la verdadera medicina, y la forma de los
metales y de los minerales contienen en sus entrañas, las cosas que se dan a conocer por
la disolución, a fin de que su principio se manifieste en tres cosas diversas. Entonces la
naturaleza será mostrada al desnudo, a fin de que despojadas de sus vestiduras las cosas
venerables pongan toda virtud y operación ocultas al servicio de la salud humana. Ahora
mis perseguidores y los médicos ignorantes dirán: "Expones muchas cosas con referencia
a las ocas, pero son los patos los que yo conozco" y "¡Quién se convencerá de que todo
es verdad, en lo contenido en sus escritos!" Las cosas de las que hablo, las he
experimentado, y todos mis compañeros y médicos las siguen, así no puedo equivocarme,
y estoy seguro de que no me hace falta alguna trabajar para aprender cosas nuevas.
Quien adopte esta actitud no comerá más ocas que patos asados, y no poseerá los
secretos de la naturaleza.

Pues yo declaro aquí con toda verdad, y pongo por testigo a la S.S. Trinidad so
pena de perder la muy noble gema espiritual, que todas y cada una de las cosas que he
escrito y que escribo aquí ahora son verdaderas, y están completamente de acuerdo con
la verdad. Pero sobre esto, si un hombre inteligente o un hombre vulgar, sobre todo si es
hostigado por el odio de los arcanos, está menos clara y lúcidamente dispuesto que otro a
penetrar todos mis escritos, no debe ciertamente echárseme la culpa. Solicita para ti la
gracia divina, busca la benevolencia de los perseguidores, trabaja sin descanso, y lee
utilizando tu razón, así no te quedará cerrado ningún misterio, y tu búsqueda proseguirá
felizmente. Después conmino particularmente al que ha encontrado este don a que dé
gracias al muy divino Creador, incesantemente, de noche y de día, sacando del fondo de
su corazón una deferencia total y una piadosa obediencia. Y como no hay que esperar de
ninguna criatura una acción de gracias que pueda compensar estos dones, se debe buscar
su estudio con verdadera asiduidad, llevada lo más lejos que se pueda. Yo he hecho mi
papel, todo lo que ante Dios y ante los hombres puedo justificar, lo que efectivamente

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

han visto mis ojos, han tocado mis manos, comprende mi corazón sin error, todo esto,
nadie en esta vida puede quitármelo, salvo la muerte, que separa todas las cosas.

Estas cosas, mi voz no ha sido ligada por clase alguna de obligación para
divulgarlas, pero las que he escrito, fuera de toda temeridad y de toda gloria vana,
conciernen únicamente a la misión de Cristo, a fin de que su majestad y su bondad en las
cosas eternas y temporales no sean consumidas por el silencio, sino que se entiendan
como alabanza y gloria de su Nombre eterno, de suerte que el Altísimo sea honrado,
conocido, exaltado y manifestado por su omnipotencia, por la confirmación de los grandes
milagros. Además, la caridad cristiana hacia el prójimo me ha obligado a hacer bien a los
hombres tanto como a mí mismo, y a mis enemigos para reunir con esto carbones
ardientes sobre sus cabezas, y en fin, también para que todos mis adversarios puedan
conocer algunos errores que otros cometieron antes que yo, y que en los secretos de la
naturaleza ofrecieron como la verdad, y para que con ello se pueda juzgar si yo debo ser
el más condenado y ellos los más justos. Añadamos que sería inicuo que estos altísimos
misterios fuesen oscurecidos por las tinieblas y ahogados por aguas desbordantes, pero
una vez liberados de los estanques y de las marismas de una banda de ignorantes por el
esplendor verdadero y original de la luz y por la propagación del testimonio verídico, se
unirán a los numerosos testigos que seguirán la verdad de mis escritos.

En mi dominación me fueron atribuidos entre los doce signos celestes el sagitario y


el pez, yo nací del pez, porque antes salí del agua. Pero el sagitario lanza una flecha a mi
corazón, para que pierda mi acuosidad y merezca una tierra seca gracias al calor, y
aunque al principio la tierra fue de una sustancia muy blanda, comprende sin embargo
que el agua fue absorbida por un aire seco y cálido, de suerte que toda la materia líquida
de la tierra habrá desaparecido, y que por una desecación de esta clase habrá sido hecha
digna de la dureza. De ahí, oh discípulo iluminado por el estudio, debes observar que, a
ejemplo de los otros planetas principales, el estaño está sometido a todos los cuatro
elementos, elementos que extrajeron su centro de lo alto y lo engendraron con los otros.

Ahora, para terminar, enseño que debes tirar del benévolo Júpiter y hacer su sal,
que Saturno fluya bien con él, y así Saturno se procura un cuerpo fijo, se purga, y por su
buen oficio sale claro de él, y esto es en todo punto una transmutación del verdadero
plomo en el mejor estaño, tal como puede demostrarse con experimentos indudables.
Aunque de hecho te parezcan estas cosas extrañas a la verdad, sin embargo, ya que
gracias a su azufre el sol participa más en el cuerpo de Júpiter, observarás que Saturno
dispuso también de igual eficacia y fuerza de penetrar, de la misma manera que los
metales inferiores y más volátiles recibieron para la refinación la virtud de reducirse a su
semejante, como la verdad te lo enseñará ella misma.

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

DEL ESPÍRITU DE SATURNO


O DE LA TINTURA DEL PLOMO

Capítulo IX

En el cielo superior Saturno, para engendrar sus metales, en particular el plomo,


fue colocado por encima de todas las estrellas, pero en la región más inferior conserva la
posición más baja y más simple de la tierra. Paralelamente, y así como la luz suprema de
Saturno se eleva en la altísima región de todas las luminarias celestes, así también por
permiso de la naturaleza los hijos que engendró se ven obligados (Saturno siendo
movido) a huir hacia la región más baja. De hecho, la luz superior, que es su causa,
engendró el cuerpo de saturno no fijo, permeable y accesible por los poros abiertos, de
suerte que el aire pudiese penetrar este cuerpo de saturno y elevarlo hacia lo alto, pero
no obstante por medio del fuego, porque esta clase de cuerpo, debido a su falta de fijeza,
no es compacto, y se encuentra fácilmente en estado de ser captado y disuelto, cosa que
debe ser en todo caso observada por el que desee explorar todas estas cosas, pues se
debe prestar el mayor cuidado en distinguir entre los cuerpos fijos y no fijos y entre sus
causas. Y aunque saturno sea más pesado que todos los metales, si después de haberlo
mezclado es vertido para colarlo, observarás empero que siempre los otros metales se
separan hacia abajo, igual que ocurre de ordinario en el trasiego del antimonio. De donde
se desprende que los metales restantes pueden pasar igualmente bien y son más
compactos, lo cual no puede hacer saturno, obligado como está a ceder a todos estos
otros metales, a dejarles sitio y a cederles la victoria, ya que le conviene disiparse y ser
consumido con los metales no fijos y al mismo tiempo que ellos. Las cualidades más
groseras de los tres principios se muestran en efecto todas tres en él, y como su propia
sal es mucho más fusible que la de todos los otros metales o planetas, su cuerpo se
muestra también más líquido, menos fijo y más volátil que todos los otros cuerpos
metálicos. Por la manera en que saturno tiende a su regeneración, debes saber que, lo
mismo que por un frío natural resultante de la mutación del cielo superior, el agua vulgar
se ve obligada a solidificarse en hielo, de la misma manera se ha demostrado que, a
causa del gran frío de saturno que descubrimos en su sal más que en las otras sales,
saturno acabó también por coagularse y hacerse corporal. El agua helada se funde por el
calor, de la misma manera saturno coagulado se vuelve fusible por los buenos oficios de
un fuego espiritual. Se encuentra en él una gran proporción de mercurio, no fijo sin
embargo y volátil, una pequeñísima proporción de azufre, y debido a esta pequeñísima
cantidad su cuerpo frígido no puede engendrar ningún calor, en fin, una pequeñísima
proporción de sal, fusible empero bajo otras relaciones. Si la sal pudiera por sí sola
conciliar la blandura con la fusibilidad, el hierro sería más fusible y más blando que el
plomo, pues, más que todos los metales, el hierro goza de una sal superabundante,
luego, cuando comprendas esta diferencia, advertirás también y observarás de qué
manera deben distinguirse los metales.

Ciertamente todos los Filósofos convienen conmigo en que la sal provoca la


coagulación del cuerpo de cualquier metal que sea, esto es verdad, pero requiere ser
probado por un ejemplo, y por esto hay que recordar esta indicación: se estima y se
demuestra con toda seguridad que la alumbre de plomo es una sal absolutamente pura,
hasta el punto de que hay que igualarla al hierro, y sin embargo esta sal de alumbre se
manifiesta como cierta materia menos fusible que el hierro. En cambio, el vitriolo sólo
presenta muy débilmente las propiedades de una sal, aunque es fusible y abierto, y por
ello esta sal no puede, como la otra, proporcionar al metal que se le atribuye una
coagulación dura del mismo género. Aunque todas las sales de los metales procediesen
de alguna raíz determinada, sería no obstante preciso observar la diferenciación de sus

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

tres principios, como hay que hacer por ejemplo y con razón en las diferentes clases de
plantas, así como en el hombre comparado con los otros seres animados. Buscando pues
el origen de las cualidades de estos tres principios se descubre la diferencia, según la cual
tal planta está más dotada de cierto género y tal otra más bien del otro, a ejemplo de los
hombres y de los animales, que nos dan abundantemente la misma razón, y a ejemplo
también del alma muy suave del plomo, e igualmente de la propiedad del alma del estaño
dulce hasta el punto de que casi nada podría comparársele, cuando con anterioridad fue
muy puramente purgada en favor de la separación, siendo correctamente separado lo
puro de lo impuro, y en cuya operación hubo que separar una muy entera perfección.

Por naturaleza el espíritu del plomo es frío y seco, y por esto aconsejo a los
hombres y a las mujeres que no hagan demasiado uso de él, pues enfría efectivamente la
naturaleza humana, y por esto la semilla de una y otra pueden preparar menos la
operación natural. No está absolutamente indicado para el bazo ni para la vejiga, aunque
es cierto que otras veces atrae a él el depósito flemático que produce en los hombres una
melancolía no desdeñable. Si, en efecto, Saturno dominante es melancólico hasta el
punto de acrecentar la melancolía del hombre, de la misma manera su espíritu tomado
como si estuviese solo atrae a él el otro espíritu melancólico, lo cual libra al cuerpo
humano de su melancolía infusa. Exteriormente el alma de Saturno es saludable para
todas las úlceras, ya sean recientes o inveteradas, para las heridas por punzada o por
corte, hasta el punto de que casi ningún metal se le puede comparar, y refresca todos los
miembros ardientes e hinchados. Pero para sacar y asentar el fundamento de todo
tratamiento de las úlceras de origen interno, la muy noble venus ocupa el primer lugar,
pues para limpiar tiene una calidad seca, mientras que Saturno tiene, por el contrario,
una calidad fría.

La luz celeste del sol es mucho más cálida que la luz de la luna, ya que en su
revolución la luna mucho más pequeña que el sol conserva un diámetro aparente ocho
veces más pequeño, a razón de la medida y de la división. Ahora si la luna pudiese
superar al sol en ocho veces su magnitud, como el sol supera a la luna, necesariamente
perecerían todos los frutos de la tierra, y habría un invierno continuo y no se podría
esperar ningún verano. Pero el eterno creador prescribió para el bien de las criaturas
cierto orden y también cierta ley, a fin de que el son durante el día, y la luna durante la
noche derramen su esplendor, y estén al servicio de todas las criaturas. Los niños
sometidos a la influencia de Saturno son melancólicos, perezosos y siempre descontentos,
a la manera de los viejos avaros que nunca ahítos frustran su persona, quebrantan su
cuerpo con numerosos trabajos, se entregan a vanas reflexiones, no se regocijan jamás
en una reunión alegre, y sienten aversión por todos los amores de mujeres graciosas.

En resumen digo que Saturno nación de poco azufre, de poca sal, y de un


abundante mercurio crudo y no maduro, que hay que considerar como una espuma que
flota en el agua, al contrario del mercurio que se encuentra en el sol y conserva un grado
más cálido. De ahí viene también que este mercurio, a causa del frío desmesurado de
Saturno, no goce de una vida tan enérgica y dispuesta al movimiento, que aquel que se
prepara a base del oro, y que está más copiosamente cargado de calor, del cual la vida
móvil recibe su origen. Por consiguiente es el mundo inferior, y por el aumento y la
transmutación de los metales, hay que tener en cuenta a Vulcano, ya que partiendo de su
origen, de su género y de su complexión he descrito estos tres principios de Saturno. Y
cualquiera sabrá que a causa de su elevadísimo frío, no hay que esperar de él ninguna
transmutación de metal alguno, salvo para coagular el solo mercurio vulgar, puesto que
el azufre frígido del plomo puede apretar y elevar el espíritu cálido e inconstante del
azogue, procediendo correctamente, a fin de observar un método, por el cual la teoría
responda a la práctica y le convenga en una medida y en una concordancia ciertas. Por

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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES

esto no rechazarás enteramente a Saturno, ni lo abandonarás por escarnio, aunque su


naturaleza y su virtud sean muy poco constantes, pues la piedra de los Filósofos tiene en
efecto en este metal el primer origen de su color resplandeciente, y la llave de su fijeza
viene del influjo de este planeta por la putrefacción, porque no es posible producir el color
rojo partiendo del amarillo, si antes el color blanco no ha sido engendrado del negro.

Muchas cosas ciertas, y más detalladas, habrían podido explicarse a propósito de


todos los milagros posibles de las cosas naturales y sobrenaturales, pero ya que me llama
otro trabajo, para el cual podría menos aún ser más prolijo, termino ahora este tratado,
dejando a un lado los otros secretos de los minerales, hasta un opúsculo particular que
tratará del antimonio, del vitriolo, del azufre, del imán, y de cosas que entre otras tienen
relación y se alían con ellos, de donde el oro y la plata con una verdadera transmutación
obtienen su principio, su medio y su fin, y en particular qué virtudes, fuerzas y facultades
extraen para ellos de una cosa única donde se ocultan las invisibles generaciones de
todos ellos con todos los metales, y esta materia existe con certeza para todos los
hombres, aunque sus cualidades casi enteramente desconocidas disimularon
profundamente su facultad y su virtud; y así esta clase de materia será juzgada vana e
inadecuada por los ignorantes, hasta que los Discípulos del Señor en camino hacia Emaús
les abran los ojos, de modo que por la fracción del pan se manifiesten a ellos los
milagros, milagros que el muy liberal Creador confió a las muy viles criaturas: su nombre
es Hermes, cuya marca es una serpiente alada, la que le hace de esposa es llamada
Afrodita, kardiognoses que conoce los corazones de todos, y sin embargo es una sola y
misma cosa, absolutamente común y conocida de todos, nacida de la tierra, cada cual la
toma en sus manos y la destina a cosas vulgares, prefiriendo a las cosas de la más alta
importancia las cosas más ligeras y apenas dignas de ser tomadas en consideración, y
esto no es otra cosa que el agua y el fuego, de donde la tierra engendrada por el
encuentro del aire es ahora todavía conservada.

Doy gracias al Altísimo por sus dones, y que esto baste para lo que he pretendido
divulgar en este tratado. Partiendo de aquí, por el alejamiento subsistirán todas las cosas.

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