La Gran Guerra (1914-1918)
Las causas de la guerra
El desencadenante del conflicto fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando,
heredero al trono del Imperio austro-húngaro, pero las verdaderas causas de la guerra se venían
gestando desde hacía décadas.
Las rivalidades entre las grandes potencias
Las relaciones entre Francia y Alemania eran muy tensas debido las reivindicaciones
territoriales francesas sobre Alsacia y Lorena, perdidas en 1870 a raíz de la guerra franco-
prusiana. Esta enemistad se reavivó a comienzos del siglo XX a causa de la rivalidad colonial.
En el este de Europa, los imperios austro-húngaro y ruso se disputaban el control
económico y político de los Balcanes, ante el retroceso del Imperio Otomano. Austria temía el
paneslavismo ruso, pues ella misma estaba habitada por minorías eslavas, mientras que Rusia
estaba resuelta a ser reconocida como protectora de los eslavos y muy particularmente del
recientemente creado reino de Serbia.
Por su parte, Reino Unido estaba decidido a mantener su dominio en los mares y su
liderazgo comercial y financiero, amenazado por el desarrollo económico de Alemania. El interés
de este último por formar un imperio colonial para impulsar su industria junto a la política naval
germana, que tenía como objetivo crear una poderosa marina de guerra equiparable a la
británica, hizo que desconfianza británica aumentara.
Italia y Austria también eran antiguas enemigas y la primera todavía reclamaba, para
completar su unificación, los llamados territorios irredentos del Tirol y de Istria, bajo dominio
austríaco.
Los sistemas de alianzas
Tras la guerra franco-prusiana (1870-1871) y la creación del II Reich, se inició una nueva
etapa en las relaciones internacionales marcada por la hegemonía de Alemania en el
continente europeo.
Alemania y el Reino Unido eran las principales potencias europeas a finales del siglo XIX,
pero este último prefería mantenerse al margen de los asuntos del continente, en lo que se
conoció como el «espléndido aislamiento». Por lo tanto, el artífice del nuevo orden internacional
fue Otto von Bismarck, canciller alemán.
Entre 1870 y 1890, Bismarck forjó una serie de alianzas internacionales, conocidas como
los sistemas bismarckianos, cuyos objetivos eran:
• Mantener el status quo europeo bajo hegemonía alemana, aplicando una política
pragmática (Realpolitik) que anteponía los resultados a los principios morales.
• Aislar diplomáticamente a Francia, ante un posible revanchismo por la pérdida de Alsacia y
Lorena.
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En 1873 se conformó la Liga de los Tres Emperadores (Austria-Hungría, Rusia y
Alemania). En 1879 se firmó el compromiso militar más importante de Centroeuropa, la Doble
Alianza, que reforzaba la unión de Alemania con Austria; a ellas se unió, en 1882, Italia. Con ello
quedó conformado uno de los «bloques», la Triple Alianza, un acuerdo de ayuda militar que
permanecería activo hasta 1914.
En 1888, tras la muerte de Guillermo I, subió al trono de Alemania Guillermo II, que
inicialmente mantuvo a Bismarck como canciller. Sin embargo, las ideas del nuevo káiser respecto
a la política y al papel que debía desempeñar Alemania en el mundo eran diferentes a las de
Bismarck, por lo que este acabó dimitiendo en 1890.
Desde entonces, las relaciones internacionales entraron en una nueva fase, en la que la
prudencia del antiguo canciller fue sustituida por la Weltpolitik (política mundial), una estrategia
agresiva y expansionista que no se conformaba con el aislamiento de Francia y la hegemonía en
Europa, sino que aspiraba a situar a Alemania en el escenario mundial en consonancia con su
poderío económico y militar. La política exterior de Guillermo II se orientó, por tanto, hacia una
mayor intervención en el reparto colonial de África y Asia, así como hacia una abierta
competencia con el Reino Unido por el liderazgo mundial en los ámbitos económico y militar.
Como resultado de esta estrategia, se creó una poderosa marina de guerra equiparable a la
británica.
La consecuencia de todo ello fue lo que siempre había tratado de evitar Bismarck: la
formación de una alianza antialemana en torno a Francia. En 1892 Francia y Rusia firmaron el
acuerdo francorruso, en el que se acordaba la ayuda mutua en caso de agresión de la Triple
Alianza. En 1904, Reino Unido salió de su aislamiento y firmó con Francia la Entente1 Cordiale,
un tratado de no agresión y de reparto de zonas de influencia en la expansión colonial, que ponía
fin a la tradicional rivalidad entre ambos países. Finalmente, con la incorporación de Rusia en
1907 a la alianza francobritánica, nació la Triple Entente, que a partir de entonces se enfrentaría
al bloque centro europeo de la Triple Alianza. La división de Europa en dos bloques de alianzas
opuestos implicaba el riesgo de convertir un conflicto local con algunos de sus países en una
guerra contra todos sus aliados.
La carrera armamentística
Entre 1890 y 1914, se asistió a un gran aumento de la inversión en armamentos,
servicios militares obligatorios e intensi cación de la propaganda nacionalista. Además,
mejoró mucho la tecnología armamentística gracias a la aplicación militar de los avances de la
Segunda Revolución industrial.
Debido a esto, se conoce a este periodo como Paz Armada (1890-1914), ya que en él no
se produjo ninguna confrontación bélica entre las potencias europeas, pero todas habían
1Entente: en francés, “entendimiento, acuerdo”. Se utiliza desde 1904 para designar los tratados de
colaboración entre dos o más países con sintonía de intereses.
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emprendido una carrera armamentística con el fin de disuadir de la guerra a sus potenciales
enemigos.
Los con ictos antes de la Primera Guerra Mundial
En la década anterior al estallido de la Primera Guerra Mundial, la tensión internacional se
manifestó en una serie de crisis y con ictos en dos focos principales: Marruecos y los Balcanes.
A principios del siglo XX, Marruecos era aún un reino independiente, pero estaba dentro
del área francesa de expansión colonial, según el reparto establecido en la Entente Cordiale.
Alemania no estaba de acuerdo con ese reparto y se propuso fortalecer su presencia en la zona.
En 1905, el káiser Guillermo II llegó en persona a Tánger, donde pronunció un discurso a
favor de mantener la independencia del reino, lo que representaba un ataque a las
pretensiones francesas. Para resolver la crisis internacional se convocó la Conferencia de
Algeciras en 1906, en la que se establecía un protectorado franco-español.
En 1911 se produjo una segunda crisis, conocida como la crisis de Agadir. Ante una
rebelión interna en Marruecos, las tropas francesas acudieron en ayuda del sultán, un hecho que
los alemanes aprovecharon para enviar un cañonero al puerto de Agadir, con el pretexto de
defender los intereses de los comerciantes de la zona. Tras el apoyo a Francia de Reino Unido, la
crisis se resolvió con la cesión de gran parte de Camerún a Alemania a cambio de que esta
reconociera el protectorado francés sobre Marruecos. Francia consolidó su dominio en
Marruecos y la Entente Cordiale salió reforzada.
Sin embargo, el problema más espinoso de la época era el que sacudía la zona de los
Balcanes. Allí, el Imperio Otomano estaba en descomposición y se habían confirmado las
independencias de Serbia, Montenegro , Rumanía, Bulgaria y la cesión a Austria-Hungría de la
administración de Bosnia Herzegovina. A la vieja rivalidad entre Austria-Hungría y Rusia por
controlarla se añadió el afán del nuevo reino de Serbia, de influencia rusa, por crear una Gran
Serbia que unificara a los pueblos eslavos del sur.
A partir de 1908 la tensión fue en aumento y llegó a ser crítica en tres ocasiones:
• En 1908 se produce la anexión de nitiva de Bosnia-Herzegovina al Imperio austro-húngaro,
que contaba con numerosa población serbia y ya estaba bajo administración austríaca, aunque
nominalmente pertenecía al Imperio turco. Rusia y Serbia se opusieron a la anexión, pero
tuvieron que aceptar los hechos ante el apoyo de Alemania a Austria.
• En 1912 se produce la primera guerra balcánica (1912-1913), en la que se enfrentó la Liga
Balcánica (Serbia, Montenegro, Bulgaria y Grecia) al Imperio turco para arrebatarle los territorios
que aún conservaba en Europa. La victoria de la Liga dio lugar al nacimiento de Albania como
Estado independiente y a la pérdida, por parte del Imperio Otomano de todos sus territorios
europeos, excepto Constantinopla (Estambul) y su entorno.
• En 1913 tuvo lugar la segunda guerra balcánica, fruto del desacuerdo sobre el reparto de los
territorios arrancados al Imperio Otomano. Se enfrentaron, por un lado, Bulgaria, y por otro,
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los demás vencedores de la guerra anterior (Serbia, Montenegro y Grecia). Bulgaria fue
derrotada y sus pérdidas beneficiaron principalmente a Serbia, por lo que Rusia aumentó su
influencia en la zona.
El estallido de la guerra
El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio
austrohúngaro, que se encontraba de viaje en Sarajevo, capital de Bosnia, ocupada por Austria-
Hungría desde 1908, fue asesinado junto a su esposa. El asesino era un estudiante serbiobosnio
llamado Gavrilo Princip que tenía vínculos con una organización nacionalista serbia (Mano
Negra), que apoyaba la creación de una Gran Serbia, lo que exigía liberar Bosnia-Herzegovina de
a «ocupación» austríaca.
El gobierno de Austria-Hungría estaba decidido a acabar con el separatismo de los
«eslavos del sur» y, apoyado por Alemania, exigió a Serbia, entre otras cosas, que permitiera a su
policía investigar los hechos y participar en el juicio. Serbia no aceptó tal violación de su
soberanía y, contando con el apoyo ruso, rechazó el ultimátum austríaco. Austria le declaró la
guerra el 28 de julio de 1914.
La geopolítica de bloques transformó los planes de Austria-Hungría de una guerra limitada
frente a Serbia en la primera guerra de escala internacional. Los rusos, contando con que
Alemania apoyaría a Austria, movilizaron sus tropas. El gobierno alemán exigió infructuosamente
que se detuviera la movilización rusa y, finalmente, se produjo la declaración alemana de guerra el
1 de agosto de 1914; Alemania, convencida de que Francia apoyaría a Rusia, le declaró también
la guerra el 3 de agosto, mientras sus ejércitos empezaban a avanzar hacia el oeste, entrando en
Bélgica. La invasión alemana de Bélgica decidió la intervención británica, apoyada por una
opinión pública indignada por la violación de la neutralidad belga. Inglaterra se declaró en guerra
con Alemania el 4 de agosto. En los días siguientes se completó la cadena de declaraciones,
había empezado la Primera guerra mundial.
El desarrollo de la guerra
En la guerra participaron catorce países europeos con sus respectivas colonias, que se
extendían por los cinco continentes, más Japón y Estados Unidos. Fue un conflicto que abarcó
una extensión territorial nunca vista y fue conocido por sus contemporáneos como la Gran
Guerra. En ella participaron más de 65 millones de soldados.
Alemania y sus aliados constituyen los IMPERIOS CENTRALES (en origen, Alemania y
Austria). Italia, unida a Alemania y Austria por la Triple Alianza, cuando estalla la guerra se
declara neutral. Pronto se sumó el Imperio Otomano (octubre de 1914), lo que significaba
nuevos frentes para Rusia (el Cáucaso) y para Inglaterra (Canal de Suez). Más tarde se incorporó
Bulgaria (octubre de 1915).
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Los países de la Triple Entente (Francia, Rusia y Gran Bretaña) se llamaron los ALIADOS.
Serbia se unió inmediatamente como consecuencia del ataque austríaco. A ellos se incorporaron
enseguida Bélgica (por el ataque alemán) y Japón (agosto de 1914), que aspiraba a ocupar las
colonias alemanas del Pacífico. Después lo hizo Italia (mayo de 1915) que, debido a las promesas
de los aliados en el Tratado secreto de Londres, abandonó definitivamente la Triple Alianza.
Sucesivamente se añadieron Rumanía (junio de 1916), Portugal (marzo de 1916), Estados Unidos
(abril de 1917) y Grecia (junio de 1917).
La guerra de movimientos (1914)
En los comienzos de la guerra, la ofensiva inicial corrió a cargo principalmente de
Alemania, que puso en marcha el Plan Schlieffen (ideado en 1905), consistente en un triunfo
rápido en el frente occidental, derrotando al ejército francés en las primeras semanas, para luego
central su esfuerzo en el frente oriental contra Rusia.
A principios de septiembre de 1914, tras una rápida invasión por Luxemburgo y Bélgica,
los alemanes se encontraban a 40 km de París. Sin embargo, las tropas francesas, al mando de
Joffre, detuvieron el avance en la batalla del Marne (septiembre de 1914), evitando la caída de
París. Esta batalla hizo fracasar el plan alemán de un avance rápido y una guerra corta, de forma
que se produjo la estabilización del frente occidental.
En el frente oriental, una rápida ofensiva rusa sorprendió a los alemanes, obligándolos a
retirar cuatro divisiones del frente occidental. La contraofensiva alemana, dirigida por Hindenburg
y Ludendorff, logró una importante victoria sobre los rusos en las batallas de Tannenberg y los
Lagos Masurianos, pero el ejército ruso se recuperó y llegó a la frontera del Imperio Austro-
Húngaro, ocupando la zona de Galitzia.
Guerra de posiciones o trincheras (1915-1916)
En la Navidad de 1914 los ejércitos se encontraban frente a frente y ningún bando veía la
manera de romper el frente contrario y llegar a un resultado decisivo. La guerra de movimientos
dio paso de este modo a una guerra de posiciones en la que los frentes se estabilizaron, sobre
todo el occidental. Los ejércitos fijaron sus posiciones; levantaron barreras de alambradas para
impedir el avance del enemigo, y se protegieron en zanjas (trincheras). Comenzó una guerra
sangrienta e insensata, en la que murieron centenares de miles de soldados sin ganar un palmo
de tierra, volviendo a perder rápidamente lo que se había ganado con mucho esfuerzo,
castigados implacablemente por una artillería que causó un 70% de todas las muertes de
combate. Las trincheras cubrían un frente de 800 kilómetros, desde el mar del Norte hasta Suiza.
Debido a la estabilización de los frentes y a la entrada de nuevos contendientes, se
crearon frentes secundarios, en los que se pretendía debilitar al adversario atacando lugares
periféricos. En el Mediterráneo, los británicos intentaron tomar el estrecho de los Dardanelos
para aislar al Imperio Otomano, pero fueron derrotados en Gallipoli (1915), donde las tropas
australianas y neozelandesas desempeñaron un papel importante. La incorporación de Italia abrió
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un nuevo frente con Austria; sin embargo, los italianos no pudieron vencer a los austríacos y en
unos meses perdieron más de 250.000 hombres.
En Oriente Próximo, los aliados ocuparon varias posiciones otomanas con ayuda de los
nacionalistas árabes y conquistaron colonias alemanas en Asia y en África. A cambio de su
ayuda, los ingleses les prometieron la creación de un estado árabe independiente.
El frente oriental fue más dinámico y en el verano de 1915 comenzó el repliegue ruso. La
ofensiva austroalemana recuperó frente a los rusos los territorios de la Galitzia, y ocupó Lituania y
parte de la Polonia rusa.
En 1916, ante la imposibilidad de romper las líneas enemigas en el frente occidental, se
optó por una nueva estrategia, la guerra de desgaste, que tenía como fin ocasionar el mayor
daño al enemigo para que capitulara. En febrero de 1916, los alemanes lanzaron una ofensiva
sobre Verdún, pero tras medio año de resistencia francesa, bajo el mando del general Pétain, los
alemanes abandonaron debido al altísimo número de bajas. Cuando todavía se luchaba en
Verdún, el ejército franco-británico lanzó un ataque en julio en el Somme. El objetivo era distraer
a los alemanes de la batalla de Verdún. La batalla del Somme fue la batalla con más bajas de toda
la guerra, superior incluso a la de Verdún, y se saldó sin conseguir modificar la situación bélica.
Aunque la guerra se libró sobre todo en tierra, también el mar fue escenario de la lucha.
No se trató de un enfrentamiento entre escuadras, sino de utilizar los barcos de guerra para
asfixiar económicamente al enemigo. El Reino Unido había establecido un durísimo bloqueo
naval a Alemania en el mar del Norte, que mantuvo durante toda la guerra, impidiendo el
abastecimiento del país. Alemania replicó a su vez con el bloqueo por medio de un arma nueva,
el submarino y, entre 1915 y 1916 hundieron más de 1700 barcos mercantes y de pasajeros
(guerra submarina). En mayo de 1915 Alemania hundió el trasatlántico Lusitania, un barco
británico que transportaba material de guerra estadounidense, provocando la muerte de 1200
pasajeros, entre ellos 118 estadounidenses.
En mayo de 1916 la armada alemana y la armada británica se enfrentaron en la batalla de
Jutlandia, el único gran combate naval de la guerra. Tras la victoria británica y con la guerra
estancada, Alemania anunció la «guerra submarina indiscriminada», declarando que todo navío
mercante sería destruido, incluyendo aquellos de países neutrales, lo que acabaría propiciando la
entrada de Estados Unidos en la guerra.
El año decisivo: 1917
En 1917, dos hechos contribuyeron a cambiar el rumbo de la guerra: la salida de Rusia,
tras el estallido de la revolución de octubre; y la entrada de Estados Unidos en el conflicto.
En Rusia, el triunfo de la revolución socialista en octubre de 1917 hizo que el país
abandonase la contienda y en diciembre se firmó el armisticio (fin de las hostilidades). En el
Tratado de Brest-Litovsk (marzo de 1918) se establecieron las condiciones de la paz con Rusia,
que aceptó importantes pérdidas territoriales (Polonia, Repúblicas Bálticas, Ucrania y Finlandia).
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Por su parte, Estados Unidos se había declarado neutral al principio de la guerra, a pesar
de que suministraba abastecimientos y facilitaba capital a los aliados. La entrada de Estados
Unidos en la guerra se produjo por diversas razones, pero principalmente como consecuencia de
la guerra submarina, que había hundido numerosos barcos americanos y empezaba a perjudicar
su economía. Además, en enero de 1917 se interceptó una comunicación diplomática del
ministro de exteriores alemán (telegrama Zimmermann), que incluía una propuesta de alianza
con México contra Estados Unidos si este entraba en la guerra y su apoyo a las pretensiones de
recuperar los territorios perdidos en la guerra de 1848 (Texas, Nuevo Mexico y Arizona). El 2 de
abril de 1917, el presidente de EEUU, Wilson, obtuvo del Congreso la declaración de guerra.
El nal de la guerra (1918)
La incorporación de dos millones de soldados y de la potencia industrial estadounidense
decantó la guerra a favor de los aliados y en 1918 se produjo el desenlace definitivo del conflicto.
Los alemanes, liberados del frente oriental por la salida de Rusia, intentaron aprovechar el
tiempo antes de la incorporación efectiva de Estados Unidos y llevaron a cabo una serie de
ofensivas, comandadas por Hindenburg y Ludendorff, en el frente occidental. Sin embargo,
fueron derrotados por las fuerzas aliadas, unidas ahora bajo el mando único de Foch, en la
segunda batalla del Marne, provocando la retirada del ejército alemán.
En el frente oriental los aliados derrotaron a búlgaros, turcos y austrohúngaros. El 3 de
noviembre se produjo la abdicación del emperador Carlos y la rendición del Imperio austro-
húngaro.
En Alemania, se produjeron numerosas revueltas de soldados y obreros demandando la
paz. En este contexto, el Káiser abdicó el 9 de noviembre y se proclamó una República de
Weimar. Finalmente, el 11 de noviembre de 1918 se firmó el armisticio. La Gran Guerra había
terminado.
Características de la Gran Guerra
La Gran Guerra es el primer ejemplo de un nuevo tipo de conflicto, la guerra total, una
guerra donde los países contendientes utilizan todos los recursos humanos, económicos y
técnicos a su alcance. La nueva «guerra total» no era solo una lucha entre ejércitos, sino que
comprometía a la nación entera. Desde el punto de vista económico, la guerra obligó a los países
beligerantes a movilizar todas sus fuerzas económicas. En principio se había calculado una guerra
corta y ningún país estaba preparado para un esfuerzo sostenido en el tiempo. La prolongación
del conflicto obligó a los Estados a controlar y dirigir la economía, planificando la producción
industrial para fabricar municiones y material de guerra y organizando el abastecimiento de las
ciudades para atender las necesidades de la población civil. Este intervencionismo estatal
transformó el capitalismo tal y como se conocía, abandonando los criterios ciegos de la
competencia y la ganancia a favor de la racionalización y coordinación.
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La elevada movilización de hombres para la guerra alcanzó grados desconocidos hasta
entonces y obligó a recurrir a la mano de obra femenina para que trabajaran en la industria y
otros sectores tradicionalmente masculinos, principalmente en fábricas de armas, construyendo
hélices, proyectiles y rifles mortales o empaquetando municiones.
Otra de las características de este conflicto fue el uso de la propaganda para convencer a
los hombres de que se alistaran y también para estimular la resistencia de las tropas y los civiles.
Se elogiaban mucho las victorias, se minimizaban las derrotas y se demonizaba al enemigo. Un
ejemplo de cómo se censuraron las malas noticias fue la «gripe española», una mortal pandemia
de gripe que ocurrió en 1918. «Gripe española» es un nombre inadecuado para la pandemia. La
pandemia estalló cerca del final de la Primera Guerra Mundial cuando se suprimieron las malas
noticias para mantener la moral, pero los periódicos informaron libremente sobre el brote en la
España neutral, creando una falsa impresión de que España era el epicentro de la pandemia.
Por último, la Primera Guerra Mundial está íntimamente ligada a la Segunda Revolución
Industrial debido a sus innovaciones en armamento (ametralladoras, lanzallamas, tanques,
cañones ligeros y de largo alcance, submarinos, gas mostaza, etc.), al uso del ferrocarril y de
vehículos con motor de combustión interna (camiones, tanques, automóviles y aeroplanos), al
desarrollo de sistemas de telecomunicaciones en el frente de batalla (teléfono) y al uso de la
dinamita, consecuencia del desarrollo de la industria química.
Consecuencias de la guerra
La guerra supuso, en primer lugar, una catástrofe demográ ca. Se estiman entre nueve y
diez millones de muertos en el campo de batalla, a los que hay que añadir más de veinte
millones de heridos y mutilados de por vida. Además, las privaciones alimenticias y las carencias
sanitarias facilitaron la propagación de la epidemia de gripe de 1918, que provocó la muerte de
millones de personas en todo el mundo. Estas pérdidas demográficas conllevaron también un
descenso de la natalidad en las generaciones posteriores y, con ello, una disminución de la
población activa y del número de potenciales consumidores.
Desde el punto de vista económico, el tejido productivo se vio muy afectado, con la
destrucción de los medios de producción (industrias, zonas cultivadas) y de las infraestructuras
(ferrocarril, carreteras, etc.). Esto ocurrió sobre todo en los frentes situados en el norte de Francia
y de Italia y en las regiones occidentales de Rusia.
Los costes de la guerra para los países beligerantes fueron muy elevados de modo que,
para financiarla, los gobiernos europeos aumentaron la deuda pública interna y pidieron
préstamos bancarios al exterior, principalmente a Estados Unidos.
Por todo ello, la Primera Guerra Mundial significó la pérdida de nitiva de la hegemonía
europea en la economía mundial en bene cio de Estados Unidos, que se convirtió en la
primera potencia económica del planeta.
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En cuanto a las consecuencias sociales, Durante la Primera Guerra Mundial la masiva
presencia de la mujer en el mundo del trabajo estimuló la lucha organizada por lograr la
emancipación femenina. El logro más importante fue el reconocimiento del derecho del voto.
La Conferencia de Paz de París (1919-1920) y el nuevo mapa europeo
En enero de 1918, meses antes de que finalizara el conflicto, el presidente
estadounidense Thomas Woodrow Wilson había expuesto en el Congreso de Estados Unidos los
catorce puntos por los que, según él, habría de regirse una paz y duradera. Sus objetivos eran: la
supresión de la democracia secreta; la libertad de navegación y de comercio internacional; la
reducción del armamento; la desmembración de los viejos imperios y el reconocimiento del
derecho a la independencia de las minorías étnicas y lingüísticas de los pueblos que formaban
parte de estos imperios. También contemplaba la creación de una Sociedad de Naciones, basada
en la igualdad entre los Estados, que arbitrase las relaciones internacionales y garantizase la
seguridad de los países, su integridad territorial y la paz mundial.
Los puntos de Wilson, sin embargo, no se respetaron, ya que los aliados estaban más
preocupados por defender sus propios intereses que por lograr una paz justa. Francia, la más
perjudicada por la destrucción, exigía que Alemania pagara los gastos de la guerra y fuera
desmembrada. A esta pretensión se oponían los británicos y los estadounidenses, más
conciliadores.
En la Conferencia de París (1919-1920) se elaboraron los cinco tratados que estipulaban
las condiciones de paz y las nuevas fronteras: el tratado de Saint-Germain con Austria; el tratado
de Trianon con Hungría; el tratado de Neuilly con Bulgaria; el Tratado de Sèvres con el Imperio
Otomano y el tratado de Versalles con Alemania. Los países vencidos no fueron escuchados y
solo se les llamó para firmar las condiciones impuestas por el Consejo de los Cuatro, formado
por los dirigentes de las grandes potencias vencedoras (Estados Unidos, Reino Unido, Francia e
Italia).
De todos los tratados firmados en parís, el Tratado de Versalles, que regulaba la paz con
Alemania, fue el más importante. En él, Alemania era considerada la responsable del estallido
de la guerra y, en consecuencia, fue obligada a pagar fuertes reparaciones de guerra para
compensar las destrucciones causadas por los países vencedores. Tuvo que entregar su flota
mercante y sus locomotoras, y ceder a Francia la explotación de las minas de carbón del Sarre
durante quince añ[Link]ás de esto, sufrió fuertes recortes territoriales: cedió Alsacia y Lorena a
Francia; cedió Posnania a Polonia; se creó un pasillo o «corredor polaco» con la ciudad libre de
Danzig, que separaba Prusia Oriental del resto de Alemania; restituyó Schleswig a Dinamarca y
sus colonias pasaron a ser mandatos controladas por la Sociedad de las Naciones. Para evitar
cualquier intento de revancha, se obligó a Alemania a suprimir el servicio militar obligatorio y a
limitar su ejército a 100000 hombres. Para prevenir cualquier intento de revancha, los aliados
ocuparon la orilla izquierda del Rin durante quince años, transcurridos los cuales la zona
quedaría desmilitarizada. Por su dureza, el Estado y el pueblo alemán lo consideraron un diktat
(en alemán ‘imposición’).
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En los tratados de Saint-Germain, Trianon, Neuilly y Sèvres se estableció una nueva
organización de las fronteras y de los Estados de la Europa centro-oriental y balcánica. Los
grandes imperios, austrohúngaro y turco, desaparecieron, desmembrándose en diferentes
Estados:
• Del Imperio austrohúngaro surgieron tres nuevos países: Austria, Hungría y Checoslovaquia.
• Se creó Yugoslavia sobre la base del reino de Serbia.
• El imperio Otomano desapareció y Turquía quedó reducida a Anatolia y a la región de
Estambul.
• La Revolución de Octubre de 1917 acabó definitivamente con el Imperio ruso de los zares. Para
impedir el «contagio» de la Revolución bolchevique, se formó un «cordón sanitario» en torno
a Rusia con el territorio que el país había perdido en el Tratado de Brest-Litovsk: Polonia,
Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania, que se convirtieron en Estados independientes.
En 1919 se creó la Sociedad de las Naciones, una organización internacional fundada por
iniciativa del presidente estadounidense Wilson, que se basaba en sus Catorce puntos. Su
objetivo era el mantenimiento de la paz, la seguridad colectiva, el desarme y la cooperación
económica y cultural entre los diversos Estados. Fue una organización frágil, ya que no disponía
de ejército ni de capacidad para forzar el cumplimiento de sus resoluciones. Además, no se
permitió la adhesión de los vencidos ni de la Rusia soviética. A pesar de que Wilson fue su
inspirador, Estados Unidos rechazó formar parte de la organización para volver a su política
aislacionista, lo que perjudicó también su alcance.
Durante la contienda, los británicos y los franceses habían prometido a los árabes, a
cambio de su lucha contra los turcos, la formación de un gran reino árabe. Sin embargo, solo se
constituyó un reino en la península arábiga (Arabia) y los territorios del Imperio turco en el
Próximo Oriente se convirtieron en mandatos administrados por la Sociedad de las Naciones y
en la práctica fueron controlados por las potencias vencedoras: Irak y Palestina pasaron al control
de Reino Unido y Líbano y Siria a la supervisión de Francia.
Por otra parte, en 1917, se ofreció también a los judíos la creación de un «hogar nacional
judío» (declaración Balfour) en Palestina. De esta forma se intentaba lograr el apoyo financiero
de Estados Unidos, donde la minoría judía constituía un importante grupo de presión. La carta
estaba escrita por el ministro de exteriores británico Arthur James Balfour y dirigida al barón
Rothschild, un líder de la comunidad judía en Gran Bretaña.
El descontento de los árabes, al constatar que británicos y franceses habían decidido en
secreto repartirse los territorios turcos del próximo Oriente, en forma de mandatos, y la
emigración de judíos procedentes sobre todo de Europa central y oriental hacia Palestina, con el
propósito de crear un Estado, desataron un grave problema para el futuro de la zona.
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