Cosas Naturales y Sobrenaturales - Basilio Valentín
Cosas Naturales y Sobrenaturales - Basilio Valentín
Tratado Químico-Filosófico
de las
COSAS NATURALES
y SOBRENATURALES
de los METALES y de los MINERALES.
AL LECTOR
B. L.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
DE LAS COSAS
NATURALES Y SOBRENATURALES
Capítulo I
Queriendo ahora tratar de la primera tintura raíz de los metales y de los minerales,
me guardaré muy bien de olvidar las cosas espirituales en que los metales y los minerales
son ante todo concebidos, y después nacen corporalmente, por esto me he decidido a
empezar con algunos discursos, en que mostraré que todo lo que existe se divide en dos
clases, en cosas naturales y cosas sobrenaturales.
Son también del dominio de las cosas sobrenaturales la subida de Elías y de Enoc
al cielo, lo mismo que la ascensión de san Pablo al tercer cielo. Por otra parte, muchas
cosas sobrenaturales son producidas por la imaginación, las visiones y los sueños, de
suerte que muy a menudo numerosos milagros provienen de la imaginación, a la manera
de las ovejas que nacen abigarradas gracias a bastones de diversos matices sumergidos
en el agua. Los Magos de Oriente fueron advertidos en sueños por Dios de que no
volviesen a Herodes; ¿cómo no encontrar singular y místico el número ternario de los
personajes y de sus regalos, así como la estrella sobrenatural? ¿Fue más natural el sueño
de la mujer de Pilatos, que condenó injustamente a muerte a nuestro Señor y Salvador
Jesucristo? ¿Y la visión de los ángeles por los pastores en el nacimiento de Cristo, y
también la de las mujeres en su sepulcro?
¿Qué más? Con bastante frecuencia otros hechos sobrenaturales acompañaron los
vaticinios de los Profetas y de los Santos: la voz de la burra hablando en Balaam no era
cosa del orden natural, de la misma manera que la interpretación de los sueños por José
superaba las fuerzas de la naturaleza. También con bastante frecuencia, Dios, por
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ministerio de los Ángeles, nos protege contra una infinidad de males, y nos libra de
peligros y de coerciones que las solas fuerzas de la naturaleza no bastarían para apartar
de nosotros.
Así, pues, todas estas cosas y muchas otras, a las cuales el alma debe estar
atenta, son celestes y corresponden a la Teología.
Así ocurre cuando el amor del cielo tiende hacia la tierra, y que el afecto de la
tierra tiende hacia el hombre, es decir, cuando el amor del macrocosmos tiende hacia el
microcosmos, aunque éste dependa de aquél; así pues, cuando la tierra, en un deseo de
su imaginación invisible, atrae a sí el amor del cielo, entonces brota la conjunción del
superior con el inferior, a ejemplo del marido y la mujer, que nos imaginamos en la forma
de un solo cuerpo. Después de esta conjunción, la tierra, impregnada por esta especie de
influencia, empieza a sacar a la luz un fruto, si se ha producido el influjo, y después de la
concepción, este fruto es calentado por los elementos y madurado hasta la perfección. Es
igualmente del campo de las cosas sobrenaturales la manera en que la virtud eficaz de la
cosa sobrenatural desciende sobre la cosa natural.
Entre las cosas sobrenaturales se encuentran también todas las artes mágicas y
cabalísticas, a saber las que proceden de la verdadera luz de la naturaleza y no las que
huelen a superstición o a los procedimientos ilícitos de conjuración de los hechiceros.
Entiendo aquí una magia de la misma naturaleza de aquella por la que fueron instruidos
los Magos en Oriente, que sacaron sus juicios de la inspiración divina según un arte lícito,
magia que los antiguos recibieron antes que nosotros de los egipcios y que poseyeron los
árabes, que antes de la invención de la escritura observaron las cosas y las anotaron con
signos, caracteres y otros del mismo género. Y tampoco está prohibido practicar ritos
expiatorios, a los que recurría el propio Cristo, como leemos en la Escritura: "Y
acercándose a los niños, los bendecía imponiéndoles las manos." En cambio, lo que es
contrario a Dios y a su palabra debe ser rechazado y prohibido, pues ciertamente no es
hecho por Dios, sino por el mismo diablo. En cuanto a las cosas sobrenaturales referentes
a la magia que no son opuestas a Dios ni a su palabra, no causan perjuicio al alma.
En cuanto a las visiones que tienen muy a menudo los hombres de Dios,
justamente puede atribuírseles un lugar entre las cosas ajenas a la naturaleza. Todo lo
que el hombre debe captar por especulación de la mente es sobrenatural, y, por el
contrario, todo lo que el hombre puede tocar, ver y asir es natural.
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Cuando Adán fue creado, no tenía alma y ninguna vida le había dotado de fuerza
activa, pero en cuanto el espíritu vivífico lo penetró, produjo por una aspiración
sobrenatural su fuerza de vida y su facultad de vivir. Para decirlo mejor, en cualquier
cosa que sea, lo natural y lo sobrenatural están como emparejados en uno solo y atados
juntos en su domicilio, y por esto se mantiene la perfección de cada cosa. En este
universo en que todas las cosas han sido creadas, algunas son sobrenaturales, y son las
únicas que tienen alma y espíritu; en cuanto a las otras son naturales y sobrenaturales, y
conciernen igualmente a los Elementos y el firmamento, los minerales, los vegetales y los
animales, lo cual se manifiesta por la generación, cuando el alma sale del cuerpo, a quien
deja un domicilio vacío.
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Y sobre todo la salida de Cristo de una tumba cerrada, su aparición a los dos
peregrinos de Emaús, su manifestación a través de puertas cerradas eran cosas divinas y
sobrenaturales. Otros numerosos ejemplos tomados de la Historia sagrada podrían ser
citados también, si no nos viésemos obligados a ser breves.
Se asimila a las cosas naturales todas aquellas que se manifiestan en las minas
metálicas, las apariciones corporales de espíritus, los espectros, los pigmeos y los enanos,
que con bastante frecuencia se hacen visibles y presagian bienes o males, la ruina o la
opulencia, lo mismo que todas las otras figuras e impresiones de los metales que se
encuentran bajo tierra, hombres, peces y otros animales formados por la imaginación de
los tres principios, madurados y perfectamente cocidos por la tierra y los otros elementos.
A todo esto se parecen también los monstruos de la tierra, y las cosas de este género a
las que se dan formas extraordinarias bajo tierra en épocas determinadas fuera de las
cuales no se pueden encontrar otras en parte alguna; cierto que en otros tiempos
aparecen de nuevo realmente, y se presentan a nuestros ojos.
Con esto se relacionan también todas las visiones que se suelen conseguir con el
agua, los espejos, el cristal y otros medios, con los sellos y los caracteres, visiones que
sin embargo se diferencian en que algunas de ellas, aunque simplemente naturales,
muestran empero cosas sobrenaturales. Las otras, procedentes de encantamientos, no
son ni naturales ni sobrenaturales sino diabólicas, y por esto se las clasifica en la magia
demoníaca, y están justamente prohibidas a todos los cristianos. También con razón son
condenados y refutados todos estos medios por los textos sagrados como contrarios a la
palabra de Dios y a su orden, así como por los cabalistas verdaderos y naturales, y digo
esto para dejar bien establecida entre las cosas naturales, sobrenaturales y contra natura
una discriminación cierta y una regla determinada.
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De modo parecido todas las náyades, sirenas, súcubos y otras ninfas semejantes
se sitúan entre las cosas naturales, lo mismo que los espíritus terrestres y aéreos, que se
ofrecen al oído, a la vista y al tacto para anunciar una muerte u otra desgracia, o cuya
aparición en ciertos lugares es indicio de tesoros y de fortuna; hay que añadir los
espíritus del fuego, que se muestran en forma de un fuego o de tizones ardientes; todos
son espíritus incorpóreos, sin ser empero esos espíritus infernales que toman posesión de
las almas de los hombres como de tesoros eternos, tal como acostumbran hacer el rey de
los infiernos Lucifer y los excomulgados de su rebaño. Los espíritus, pues de esta primera
naturaleza se presentan a la admiración de los hombres de manera sobrenatural, se
desarrollan, se instruyen y se alimentan únicamente a base de los elementos y por
consiguiente tienen su fin en este mundo terrestre: al carecer de un alma rescatada,
desaparecen totalmente al morir. Ya he dicho bastante y nada añadiré sobre este tema,
pero remito a otros tiempos y a un lugar más adecuado el trabajo de escribir
ulteriormente una obra, en la cual dedicaré un tratado particular a las visiones y a las
apariciones espirituales, que la mayoría juzgan ser contra natura, aunque algunas sean
en realidad naturales, pero consideradas sobrenaturales en la medida de sus operaciones
y de sus cualidades maravillosas.
Para mejor confirmar mi tesis, sostengo que muchas cosas en medicina producen
sus efectos de un modo sobrenatural, manifestándose y actuando de una manera
simplemente magnética, por una cierta virtud espiritual atractiva que se mantiene gracias
al arte, pues éste es un medio intermediario entre la medicina y la enfermedad. Así como
el imán se vuelve sin cesar hacia el astro austral, aunque éste diste de él muchos millares
de millas, se produce en este caso una operación espiritual y una inclinación tan grandes
que unas distancias tan considerables son no obstante recorridas por mediación del aire
que hace el papel de cadena; esta clase de fuerza atractiva es bien conocida del vulgo,
hasta el punto de pasar por un simple hábito que no hace más que oponerse al cambio, y
nadie va más lejos y no observa la calidad oculta, de donde saca su origen la virtud activa
de esta especie. De modo parecido pueden ser curadas las heridas y las enfermedades,
aunque desde la misma manera el paciente y el médico se encuentran separados por una
larga distancia, y no hay ninguna necesidad de emplear para estos ritos expiatorios,
encantamientos y otros medios ilícitos contrarios a Dios y a la naturaleza, sino solamente
estos medios en los que reside una virtud magnética atractiva. Si algún herido obligado a
salir del lugar deja a un médico las armas por las que fue herido, o sangre manada de su
herida, y este último, le administra correctamente medios legítimos de curar según el
tratamiento habitual de las heridas, no se debe considerar como resultado de un hechizo
el restablecimiento regular y seguro del herido. Esta clase de curación se realiza
únicamente por una virtud atractiva del medicamento que por medio del aire es
transportado a la herida para purificarla y cumplir su operación espiritual.
Estas palabras parecerán sin duda a muchos difíciles de comprender y ajenas a las
fuerzas de la naturaleza, y muchos combatirán esta doctrina como contraria a todos los
puntos de la naturaleza; la mayoría llegarán a este respecto a los altercados más graves
para saber si esta curación es natural o no, o si se trata de un hechizo, pero esta
controversia resulta vana si observamos lo siguiente: esta curación es perfectamente
natural, pero es el modo operatorio lo que es sobrenatural y espiritual, como realizado
por cierta causa atractiva particular e incomprensible.
Se demuestra así también que este método curativo actúa al margen de todo
hechizo, diciendo que procede de una unión con Dios nuestro Creador y su Verbo todo
amor, sin intervención de ningún hechizo ni de ningún otro medio contra naturaleza,
unión completamente natural, nacida de una fuerza sobrenatural, invisible,
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COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
En fin, yo no me separo de esto: para tratar sin error cosas que sobrepasan las
fuerzas de la naturaleza, nadie puede apoyarse en fundamentos adecuados, inatacables y
por razones indudables, a menos que ante todo conozca bien esta clase de fenómenos
que se nos manifiestan por su sola evolución física, que con toda seguridad sacaron de las
cosas sobrenaturales su origen y su forma. Pero, ¿qué sucederá después? El que haya
comprendido probará con una experiencia infalible que ha arrebatado la palma a los que
quitan todo crédito a las cosas sobrenaturales. Al hacerlo trastornará las opiniones de
todas esas gentes, que discutiendo de cosas naturales sin preocuparse de su fundamento,
sólo expresan fruslerías y exponen a la ligera sus meditaciones.
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DE LA PRIMERA TINTURA
Y RAIZ DE LOS METALES
Capítulo II
Y a causa del calor considerable de la sangre fija leonina, este cuerpo metálico
añadido es penetrado como de un fuego, es purificado de todas las impurezas y resulta
cocido instantáneamente hasta su entera madurez y fijeza, hasta el punto de que es el
esclavo que acumula las riquezas para el señor. En primer lugar éste no puede desear
nada de los harapos del esclavo, pues es a él mismo que la naturaleza regaló la única
vestidura de honor, y para que el señor y el esclavo puedan habitar juntos, el Rey, a su
vez, no puede hacer menos que repartir entre sus guardias la herencia y la duradera
vestidura de corte arrancados del reino, de donde él cobró anteriormente tributo de sus
súbditos.
Pero cuando el Rey puede ser hecho partícipe de esta cosa, está en mejores
condiciones que los metales impuros de poner en fuga el frío y el calor. Pues recibiendo
de esta manera de todos los que restan, se convierte en único vencedor, y consigue el
muy glorioso triunfo de la opulencia y de la salud para una larga vida.
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Tienes que saber ahora que en todos los metales y minerales de la tierra no hay
más que una sustancia, y también una sola madre, de las que han recibido todas las
cosas, cada cual en su género, su naturaleza entera y su esencia corporal. A decir verdad
la sustancia de que se trata, emanando del centro, se extiende inicialmente en tres
partes, a base de las cuales funda la realidad corporal, al mismo tiempo que la forma
determinada de cada metal. Y bajo tierra, por el solo medio de estos elementos, estas
tres partes son alimentadas a base del cuerpo del metal mismo, hasta que hayan
adquirido su perfección. Y en verdad la sustancia descendente del centro fue concebida
por los astros, producida por los elementos y formada por una cosa terrestre, sustancia
ciertamente bien conocida y sin embargo madre verdadera de los metales y de los
minerales; y es en todos los puntos la sustancia y la madre, de donde el propio hombre
ha sido concebido, traído al mundo, conservado y revestido de un cuerpo, sustancia
equivalente de todas maneras con el centro, ya que todo lo que está contenido en el
macrocosmos, lo está igualmente en el microcosmos y viceversa.
Con esto se demuestra justamente que un agua pare todos los metales, un agua
que ha sido calentada por un ardiente fuego aéreo como por un espíritu de azufre, de
suerte que su propia cocción introdujo un alma en el cuerpo terrestre; en éste, y para
que no sea destruido por la corrupción, la sal representa evidentemente el papel de un
preservativo contra la corrupción.
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Capítulo III
Afirmo pues, que todas las cosas visibles y comprensibles se firmaron a base del
espíritu de Mercurio, que pasa antes que todas las cosas terrestres del universo, y al cual
todo debe su origen. Pues en él se encuentra en efecto lo que puede vencer sobre todas
las cosas, y lo que busca aquel que cultiva el arte.
Es el principio para obrar sobre los metales, después de haber alcanzado una
esencia espiritual que es un veneno acabado; volando sin alas aquí y allá está un viento
agitador, que expulsado de su domicilio por Vulcano es empujado con fuerza a su caos,
en el cual regresa y se resuelve en los Elementos, donde por una virtud magnética
procedente del amor es atraído por los astros, y de donde antes se elevó y se produjo,
porque está retenido por el deseo de su semejante.
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No es solamente con la mano como escribo ahora, sino impulsado por el espíritu y
el corazón, porque numerosos doctores simuladores y muy vanidosos persiguen sin cesar
estos misterios con su odio, con su envidia, con sus burlas, con sus invectivas y sus
ultrajes, atacando hasta el tuétano el más oculto, que tiene su principio y su origen en el
centro. Pero yo supe con certeza que debe llegar un tiempo, cuando mis huesos llevarán
mucho tiempo desecados hasta la medula, en que los hombres desearán reclamarme al
sepulcro, y de buen grado, si fuese posible, querrían resucitarme de entre los muertos,
pero en vano: de ahí por qué les he dejado mis escritos, donde su confianza conocerá el
sello de la verdad, expresando el deseo supremo de testimoniar con esto hasta qué punto
he envidiado poco a los investigadores, pobres y otros, estos misterios, por poco que me
hubiese convenido publicar tantos escritos. No he podido, sin hacer empero mal a mi
alma, abstenerme de echar un vistazo a través de la nube, a fin de poder percibir el día, y
de arrojar la noche oscura así como la tempestad desordenada y tenebrosa.
Sabes ahora cómo progresa en su operación el Arqueo con el auxilio del espíritu de
Mercurio sobre la tierra o en sus entrañas, y porque la semilla espiritual es alimentada
por los elementos desde que es concebida por la impresión bajada de los astros y
alimentada por los elementos, sabe que esta esperma es convertida en un agua mercurial
desde que nace. De esta manera fue al principio creado el macrocosmos de la nada, y
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precisamente porque el espíritu era llevado sobre las aguas, se concibe que cierto calor
celeste animaba la criatura acuosa, fría y terrestre. En el macrocosmos dominaban una
influencia divina y la obra de las luminarias celestes, de modo parecido en el microcosmos
una influencia sumamente fuerte sostendrá gracias a su espíritu muy divino y muy santo
el régimen adecuado para operar en la tierra.
R/: Toma en nombre del Señor el hidrargiro rojizo que recuerda el color del
cinabrio, con el oro mejor, que tendrás realmente en abundancia, tritúralos juntos sin
daño, antes de que hayan sufrido la prueba del fuego, vierte encima aceite de mercurio
preparado per se a base de hidrargirio vulgar purificado y sublimado, ponlo a digerir
durante un mes, y así poseerás un extracto más celeste que terrestre. Destílalo
lentamente al baño de María y las flemas se escaparán, dejando en el fondo un aceite
denso que llama a todos los metales al movimiento. Vierte sobre él el triple de espíritu de
vino, remuévelo circularmente al Pelícano hasta que haya adquirido un color de sangre y
ese dulzor al que nada puede compararse. Decanta el espíritu de vino hasta el licor, y de
nuevo vierte sobre él espíritu de vino fresco, repitiéndolo cuanto sea necesario para que
toda la materia translúcida de dulce sabor y de color rojo de fuego se eleve hasta la
saciedad. Después junta estas últimas materias, vierte el líquido sobre tártaro blanco
calcinado, destila fuertemente sobre la ceniza, así el espíritu de vino permanecerá en el
tártaro, mientras que el espíritu de Mercurio será extraído. Mezclándolo con el espíritu del
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azufre del sol y con su sal, y juntando los mismos espíritus para que nunca jamás puedan
ser separados, te adueñarás de una cosa tan grande, siempre que con el oro alcance por
solución su término como una justa medida y un límite establecido, y que en su plena
madurez sea llevado a la más que perfección; entonces nada se le puede comparar para
librarse de las enfermedades y de las necesidades, y para adquirir el bienestar general del
cuerpo y la posesión de los bienes.
Observa en fin, si no quieres más amplias divulgaciones, que todo el arte tiene su
origen en este espíritu de Mercurio, que con la ayuda del azufre espiritual es reanimado y
excitado a la vida; al propio tiempo se eleva de allí una cosa celeste, con la sal en efecto
y por la sal adquieren un cuerpo y una forma, y de hecho admitirás que el principio del
alma, del espíritu y del cuerpo es una especie de imán, es esto y nada más, y no se
puede juzgar de otra manera. En resumen, sin el espíritu de Mercurio, que es la única y
verdadera clave del oro potable corporal, la piedra de los Filósofos no puede ser nunca
elaborada. Descansa en esta opinión y persevera y guarda silencio, y desde el momento
en que yo mismo renuncio a hablar más, que el silencio nos sea impuesto igualmente a
mí y a ti. Confía a otro la búsqueda, que no da aún la prueba de la cosa, pero en lo
tocante a la ejecución confíala sólo a ti mismo.
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COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Capítulo IV
Ahora bien, sabes que Venus fue provista de una vestidura por la acción benéfica
de un azufre celeste, que el resplandor del sol por un largo intervalo deja detrás de él,
pues verdaderamente está rodeada más que el oro de una abundancia de azufre, como
de hecho es reconocido por la ciencia. Pero sea cual fuere la materia del azufre del oro,
abundante y predominante en Venus, y de la que yo mismo hablo tanto y de tal suerte,
debes saber que es también un espíritu volátil y ardiente, que tiene la virtud de invadirlo
y de penetrarlo todo, lo mismo que madurando y acabando de cocer los metales
imperfectos, puede también elevarlos a la perfección más de lo que creen los ignorantes.
Ahora se plantea una pregunta: ¿cómo puede el espíritu del cobre impulsar a los otros
metales imperfectos a su perfección y a su madurez, siendo así que su cuerpo es él
mismo imperfecto y no fluye? Respondo, como lo he recordado con frecuencia, que este
espíritu no puede poseer en el cobre ningún cuerpo duradero como domicilio. Por esto, al
ser su domicilio destruido por el fuego, el huésped huye, y no sin dolor se ve obligado a
abandonarlo, porque cuando habita a título de inquilino, apoya su defensa en el cuerpo
fijo del oro, de manera que no puede ser desahuciado sin una sentencia de un juez
particular, ya que se ha establecido en este domicilio como heredero, y que como una
raíz bien hundida, persevera en su cuerpo, a fin de no poder ser echado de él por
casualidad. La tintura en la cual participa Venus, puede ser igualmente descubierta en
Marte, y ciertamente con una virtud más grande y más eficaz. Marte es en efecto el varón
de Venus, cosa que he referido más prolijamente en los lugares donde he tratado de
estos dos. Una tintura de este género está oculta en el cardenillo, sin embargo, se la
encuentra en el "vitriolo", y también en un mineral con respecto al cual se podría
componer especialmente un libro. Pues en todas estas cosas se encierra un azufre que
arde, y un azufre que arde menos, y cosa seguramente asombrosa, el primer azufre se
blanquea mientras que el otro se enrojece en la generación operadora, pero el azufre
innato es incombustible, y es de este mismo azufre, del que por una raíz única proviene
el azufre del oro.
Revelo muchos más secretos de los que debiera, pero qué hacer, si guardase
silencio sobre todo, no tendría disculpa; sin embargo, la justa medida sale siempre
triunfante, según observarás en mi último tratado de la Protesta, donde no olvidarás mi
demanda.
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COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Este azufre merece con justicia el nombre de azufre de los Filósofos, puesto que
en el mismo está enterrada toda la sabiduría, más que en el espíritu de Mercurio, que se
manifiesta antes que él, y con el cual está unido a la sal de Marte por una conjunción
espiritual, de suerte que los tres estén reunidos en uno y que sean elevados en una
operación igual.
La tintura consiste en el solo espíritu del cobre, y por la parte más grande en su
esposo, y es un vapor absolutamente puro, fétido y de olor fuerte al principio, que debe
ser resuelto como en un líquido, a fin de que se pueda preparar con él un aceite fétido e
incombustible, que, sin embargo, tenga necesariamente que obtener su principio de
Marte. Este aceite se complace en la participación del espíritu de Mercurio, con el cual se
juntan súbitamente todos los cuerpos metálicos, siempre que antes hayan sido
preparados según el método de las llaves que ya he escrito.
Aquí me aparto del orden de los planetas, y no sin razón, porque sigo sus
generaciones, es un orden al cual me sujeto. Como Venus está sobrada de azufre, por
esta causa, lo mismo que Marte, terminó de cocer y de madurar más pronto que los otros
metales, pero como el Mercurio fluido les prestó poca ayuda, no habiendo podido actuar
más enérgicamente en razón al exceso de azufre, han sido completamente frustrados
para el exacto mejoramiento de sus cuerpos no fijos. Ahora tengo que revelarte aquí
cierto misterio: en el oro, el cobre y el hierro, están contenidos un mismo azufre, una
misma tintura y materia, y esta materia es un espíritu de la tintura, una niebla y un
vapor, como ya te he explicado más arriba, que penetró y puede penetrar todos los
cuerpos. Si tú puedes tomarlo, y si lo aguzas con el espíritu de la sal de Marte, y si le
añades según su peso el espíritu de Mercurio, si también los purgas de toda impureza a
fin de que adquieran un olor suave sin nada corrosivo, posees de esta manera una
Medicina a la que nada puede igualarse en el mundo. Y si ésta es fermentada por un sol
resplandeciente, has allanado el camino de la operación que penetra y transmuta todos
los metales.
¡Oh eterna sabiduría! Qué gracias podemos darte por estos supremos misterios
que ocultaste en la Naturaleza, que son empero tan descuidados por los hijos de los
hombres que desdeñan su conocimiento, las cosas están ante sus ojos y no las ven, las
tienen entre sus manos y no las cogen, manipulan la cosa sin saber nada de ella, y las
que actúan de modo que sus propiedades internas les son desconocidas. Para ti en fin en
verdad, y por el amor de Dios, descubriré también aquí, la raíz del azufre Filosófico,
azufre que es un espíritu celeste e igualmente el principio de la sal espiritual que existen
separadamente de la raíz del Mercurio espiritual y sobrenatural, y se encuentran en una
materia única, de donde se elabora la piedra, que se manifestó delante de mí, y no en
varias cosas, a pesar de que todos los Filósofos tratan sobre todo el Mercurio en sí, así
como de la sal, para preparar separadamente el Mercurio, separadamente el azufre y
separadamente también la sal. Yo afirmo, sin embargo, que esto debe entenderse
solamente de su superabundancia, lo que yo he encontrado también en mayor cantidad, y
que, en particular, puede ser empleado de numerosas maneras y no sin utilidad en la
Medicina y en la mutación de los metales. Pero en un plano universal, el tesoro
seguramente más grande de la sabiduría terrestre y de todos los tres principios, es una
cosa única, y es a la vez descubierta en una sola cosa y extraída de esta cosa, puede
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COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
reunir todos los metales en una cosa, y es el verdadero espíritu de Mercurio, y el alma del
azufre, conjuntamente encerrada con un sol espiritual bajo un cielo, y habitando juntos
en un cuerpo, y son el dragón y el águila, el Rey y el león, el espíritu y el cadáver, que
debe teñir el cuerpo bruto del oro en una Medicina, y de aquí recibe poder bastante para
teñir a sus compañeros.
¡Oh dichosa medicina otorgada por Dios tu creador! ¡Oh imán celeste que atrae el
amor más elevado! ¡Oh sustancia florida de los metales, qué poder eficaz es el tuyo, qué
insondable es tu virtud, cuán fuerte es tu conocimiento! Bienaventurado en la tierra aquel
que conoce verdaderamente la luz, que desdeña el mundo entero, pues no sufrirá
ninguna pobreza, ninguna enfermedad le alcanzará, ninguna invalidez le atacará hasta el
término fijado de su muerte, hasta el tiempo extremo de su vida determinado por el
mismo rey de los cielos. No existe en todas las lenguas de los mortales un número
suficiente de alabanzas para loar la fuente de la sabiduría oculta en este tesoro. Si
pudiesen contemplar y reconocer esta Majestad sobrenatural, todos los parlanchines se
verían reducidos al silencio y confusos, más aún, quedarían trastornados y ya no
encontrarían palabra que decir. Yo mismo, al recordar cuáles y cuántas cosas he podido
revelar, me siento espantado, pero cuento con implorar a Dios que no me lo cuente como
un pecado mortal, puesto que abordé la obra en su temor, que la realicé por su gracia,
que la revelé sólo por alabarle.
¡Oh santísima y eterna Trinidad! Es con la boca y con el corazón como te ofrezco
acciones de gracias y alabanzas, porque con tu verbo divino, por el que conocí toda tu
poderosa virtud, me revelaste la más alta sabiduría de este mundo, y las maravillas
sobrenaturales cuyo conocimiento evitan los hombres. Muy humildemente te ruego que
me des aún más inteligencia e ingenio de espíritu, a fin de poder emplearlos con fruto y
eficacia con un perpetuo sacrificio de alabanza delante de Ti, por la caridad cristiana con
mi prójimo, y por mi salud tanto espiritual como corporal. Y por esto, que tu nombre sea
loado y glorificado ante todas tus criaturas en el cielo y en la tierra, y que mis adversarios
aprendan que tú eres el Maestro de las maravillas infinitas, y que ellos mismos alcancen
por esto un día el arrepentimiento y la conversión, y no sean engullidos por las tinieblas
de las mentiras! Así ayúdame, ayúdanos a todos, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en Tu
muy elevado trono. Tú que dominas todas las cosas por la gloria y la majestad, cuya
sabiduría no tiene principio ni fin, que temen necesariamente todas las criaturas celestes,
terrestres e infernales, y que eres bendito por todos los siglos de los siglos. Amén.
¡Oh Serafín! ¡Oh Querubín! Tus maravillas son grandes, vuelve los ojos de tu
gracia a tu siervo, y muéstrate sensible a las plegarias, contén tu cólera, porque he
divulgado esta revelación.
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ejemplo el roble, y las otras maderas duras, densas y compactas, y los poros de éstas no
están abiertos como los de las maderas más ligeras, donde el azufre puede dominar en
abundancia. Por esta razón la madera de roble se complace en un Mercurio más
abundante y en una sal más eficaz que la madera de pino y las otras, y una madera de
esta clase no tiene tendencia a flotar en el agua como la madera de abeto, porque es
demasiado apretada y demasiado compacta, de suerte que el aire no puede sostenerla.
Lo mismo hay que decir de los metales, y particularmente del oro, que, debido a un
azogue más abundante, fijo, enteramente cocido y maduro a punto, tiene un cuerpo
sólido, resistente, compacto, fijo e inatacable, y no sufre ningún perjuicio por el fuego, el
agua, el aire y la podredumbre de la tierra, pues sus puertas están cerradas, de suerte
que la fuerza corruptora de los elementos no puede infligirle ningún daño. Esta fijeza y
esta composición tan estrechamente compacta nos dan la demostración de su densidad
natural, que no puede manifestarse en los otros metales, cosa que descubrimos no
solamente determinando su peso por pesada, sino también de esta manera: si se pone un
escrúpulo de oro puro sobre cien libras de azogue, se va rápidamente al fondo, mientras
que al contrario todos los metales, en igualdad de peso, puestos sobre azogue
permanecen en la superficie y no se van al fondo, pues sus poros son más grandes, de
manera que el aire, o el aliento, puede penetrar en ellos para aguantarlos.
Por lo que respecta al espíritu del cobre, sabe también que caliente, penetrante e
indagador, consume todos los humores viciosos y las flemas superfluas en los hombres y
en los metales, debe pues con justo título figurar en la corona de la Medicina, es
completamente ígneo y agudo, incombustible, espiritual no obstante, y sin forma. Por
esto puede también quemar, cocer y madurar conjuntamente las cosas sin forma tales
como los espíritus, y a ti, si eres un verdadero observador de la naturaleza, que este
espíritu te sea particularmente recomendado, y no te abandonará ante ningún obstáculo
de salud o de riqueza, con tal de que le hayas debidamente observado a él mismo, y que
lo hayas administrado según es justo. Más tarde, espero que un día encontrará mi sueño
sitio y auditorio entre numerosos observadores de la naturaleza, poseídos del deseo de
estudio y de ciencia, y por esta razón que agucen sus sentidos, que abran los ojos, que
presten oído, hasta que saquen de mis preceptos lo que jamás hasta ahora ha sido
observado ni percibido interior ni exteriormente en este espíritu del cobre. El que no
pueda captar debidamente mis escritos, observarlos y comprenderlos, éste, creo yo, ha
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COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Capítulo V
Algo parecido ocurre con los metales, en la medida en que por una influencia de lo
alto les corresponde una forma. Aunque a todos los metales les quedaría bien un solo y
mismo nombre, siendo metales verdaderos, yo creo, sin embargo, y tú los has
comprendido a propósito de las tendencias variadas de los hombres, que todos son
también hombres nacidos de una sola materia, que pueden existir metales variados y
diversos, algunos de los cuales recibieron una complexión y una naturaleza caliente y
seca, o fría y húmeda, o incluso intermedia. De ahí procede que el metal de Marte esté
colocado en su rango antes que los otros por una cierta sal espesa en muy gran cantidad,
y que encontremos también en él un cuerpo sumamente duro y grosero, que la
naturaleza le asignó y concedió. En efecto, hay en él una parte muy pequeña de Mercurio,
un poco mayor de azufre y muy grande de sal, y es de esta mezcla que nació en seguida
su sustancia corporal, y que fue puesta en el mundo por el poder de los elementos. En la
operación, su espíritu se ajusta con los otros espíritus, pero si sacándolo de Marte se
puede conocer un espíritu auténtico y verdadero, yo afirmo con toda verdad y
conocimiento cierto que un grano de este espíritu mismo, o de la quintaesencia, tomado
con espíritu de vino, fortificará la energía del hombre, su corazón y su inteligencia. Él
destierra todo temor a los enemigos de Eutimia, produce en el hombre un corazón león y
lo impulsa a emprender y consumar el combate de Venus. Observando la conjunción de
Marte y de Venus en cierta constelación, gozarán de la fortuna y de la victoria en el amor
y en el dolor, en la división y en la alegría, y se juntarán amigablemente, aunque
hubiesen de ser zarandeados por el odio y la enemistad de todo un mundo.
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Tratado químico-filosófico de las
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Pero dado que yo soy un hombre de Iglesia, debo por ello someterme a la regla
eclesiástica, y confiar mi alma a Dios, fuera de las seducciones de la pasión humana y de
la ambición de la carne, porque estas cosas ilícitas abren un camino hacia el infierno, pero
el mandato divino, el temor y la benevolencia divinamente concedidos a la voluntad
humana abren un camino hacia el cielo, donde se continúan en una invocación verdadera
y en una fe auténtica y sincera en el único trono de la gracia, Mediador y Protector,
nuestro Salvador Jesucristo.
Por la acción benéfica de este espíritu todas las enfermedades marciales son
derrotadas de manera asombrosa, así, por ejemplo, la disentería, o diarrea intestinal, las
enfermedades de la mujer llamadas menstruos blancos y rojos, todos los flujos de vientre
y úlceras abiertas, en los muslos, en las piernas y en todo el cuerpo, así como las
enfermedades, internas y externas, en razón de las cuales, o donde ellas toman su
nombre, se manifiesta Marte sanguinario. Igualmente estas dolencias de orden general,
que no es necesario designar por su nombre, ya que son por sí mismas bien conocidas de
los médicos experimentados como sometidas todas ellas a Marte y de su competencia. El
espíritu del hierro que se supone exactamente conocido, se complace en una conjunción
oculta con el espíritu de Venus, de suerte que puedan juntarse en uno, y de ahí resulta
una misma y única materia, de una operación, de una forma y de una sustancia
constantes, que tanto puede curar las mismas enfermedades, como trabajar ella misma y
resolver, e incluso llevar a mutación las propiedades particulares de los metales, y esto
con fruto, honor y abundancia. Pero a decir verdad, hay que considerar también a Marte
con su virtud propia, tal que en su forma corporal se complace él por su solo cuerpo
terrestre, que se puede utilizar para interrumpir el derrame de sangre en las llagas
externas, el prurito de luna, e interiormente en el estreñimiento intestinal. Esto empero
no se consigue siempre, ni el cuerpo humano interior y exteriormente, ni en la práctica de
los metales, porque sin el conocimiento de los sabios remedios que la naturaleza en su
ciencia escondió en él, su cuerpo por sí solo no puede ser lo bastante útil para triunfar.
Ahora hay que exponer un hecho singular: es evidente que el imán y el hierro
verdadero producen en los cuerpos enfermos un efecto único y casi idéntico, y que
participan también de una naturaleza casi idéntica, naturaleza que el alma y el espíritu
poseen en un sentido celeste, espiritual y elemental, del que han nacido entre el cuerpo,
el alma y el caos y de donde se desprendió el cuerpo fuera de la última composición.
Observa en fin esto en este capítulo: ninguna conducta ordenada puede ser
firmemente mantenida cuando los dos cónyuges están desunidos, cuando uno quiere
hacer volver su carro hacia el oriente, el otro hacia el occidente, y que por esta razón y
con la misma fuerza tiran desigualmente del carro, de lo cual se deriva una gran división
y grandes contratiempos, con lo que realizan mucho menos su esperanza. Pero cuando
unos humanos fieles, ligados por las cadenas del matrimonio, tienen el vivo deseo de
administrar firmemente sus negocios familiares, deben estar unidos en un mismo espíritu,
una misma voluntad, una misma inteligencia y una misma virtud, con vistas de cumplir
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COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
su designio, deseando con todo ardor la inteligencia, el corazón y la voluntad de cada uno
confiarlo todo al otro; en otras palabras, buscan una confianza y un amor perfectos.
Si falla uno u otro de los dos, nuestros tres principios se ligan entre sí menos
correctamente. En efecto, el Mercurio es temeroso y carece de fijeza, el azufre está
también debilitado, demasiado apagado no es capaz de calentar el amor, y tampoco la sal
se complace en su tendencia natural innata y adecuada, sino que es demasiado dura,
demasiado compacta y en exceso porque produce una coagulación densa, es ácida y
cáustica, porque expresa muy poco en su confianza y en su constancia.
Así ocurre ahora con las cosas humanas, y el mundo yerra ya, y se encuentra
plagado de vicios de este género, pues la constancia es débil, la caridad poca y la fe muy
reducida.
Estoy convencido de que este ejemplo filosófico nadie me lo echará como crimen,
porque Siracides de diversas maneras alaba y censura a la vez la buena fe y la malicia de
una mujer engañadora: pero ahora digo adiós a Marte, y a este respecto nadie puede
discernir por su juicio que estas cosas son mucho menos diversas de lo que parecen,
salvo aquel que las haya observado con aplicación, que haya conocido su naturaleza y su
propiedad, y los haya correctamente profundizado. Que Dios, nuestro padre celestial,
virtud eterna, nos distinga de tal suerte que nuestro cuerpo terrestre y perecedero
encuentra una transfiguración celeste, espiritual e incorruptible. Amén.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Capítulo VI
Una luz del cielo me ha conminado ahora a gobernar mi pluma para revelar la
fuerza y la constancia, pues el sol es un fuego ardiente y que consume, cálido y seco,
donde se oculta la virtud verdadera de todas las cosas naturales, virtud que asocia la
inteligencia, la opulencia y la salud. Mi pensamiento se entristece verdaderamente y mi
espíritu se espanta en sí mismo de todo lo que saco ahora a la luz, cosas que antes de mí
eran absolutamente secretas y desconocidas de todos, y que anteriormente estuvieron
envueltas y disimuladas por los más profundos misterios. Descendiendo dentro de mí
mismo y explorando mi conciencia, no he podido evitar empero enteramente el inclinar mi
voluntad hacia otro destino, para que no ponga ningún obstáculo. Pero para no sufrir
cierto perjuicio, hablaré con mesura, y escribiré con discernimiento, a fin de que se
espere más bien un agradable provecho de estas cosas, que de acuerdo con su género y
según la ocasión, he prescrito de conformidad con la costumbre de los Filósofos que me
precedieron.
Después de estos dos mundos distintos brota otro mundo, donde están contenidas
las cosas que procuraron los otros dos, es decir, lo superceleste y lo celeste. Del mundo
superceleste se desprende la fuente de la vida y del alma, del mundo celeste la luz del
espíritu, del tercer mundo elemental se desprende un fuego invencible, celeste y, sin
embargo, sensible a base del cual madura completamente un fuego que puede ser
agarrado. Estas tres materias y sustancias suscitan y producen pues las formas de los
metales, entre las cuales ocupa el oro las primeras, porque en este metal un influjo astral
y elemental coció y maduró más perfectamente el Mercurio en una cierta y suficiente
madurez.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Así aprende ahora también que las almas de los metales, concebidas a base de
una cierta composición celeste, insensible, invisible, incomprensible, oculta y
sobrenatural, extraída del caos a base ciertamente del agua y del aire, son más tarde
acabadas de cocer por la acción bienhechora de una luz celeste elemental y de un fuego
solar, y de ahí ejercen los astros su virtud, cuando su propio calor es percibido, como en
una matriz, en las vísceras de la tierra. En efecto, por la calidad caliente y eficaz de los
astros superiores es abierta la tierra, de manera que su espíritu extendido está en
condiciones de ofrecerle cierto alimento, y de hacer aparecer alguna cosa, por ejemplo los
metales, las hierbas, los árboles y los animales, cada uno de los cuales aporta
separadamente su simiente para un crecimiento ulterior.
Hay aquí cierto secreto verdadero del sol, o del oro, por el que seguramente, pues
tengo que instruirte con un ejemplo y una cierta similitud, podrás reconocer las fuerzas
de la naturaleza, y su misterio por la misma razón.
Es probable que exista una irradiación celeste del sol, de calidad ígnea, y de
naturaleza ígnea, que Dios, el Altísimo, Creador de cielo y tierra, le otorgó por medio de
cierto espíritu de azufre, celeste y fijo, para conservar la constancia, la forma y el cuerpo,
y, en su movimiento bien conocido, esta criatura, debido a su rapidez tan elevada en su
trayectoria, es inflamada y encendida por el aire, y mientras dure el movimiento, esta
incandescencia no se extinguirá jamás, ni menguará un día en su virtud por falta de la
materia combustible que le fue dada, pues la luminaria del cielo podría sufrir un gran
empequeñecimiento por este consumo.
Por consiguiente, de esta manera el oro enteramente cocido y madurado por las
cosas superiores en una naturaleza fija e invencible de este género, llegó a que nada
pueda perjudicarlo enteramente, porque un astro superior fijo penetró las cosas
inferiores, de suerte que un astro fijo inferior se encuentra, gracias a la influencia y a la
complacencia de su semejante superior, con que tiene muy poco que conceder. Y si
verdaderamente recibieron las cosas inferiores esta fijeza de las cosas superiores, esto
viene muy a propósito de la primera materia del oro, como tú advertirás y observarás.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Así pues, cierta simpatía particular y una virtud de atraer por un deseo magnético
intervienen entre el sol en tanto que luminaria celeste y el fuego elemental más pequeño.
De la misma manera el sol y el oro están mutuamente ligados por un sentimiento
particular y por una virtud singular, porque el sol, por estos tres grandes principios,
provistos de su imán, que lo toca en más cercano parentesco, produjo el oro, y cuando el
imán ha alcanzado el grado supremo para que los tres principios se hallen perfectamente
contenidos en él, el oro sigue al fin en su forma corporal, porque, compuesto a base de
estos tres principios, debe su principio y su origen a un imán celeste.
Aquí está, en fin, la sabiduría suprema de este mundo, la más grande de todas, o
mejor aún, la soberanía sobrenatural que domina toda facultad y toda inteligencia, pues
en efecto de ella empezó a surgir la creación de Dios, la cosa etérea, el poder del
firmamento, el conocimiento espiritual y la esencia corporal, todas las cosas por las que
mantiene todas las cualidades, y todo lo que puede proteger y conservar el hombre. En
este imán de oro están ocultos la solución de todos los metales y el dominio de todos los
minerales, su materia primitiva, las fuerzas para la salud, y también la coagulación y la
fijación de los metales, al mismo tiempo que la posibilidad y la virtud de expulsar todas
las enfermedades. Ten cuidado con esta llave, pues es celeste, astral y elemental, y es de
ahí que nacen las cosas terrestres, lo sobrenatural junto con lo natural, nacidos del
espíritu de Mercurio por un medio celeste, del espíritu del azufre por un medio espiritual,
y del espíritu de la sal por un medio corporal. Esta llave es el camino universal, es la
esencia toda entera, el principio y el fin, pues el espíritu y el cuerpo están unidos por el
lazo del alma de tal suerte que no pueden en manera alguna ser separados, sino que más
bien dan nacimiento al cuerpo más perfecto y más perseverante, que ya nada puede
destruir jamás. Y con esta materia espiritual, de donde ante todo fue convertido el oro en
cierto cuerpo, se puede elaborar un oro potable verdadero más perfectamente que
partiendo del oro mismo, pues este último debe ser hecho espiritual antes de que se
pueda, después, preparar el oro potable. Este espíritu cura también la lepra, y a la
manera de cierta materia mercurial completamente fija, los derrames venéreos, seca y
termina con la hidropesía, con todas las úlceras supurantes abiertas o inveteradas,
fortalece el corazón y el cerebro, y procura una excelente memoria, purifica la sangre, y
trae consigo la alegría y la animación, y una impetuosidad natural.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Incluyo aquí un procedimiento muy breve: R/ Toma el espíritu de la sal, extrae con
él el azufre del sol, sepáralo en seguida con aceite de la sal, rectifica el azufre del sol con
el espíritu de vino, a fin de que se vuelva dulce sin nada corrosivo. Entonces R/ toma
verdadero aceite de vitriolo, obtenido a base de vitriolo del cardenillo, y disuelve Marte en
él, de aquí prepara directamente vitriolo, volviendo atrás disuélvelo en cierto aceite o
espíritu, rectifícalo de la misma manera que antes con espíritu de vino, mezcla y de
nuevo extrae de aquí el espíritu de vino, disuelve la materia restante en peso exacto en el
espíritu de Mercurio, circula y coagula, si acaba por volverse fija y sin nada que suba,
poseerás una medicina para teñir los hombres y los metales, cuando haya sido
fermentada con oro preparado.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
DE LA TINTURA DE LA LUNA
Capítulo VII
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
virtudes son necesariamente buscadas en el oro, si por lo demás se quiere que triunfe
sobre sus enemigos, y que soporte sin desfallecimiento todos los exámenes.
Todas las cosas son difíciles al principio, pero una vez acabadas se someterán muy
fácilmente a la comprensión. Si has observado exactamente y conocido el espíritu y el
alma de la luna, cogerás fácilmente un medio de trabajo, que manifieste el remate de su
fruto, y por esto te ofreceré ahora un ejemplo, y te instruiré en cierta regla del agro, por
medio de la cual podrás introducir en un juego pueril tu espíritu de una cosa ardua,
meditando bien sobre la manera en que puedes profundizarla.
Este lino tratado es después aplastado, triturado y desprendido de sus cortezas, y por fin
es también cardado, para que se separe lo puro de lo limpio, lo grueso de lo sutil, lo cual
no puede hacerse de otra manera antes de la preparación. Después, el lino es hilado en
pelotas, éstas son cocidas en agua por el fuego, o mezcladas con la ceniza y expuestas al
calor, para que se haga una nueva depuración, y que la mugre sucia y superflua sea
enteramente separada. Después se secan las pelotas lavadas según la regla, se mandan
al artesano y en seguida se urden las telas. Pero más tarde estas telas se aclaran y
blanquean por una maceración repetida en el agua, son cortadas por el zurcidor y los
demás hombres, que las toman para el uso familiar. Ahora bien, si la ropa de lino de la
casa es completamente desgarrada y estropeada, los viejos trapos amontonados son
llevados a la muela de papel, donde el fabricante confecciona hojas, destinadas a su vez a
un uso ulterior.
Si ahora una hoja de papel colocado sobre algún metal, o sobre algún vidrio, es
encendida y quemada, el mercurio vegetal huye del papel al aire y la sal queda en la
ceniza, el azufre ardiente, sea el que fuere, no puede seguramente apresurar la
combustión, se resuelve en un aceite, medicamento muy buscado para los ojos
oscurecidos y viciados. Este aceite, disuelto, se distingue por una grasa singular que la
materia del papel retuvo de la semilla del lino en su primer comienzo, de suerte que la
última materia, es decir, el papel, debe resolverse a cambio en la primera materia, es
decir, en la oleosidad grasa sulfurosa de la semilla del lino, con la separación del mercurio
y de la sal, y así por el último se desvela, por decirlo así, el primer fundamento, y del
primero se desarrolla la virtud y la operación.
Aunque tal razonamiento pueda parecer basto y poco sutil, debes sin embargo
aprender de él lo que son las cosas sutiles y secretas. En efecto, a los hombres
ignorantes hay que inculcarles con los ejemplos más burdos las cosas más sutiles, a fin
de que se vean arrastrados de las más groseras a las más sutiles, y se habitúen a ellas.
Aprende ahora por similitud que la primera materia de los metales debe ser observada,
conocida y buscada por la manifestación de la propia última materia, de la misma manera
que los metales más perfectos deben ser separados y disueltos para aparecer
completamente desnudos ante los ojos de los hombres. Así es como de una destrucción
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
de este género se puede discernir y aprender cuál fue al comienzo la primera materia, y
de dónde ha surgido la última. Encuentra ahora justa y buena esta doctrina de la luna, y
ciertamente queda mucho por decir para demostrarlo, pero por esta vez me abstengo
hasta otra ocasión, de suerte que tendiendo muchas y muchas veces tu pensamiento,
tratando de recordar lo que conoces, y lo que yo te he revelado, observes todas sus letras
comprendidas entre el alfa y la omega, y que tengas en cuenta todas las líneas y todas
las palabras, a fin de que no te estén reservadas la maldición de tus pecados y la
venganza eterna.
Por último te descubro también esto: R/ Toma azufre azul oscuro de plata, extrae
luna, y rectificado con el espíritu de vino, disuélvelo según su medida en espíritu bien
blanco de vitriolo, y en el espíritu de olor suave de mercurio, coagúlalos conjuntamente
por la fijación del fuego, así obtendrás la tintura blanca, con todos sus medicamentos,
pero si tomas el primer móvil de todas las cosas, esto ya no será necesario, porque a
base de uno solo puedes tener la cosa preparada.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Capítulo VIII
El benévolo Júpiter ocupa más o menos el medio entre todos los metales, y ni su
calor ni su frialdad, ni su sequedad ni su humedad son excesivos, de la misma manera
que no rebosa de mercurio ni de sal, sólo existe en él una pequeña parte de azufre, y
presenta un color blanco; sin embargo, de estos tres principios uno triunfa sobre el otro,
como lo muestra, cuando se le disuelve, una exploración verdadera y auténtica de la
naturaleza. Nació de esta composición y de esta mezcla de los tres principios, fue
producido y coagulado en un metal, fue llevado a la madurez y a la perfección, Júpiter,
prefecto de la paz, rey de la clemencia, dominador y poseedor de la región mediana. Lo
que concierne a su estado, su naturaleza, su designación, su virtud, su forma y su
sustancia ocupa en efecto el medio, y ninguna enfermedad puede presentarse que Júpiter
no pueda destruir administrándole moderadamente su medicina. Presentada en pesos
demasiado grandes, allí donde no sea necesario, esta medicina podrá parecer también
superabundante, no siendo adecuada para administrarse a cosas extrañas. Pero se
guarda a justo título para el caso en que el cuerpo y su enfermedad se presten
proporcionalmente a la virtud de la operación, de manera que se correspondan
mutuamente, y que no pueda marcar ningún desacuerdo entre la operación y la
naturaleza operante.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
esperar también una utilidad singular, pues estas dolencias y enfermedades están
directamente sometidas a su influencia, a saber, si Zedekiel es despojado de su
volatilidad venenosa, y si es transportado a un lugar mejor y fijo, opuesto al veneno.
Pues yo declaro aquí con toda verdad, y pongo por testigo a la S.S. Trinidad so
pena de perder la muy noble gema espiritual, que todas y cada una de las cosas que he
escrito y que escribo aquí ahora son verdaderas, y están completamente de acuerdo con
la verdad. Pero sobre esto, si un hombre inteligente o un hombre vulgar, sobre todo si es
hostigado por el odio de los arcanos, está menos clara y lúcidamente dispuesto que otro a
penetrar todos mis escritos, no debe ciertamente echárseme la culpa. Solicita para ti la
gracia divina, busca la benevolencia de los perseguidores, trabaja sin descanso, y lee
utilizando tu razón, así no te quedará cerrado ningún misterio, y tu búsqueda proseguirá
felizmente. Después conmino particularmente al que ha encontrado este don a que dé
gracias al muy divino Creador, incesantemente, de noche y de día, sacando del fondo de
su corazón una deferencia total y una piadosa obediencia. Y como no hay que esperar de
ninguna criatura una acción de gracias que pueda compensar estos dones, se debe buscar
su estudio con verdadera asiduidad, llevada lo más lejos que se pueda. Yo he hecho mi
papel, todo lo que ante Dios y ante los hombres puedo justificar, lo que efectivamente
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COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
han visto mis ojos, han tocado mis manos, comprende mi corazón sin error, todo esto,
nadie en esta vida puede quitármelo, salvo la muerte, que separa todas las cosas.
Estas cosas, mi voz no ha sido ligada por clase alguna de obligación para
divulgarlas, pero las que he escrito, fuera de toda temeridad y de toda gloria vana,
conciernen únicamente a la misión de Cristo, a fin de que su majestad y su bondad en las
cosas eternas y temporales no sean consumidas por el silencio, sino que se entiendan
como alabanza y gloria de su Nombre eterno, de suerte que el Altísimo sea honrado,
conocido, exaltado y manifestado por su omnipotencia, por la confirmación de los grandes
milagros. Además, la caridad cristiana hacia el prójimo me ha obligado a hacer bien a los
hombres tanto como a mí mismo, y a mis enemigos para reunir con esto carbones
ardientes sobre sus cabezas, y en fin, también para que todos mis adversarios puedan
conocer algunos errores que otros cometieron antes que yo, y que en los secretos de la
naturaleza ofrecieron como la verdad, y para que con ello se pueda juzgar si yo debo ser
el más condenado y ellos los más justos. Añadamos que sería inicuo que estos altísimos
misterios fuesen oscurecidos por las tinieblas y ahogados por aguas desbordantes, pero
una vez liberados de los estanques y de las marismas de una banda de ignorantes por el
esplendor verdadero y original de la luz y por la propagación del testimonio verídico, se
unirán a los numerosos testigos que seguirán la verdad de mis escritos.
Ahora, para terminar, enseño que debes tirar del benévolo Júpiter y hacer su sal,
que Saturno fluya bien con él, y así Saturno se procura un cuerpo fijo, se purga, y por su
buen oficio sale claro de él, y esto es en todo punto una transmutación del verdadero
plomo en el mejor estaño, tal como puede demostrarse con experimentos indudables.
Aunque de hecho te parezcan estas cosas extrañas a la verdad, sin embargo, ya que
gracias a su azufre el sol participa más en el cuerpo de Júpiter, observarás que Saturno
dispuso también de igual eficacia y fuerza de penetrar, de la misma manera que los
metales inferiores y más volátiles recibieron para la refinación la virtud de reducirse a su
semejante, como la verdad te lo enseñará ella misma.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Capítulo IX
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
tres principios, como hay que hacer por ejemplo y con razón en las diferentes clases de
plantas, así como en el hombre comparado con los otros seres animados. Buscando pues
el origen de las cualidades de estos tres principios se descubre la diferencia, según la cual
tal planta está más dotada de cierto género y tal otra más bien del otro, a ejemplo de los
hombres y de los animales, que nos dan abundantemente la misma razón, y a ejemplo
también del alma muy suave del plomo, e igualmente de la propiedad del alma del estaño
dulce hasta el punto de que casi nada podría comparársele, cuando con anterioridad fue
muy puramente purgada en favor de la separación, siendo correctamente separado lo
puro de lo impuro, y en cuya operación hubo que separar una muy entera perfección.
Por naturaleza el espíritu del plomo es frío y seco, y por esto aconsejo a los
hombres y a las mujeres que no hagan demasiado uso de él, pues enfría efectivamente la
naturaleza humana, y por esto la semilla de una y otra pueden preparar menos la
operación natural. No está absolutamente indicado para el bazo ni para la vejiga, aunque
es cierto que otras veces atrae a él el depósito flemático que produce en los hombres una
melancolía no desdeñable. Si, en efecto, Saturno dominante es melancólico hasta el
punto de acrecentar la melancolía del hombre, de la misma manera su espíritu tomado
como si estuviese solo atrae a él el otro espíritu melancólico, lo cual libra al cuerpo
humano de su melancolía infusa. Exteriormente el alma de Saturno es saludable para
todas las úlceras, ya sean recientes o inveteradas, para las heridas por punzada o por
corte, hasta el punto de que casi ningún metal se le puede comparar, y refresca todos los
miembros ardientes e hinchados. Pero para sacar y asentar el fundamento de todo
tratamiento de las úlceras de origen interno, la muy noble venus ocupa el primer lugar,
pues para limpiar tiene una calidad seca, mientras que Saturno tiene, por el contrario,
una calidad fría.
La luz celeste del sol es mucho más cálida que la luz de la luna, ya que en su
revolución la luna mucho más pequeña que el sol conserva un diámetro aparente ocho
veces más pequeño, a razón de la medida y de la división. Ahora si la luna pudiese
superar al sol en ocho veces su magnitud, como el sol supera a la luna, necesariamente
perecerían todos los frutos de la tierra, y habría un invierno continuo y no se podría
esperar ningún verano. Pero el eterno creador prescribió para el bien de las criaturas
cierto orden y también cierta ley, a fin de que el son durante el día, y la luna durante la
noche derramen su esplendor, y estén al servicio de todas las criaturas. Los niños
sometidos a la influencia de Saturno son melancólicos, perezosos y siempre descontentos,
a la manera de los viejos avaros que nunca ahítos frustran su persona, quebrantan su
cuerpo con numerosos trabajos, se entregan a vanas reflexiones, no se regocijan jamás
en una reunión alegre, y sienten aversión por todos los amores de mujeres graciosas.
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Tratado químico-filosófico de las
COSAS NATURALES Y SOBRENATURALES
Doy gracias al Altísimo por sus dones, y que esto baste para lo que he pretendido
divulgar en este tratado. Partiendo de aquí, por el alejamiento subsistirán todas las cosas.
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