Cuaderno Lengua I
Cuaderno Lengua I
Índice
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Unidad III Páginas 39-46
● Cuento fantástico y de terror.
● Características y temas.
● Texto expositivo.
● Características y tipos.
● Procedimientos para exponer.
● Oración Simple.
● La oración bimembre. Características.
● Tipos de sujetos.
● Constituyentes inmediatos del sujeto.
● Tipos de predicado.
● Constituyentes inmediatos del predicado.
Lecturas obligatorias contenidas en el cuadernillo
“Viaje en taxi” María Teresa Andruetto
“Twice told tale” Enrique Anderson Imbert
La señora Pinkerton ha desaparecido, Sergio Aguirre (adquirir de forma particular)
Todos los días nos encontramos con infinidad de textos orales y escritos. Algunos nos
brindan información, como las noticias; otros provocan nuestros sentimientos, como los
poemas; algunos nos orientan para realizar actividades como las recetas de cocina; y otros
nos hacen reír, como los chistes. ¿Pero cómo sabemos cuál es cuál?, ¿y para qué sirven?.
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Para reconocer estos tipos de textos e interpretar adecuadamente lo que el emisor quiere
comunicarnos, debemos recordar las funciones del lenguaje.
Función informativa o referencial
El objetivo es transmitir una determinada información al destinatario.
El mensaje se centra en el referente o tema que se intenta comunicar con la mayor
objetividad posible. Para ello el autor emplea la tercera persona y evita expresar su opinión
personal.
Esta función aparece principalmente en textos expositivos (manuales, enciclopedias,
diccionarios) y periodísticos ( noticias, crónicas, reseñas).
Función persuasiva o apelativa
El mensaje se centra en el receptor, de quien se espera una respuesta o una acción. El
objetivo es convencerlo acerca de algo o darle una orden. Emplea la segunda persona y
verbos en modo imperativo.
Esta función predomina en publicidades, propagandas e instrucciones.
Función expresiva o emotiva
Su finalidad es permitir la manifestación de sentimientos, emociones y opiniones del
emisor.
El mensaje está centrado en el emisor, que expone su actitud respecto de lo que dice a
través del empleo de la primera persona, del uso de interjecciones y de oraciones
exclamativas. La entonación es fundamental ya que patentiza los estados de ánimo.
Función literaria o estética
La intención es provocar una impresión estética en el destinatario. Hay una preocupación
por la construcción del mensaje, por su belleza. El tema es importante, pero resulta
fundamental el modo en que el autor expresa ese tema a través del mensaje.
Para lograr su cometido, el autor emplea recursos expresivos propios del estilo literario
(metáforas, imágenes, personificaciones, etc)
Función metalingüística
La función metalingüística se centra en el código. El emisor desea explicar o consultar
aspectos del código o lenguaje que se está empleando para la comunicación.
Es la función propia de los diccionarios, las gramáticas, los manuales de estilo y los textos
que tratan algún aspecto de la lengua.
Función fática
Se centra en el canal de la comunicación. El emisor quiere comprobar que el canal está
“abierto”, que el mensaje puede llegar al receptor.
Actividad
Textos argumentativos
Proponen una serie de razones,organizadas en forma estratégica, que avalan una idea.
Comentan, demuestran y confrontan opiniones o creencias. Dentro del texto, las ideas se
fundamentan a través de hechos o de informaciones.
Textos conversacionales
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Plantean un tema mediante un diálogo entre dos o más interlocutores. Estos textos se
estructuran a través de las intervenciones de los participantes de la comunicación en forma
alternada.
Los textos conversacionales cuentan con marcas gráficas, como los guiones, para señalar
los cambios de interlocutor en el hilo del discurso.
¿Qué es la narración?
Una narración es el relato de un suceso real, un hecho o una historia ficticia, que se
transmite en forma oral o escrita. Por eso es que encontramos narraciones en la televisión,
en la radio, los diarios, el cine, algunos libros. Sin duda, cada soporte las determina.
Las diferencias entre uno y otro soporte generan variables tanto en su extensión, los usos
del lenguaje y las estructuras narrativas como en las pautas de recepción.
Remontándonos en el tiempo, las primeras narraciones fueron orales y anónimas; a través
de ellas, se conservaban en la memoria de los hombres hechos históricos, relatos ficticios y
creencias que variaban según las culturas. Muchas de estas narraciones las conocemos hoy
por la tradición oral, y otras, porque fueron rescatadas y traspasadas a la escritura en forma
de prosa.
Un chiste, una anécdota, un cuento, una película o los mitos son narraciones. Por lo tanto,
hay narraciones en el discurso periodístico,en el discurso cinematográfico, en el discurso
histórico o en el discurso literario. La narración habita en variados discursos.
Un texto narrativo es aquel en el que un narrador relata una historia presentada de cierta
manera. Toda historia es una serie de acontecimientos lógica y cronológicamente
relacionados que unos personajes causan y experimentan.
Dicho de otro modo, el material de una historia está compuesto conjuntamente por
acontecimientos, personajes, tiempo y lugar, y se constituye en un texto narrativo cuando la
historia es relatada por alguien (el narrador) que a veces cede la palabra a los personajes.
Por ende, en un texto narrativo se presentan dos aspectos: la historia y el relato. La historia
es el conjunto de los acontecimientos. El relato es la manera como el narrador eligió
hacernos conocer esos acontecimientos.
Narración y descripción
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● Función explicativa: tiende a revelar y a componer la psicología de los personajes y
de su época,los retratos físicos, así como las descripciones de vestimenta y de
amoblamientos ayudan a distinguir este tipo de función. Por ejemplo “ hombre
azul, barbudo, con calzas antiguas, gorro de duende y un bastón en la mano
derecha…” Manuel Mujica Láinez, El hombrecito del azulejo
La narración pone el acento en el aspecto temporal y dramático del relato, en su
movimiento, mientras que la descripción parece suspender el curso del tiempo y contribuye
a instalar el relato o narración en el espacio.
La narración marca la sucesión temporal de los acontecimientos, mientras que la
descripción modela la representación de los objetos simultáneos y yuxtapuestos en el
espacio.
El tiempo y el espacio
Podemos hablar de dos tiempos: “el tiempo de la narración” que corresponde al tiempo
psíquico de la escritura y la lectura; y “el tiempo de la acción narrada” que corresponde al
tiempo físico de en que la acción ocurrió.
En algunos cuentos las fechas están indicadas con exactitud o pueden averiguarse por la
alusión a algún hecho histórico, a un personaje real, o a un hecho verificable.
El narrador se encarga de dar la información necesaria, si es que el relato se extiende por
varias generaciones.
El narrador usa con libertad la categoría temporal, ya sea expandiendo y comprimiendo el
factor tiempo, con selección de escenas y panoramas con cortes a lo ancho o a lo largo del
relato.
El punto de vista
El narrador cuenta determinados acontecimientos que sabe, que ve y que oye. El narrador
puede narrar porque antes percibió, y aunque el narrador cuenta sucesos que se representan
en su imaginación se usa decir que el narrador vio tal o cual acción, aunque la mente no
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tiene ojos físicos. De igual modo, se permite decir que el narrador cuenta desde cierta
posición, con lo cual se está aludiendo a una localización del relato, a un punto de vista.
Tipos de narradores
Narrador protagonista
El narrador habla en primera persona de lo que le ha ocurrido a él. Establece el punto de
vista de un “yo”. La parte que desempeña es la de un protagonista, lo que nos dice tienen
valor psicológico, pero no podemos esperar juicios objetivos sobre los demás personajes.
Desde dentro de la acción que cuenta, habla de sí. Deja traslucir sus pensamientos y
sentimientos.
Narrador testigo
Este narrador también está dentro del relato y narra en primera y tercera persona, participa
más o menos de la acción, pero no desempeña un papel principal ni central. El suyo es un
papel de testigo. Lo que nos cuenta son aventuras de un personaje más importante que él.
También puede observar las acciones externas de otros personajes menores con quienes el
protagonista está relacionado. Su acceso a los estados de ánimo de las otras vidas es muy
limitado, se entera de los acontecimientos porque estaba allí justamente cuando ocurrieron,
o porque es el confidente del protagonista, o recibe información que le permite completar
sus noticias.
Narrador omnisciente
El narrador omnisciente es un todopoderoso que que lo sabe todo (sólo en el mundo
ficticio de la literatura es válida esta convención).
Desde fuera del relato analiza todo cuanto sucede en él, no se ve limitado ni por el tiempo
ni por el espacio.
Este narrador, impone su autoridad al lector, le dice qué es lo que cada uno de los
personajes o todos a la vez sienten, piensan, quieren y hacen. Nada se le oculta ni le es
ajeno.
Narrador cuasi-omnisciente
No puede entrar en las mentes de los personajes ni sale a buscar las explicaciones para
completar el conocimiento de lo que ha ocurrido.
Puede seguir a sus personajes a los lugares más recónditos. Sólo observa las acciones
externas del protagonista y personajes menores.
Tipos de relatos
Dentro de los relatos más usuales podemos mencionar: cuento, relato didáctico, mito,
leyenda, novela, leyenda, relato de viajes, chistes, entre otros. En esta oportunidad nos
centraremos en algunos de ellos.
El cuento
El cuento es una de las formas del arte de narrar; el arte de narrar es una de las formas de la
literatura y la literatura es una de las formas de ficción. Por un lado simula una acción que
nunca ocurrió y otro moldea lo que sí ocurrió, pero apuntando más a la belleza que a la
verdad. Su valor no depende de la existencia o inexistencia de lo que narra.
Una vez un catamarqueño que andaba repechando la cordillera encontró entre las rocas
de la cumbres un extraño huevo. Era demasiado grande para ser de gallina. Además
hubiera sido difícil que este animal llegara hasta allá para depositarlo. Y resultaba
demasiado chico para ser de avestruz.
No sabiendo lo que era decidió llevárselo.
Cuando llegó a su casa, se lo entregó a la patrona, que justamente tenía una pava
empollando una nidada de huevos recién colocados. Viendo que más o menos era del
tamaño de los otros, fue y lo colocó también a este debajo de la pava clueca.
Dió la casualidad que, para cuando empezaron a romper los cascarones los pavitos,
también lo hizo el pichón que se empollaba en el huevo traído de las cumbres. Y aunque
resultó un animalito no del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada. Y
sin embargo, se trataba de un pichón de cóndor. Sí, señor; de cóndor, como usted lo oye.
Aunque había nacido al calor de la pava clueca, la vida le venía de otra fuente.
Cómo no tenía de dónde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como
los otros pavitos y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillas y desperdicios.
Escarbaba la tierra y, a los saltos, trataba de arrancar las frutitas maduras del tutiá. Vívía
en el gallinero y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle
lo que la patrona tiraba en el patio de atrás, después de las comidas. De noche se subía a
las ramas del algarrobo por miedo a las comadrejas y otras alimañas . Vivía totalmente en
la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás.
A veces se sentía un poco extraño. Sobre todo cuando tenía oportunidades de estar a solas.
Pero no era frecuente que lo dejaran solo. El pavo no aguanta la soledad ni soporta que
otros se dediquen a ella. Es bicho de andar siempre en bandada, sacando pecho para
impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala. Cualquier cosa que los impresione es
inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy típica de estos pajarones que
a pesar de ser grandes, no vuelan.
Un mediodía de cielo claro y nubes blancas allá en las alturas, nuestro animalito quedó
sorprendido al ver unas extrañas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas.
Sintió como un sacudón en lo profundo de su ser. Algo así como un llamado viejo que
quería despertarlo en lo íntimo de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre el
suelo en busca de comida no lograban distinguir lo que sucedía en las alturas. Pero su
corazón despertó a una nostalgia poderosa. ¿Y él, por qué no volaba así? El corazón le
latió apresurado y ansioso.
Pero en ese momento se le acercó una pava preguntándole lo que estaba haciéndole. Se rió
de él cuando sintió su confidencia . Le dijo que era un romántico, y que se dejara de
tonterías. Ellos estaban en otra cosa. Tenía que ser realista y acompañarla a un lugar
donde había encontrado mucha frutita madura y todo tipo de gusanos.
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Desorientado, el pobre animalito se dejó sacar de su embrujo y siguió a su compañera que
lo devolvió a la pavada. Retomó su vida normal, siempre atormentado por una profunda
insatisfacción interior que lo hacía sentir extraño.
Nunca descubrió su verdadera identidad de cóndor. Y, llegado a viejo, un día murió. Sí,
lamentablemente murió en la pavada, como había vivido.
¡Y pensar que había nacido para las cumbres!.
Glosario
repechar: subir por una cuesta con bastante pendiente y no muy larga.
clueca: se dice de la gallina y otras aves cuando se echan sobre los huevos para
empollarlos.
tutiá: nombre vulgar de una planta de flor blanca o celeste con centro amarillo, que posee
espinas punzantes y un fruto carnoso semejante a un tomatito, comestible al madurar.
cuzco: perro pequeño.
alimaña: animal perjudicial o agresivo.
confidencia: revelación secreta, noticia reservada.
Glosario
quirquincho: mamífero con una caparazón cubierta de pelos.
tubérculo: parte de un tallo subterráneo que se engrosa al acumular sustancias de reserva.
tigre: se refiere al jaguar o yaguareté, felino americano de pelaje amarillo con anillos
negros.
penacho: se refiere a las flores del maíz, similares a las espigas.
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Actividades
1- Completen la secuencia de acciones principales del cuento “Morir en la pavada”
0. Un hombre encuentra un huevo en la cordillera
a. -------------------------------------------------------------------------
b. Nacen los pavitos y el cóndor
c. —-----------------------------------------------------------------------
d. Un mediodía, el pichón de cóndor se queda mirando el vuelo de un gran cóndor y
siente algo especial en su interior.
e. —-------------------------------------------------------------------------
f. El cóndor muere en la pavada.
2- Completen el siguiente cuadro con la información del cuento “Trato hecho, nunca
deshecho..
El quirquincho siembra
Al zorro le corresponde…
Al quirquincho le corresponde…
3- Relacionen a los personajes con las actitudes o acciones que realizan (puede ocurrir que
algunas se repitan en ambos). Coloquen las letras que corresponden a cada uno.
0. Preocuparse por sólo comer —-------------------------
a. Sorprenderse con el vuelo de un ave —---------------------
b. Escarbar la tierra buscando gusanitos—----------------------
c. Sentirse, a veces, extraño —-----------------------------------
d. Andar siempre en bandada —----------------------------------
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5- En el cuento “Morir en la pavada”, el narrador dice: “Sí, señor; de cóndor, como usted
lo oye”
Respondan. ¿Quién podría ser ese “señor” al que se dirige el narrador?
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Los hombres siempre necesitaron explicar el origen de las cosas, y en todas las
culturas aparecen temas recurrentes: las estaciones del año, la creación de los seres
humanos, la muerte y los fenómenos naturales.
Ante los misterios del mundo, los sucesos se explicaron con un sentido mágico y así
nacieron los mitos, que, seguramente son las primeras narraciones. Los héroes y los dioses
eran agentes de una creación creíble y posible.
Todas las culturas propagaron estos relatos de generación en generación para
conservar la historia y recordarla.
Características
● Refiere hechos sobrenaturales. Aparecen personajes extraordinarios: dioses,
semidioses, héroes.
● Las acciones se remontan a un tiempo remoto (convivencia de humanos y dioses).
● Geográficamente se sitúan de manera precisa.
Clasificación
● Cosmogónicos: explican el origen del universo.
● Teogónicos: explican el origen de los dioses.
● Antropogénicos: explican la aparición del ser humano.
● Fundacionales: Hacen referencia a la fundación de las ciudades.
● Etiológicos: Explican fenómenos naturales.
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Las profecías aseguraban que Zeus sería el rey de los dioses y el dueño del Universo.
Pero, por el momento, no parecía tan sencillo. Antes era necesario destronar a su padre,
el malvado Cronos, quien contaba con el apoyo sus hermanos, los Titanes.
Durante diez años, desde las alturas del Olimpo, lucharon los nuevos dioses contra los
Titanes y la suerte de la guerra seguía indecisa. El propio Zeus comenzaba a temer que la
profecía no llegara a cumplirse. Fue entonces cuando decidió consultar a su anciana y
sabia abuela, Gea, la Madre Tierra.
—Cronos tiene enemigos poderosos —le dijo Gea—. ¡También ellos son mis hijos, aunque
sean deformes! Si liberas de sus cadenas a los Cíclopes y a los Hecatónquiros, atrapados
en el Tártaro, ellos te ayudarán a vencer a tu malvado padre.
Entonces Zeus bajó a las oscuras profundidades del Tártaro y desencadenó a los
Cíclopes, gigantes con un solo ojo en medio de la frente, y también a los Hecatónquiros,
los monstruos de cincuenta cabezas y cien brazos. Los dioses olímpicos los invitaron a su
morada cerca de las nubes, y compartieron con ellos sus exquisitos alimentos, el néctar y
la ambrosía.
Agradecidos por su liberación, los Cíclopes le regalaron a Zeus tres armas invencibles: el
Trueno, el Rayo y el Relámpago. Le entregaron a Hades un casco que lo hacía invisible. Y
le dieron a Poseidón un tridente tan poderoso que con un solo golpe podía hacer temblar
la tierra y el mar.
La batalla final fue atroz. Luchaban entre sí seres gigantescos, que podían causarse
terribles heridas, podían triunfar o ser derrotados, pero no podían matarse unos a otros,
porque todos eran inmortales. Mujeres y varones luchaban sin descanso, sin piedad. Cada
uno de los Hecatónquiros levantaba enormes rocas con sus cien manos. Después
avanzaban los tres juntos hacia adelante, arrojando trescientas rocas al mismo tiempo
sobre los Titanes. Zeus lanzaba sus terribles rayos, Poseidón provocaba terremotos y
Hades, invisible, parecía estar en todas partes al mismo tiempo. El mar resonaba, vibraba
el monte Olimpo desde su pie hasta la cumbre, el Cielo gemía estremecido y las violentas
pisadas retumbaban en lo más hondo de la Tierra. Los bosques se incendiaban y hervían
los océanos.
Cegados por la violenta luz de los rayos y la humareda que se levantaba de los incendios,
semienterrados por la lluvia de enormes piedras, los Titanes fueron vencidos por fin. Zeus
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los condenó a ser encadenados en el Tártaro, donde los Hecatónquiros se convirtieron en
sus guardianes.
(Si un yunque de bronce bajara desde la superficie de la Tierra durante nueve noches con
sus días, al décimo día llegaría al Tártaro, tan profundo es ese abismo, horrendo incluso
para los dioses inmortales).
Victoriosos, los dioses decidieron repartirse el poder. Para evitar más luchas, hicieron un
sorteo. A Zeus le tocó el cielo, Poseidón obtuvo dominio sobre el mar y Hades se adueñó
del mundo subterráneo.
Pero Zeus, el rey de los dioses, gobernó además sobre todos los mortales y los inmortales.
Y sin embargo, el Universo no estaba en paz. Gea, la Tierra, se revolvía, furiosa. ¿Cómo
se había atrevido su nieto, el soberbio Zeus, a encerrar a sus propios tíos en el Tártaro?
Como madre de los Titanes, Gea no podía permitir que los nuevos dioses gobernaran el
Universo.
Por el momento, los Olímpicos habían triunfado. Pero Gea meditaba su venganza.
4. ¿Qué relación tienen Gea y Zeus? ¿Por qué cambia esa relación al final?
Una leyenda es un relato que cuenta hechos humanos o sobrenaturales, que se transmite
de generación en generación de manera oral o escrita dentro de una familia, clan o pueblo.
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Las leyendas relatan hechos y sucesos relacionados con la patria, héroes populares,
criaturas imaginarias y ánimas.
Usualmente las leyendas están relacionadas con la cultura popular tradicional de los
pueblos. Algunas son muy antiguas por lo que fueron mutando a medida que se transmitían
de forma oral. En estos relatos se pueden rastrear los sentimientos más profundos de una
comunidad, su entorno, su religiosidad y su identidad.
Tipos de leyendas
Según la temática:
Según su origen:
La leyenda de Cacheuta
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necesitamos tu ayuda, Atahualpa, gran señor de los quechuas, ha sido tomado prisionero,
y solo una gran fortuna logrará devolverle su libertad.
El leal cacique hizo todo lo posible para colaborar con el rescate. Hombres,
mujeres y niños revisaron piedras, objetos, cacharros y adornos en busca de oro y plata
para enviar a su señor. En poco tiempo, el pueblo de Cacheuta llenó grandes bolsas de
cueros con materiales preciosos, y los cargó sobre llamas para transportarlas hacia el
norte, hasta la ciudad de Cajamarca, donde Atahualpa estaba preso. El propio Cacheuta
se puso al frente de los guerreros que llevarían las riquezas.
Partió la expedición. El trayecto era largo y penoso. Las llamitas habituadas a
transitar los senderos duros y escarpados de las montañas, marchaban dobladas por el
peso de los tesoros que transportaban, a pasos cortos, seguros. Después de largas horas
de recorrido, se fueron acercando a los primeros cerros del macizo andino. Se internaron
por los caminos de la montaña, anchos en las hondonadas y estrechos junto a los
precipicios. Marcharon y marcharon, sin tomar descanso.
Mucho habían andado cuando divisaron a lo lejos un grupo de hombres apostados
entre las piedras de las montañas. Al darse cuenta de que probablemente querían
atacarlos, el cacique dio la orden – ¡a esconder el oro!
Rápidamente encontraron un escondite perfecto para las riquezas, pues conocían
muy bien el lugar. Enseguida, Cacheuta ordenó que se prepararan para pelear.
Los enemigos iniciaron la batalla. Las flechas dejaron heridos en ambos bandos.
Sin embargo, los enemigos eran más y lograron vencer al valeroso Cacheuta y a los suyos.
El grupo victorioso se abalanzó desesperadamente sobre las llamas en busca de
riquezas. Pero fue en vano, pues los bolsos de cuero estaban vacíos. Los hombres
continuaron la búsqueda en la montaña y finalmente, encontraron el tesoro. Felices,
festejaron al creerse dueños de tanto oro y plata. Pero, de repente, de entre las piedras
comenzaron a salir chorros de agua hirviendo: caían encima de los hombres, que hacían
un último intento por adueñarse de las riquezas, hasta que encontraron la muerte.
Dicen que fue el espíritu de Cacheuta, que, ayudado por el Dios Inti, convirtió el
oro en el líquido abrasador. Desde entonces, de las montañas brota agua caliente, más
valiosa que cualquier fortuna, porque cura muchas enfermedades.
Actividades
1-Marca con una X la afirmación correcta acerca de “La Leyenda de Cacheuta”. Justifica la
elección.
a) Demuestra que Cacheuta era un cacique cruel.
b) Explica con hechos sobrenaturales el origen de un fenómeno natural.
c) Informa sobre un hecho histórico.
2) Acciones encadenadas.
Generalmente, las acciones que integran una narración están relacionadas en forma
cronológica, es decir ordenadas tal como se van sucediendo en el tiempo.
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a) Enumera las acciones según el orden en el que se presentan en “La Leyenda de
Cacheuta”. Luego, escriban la última acción.
El cacique ordena esconder el oro en la montaña.
Cacheuta pide a su gente que reúna todas las cosas de valor.
Un chasqui informa a Cacheuta que Atahualpa necesita oro para pagar su rescate.
Cacheuta se da cuenta de que intentan robarle.
Los hombres de Cacheuta son vencidos en la lucha.
Los enemigos buscan el oro en las montañas.
Parte una expedición al mando de Cacheuta para llevar las riquezas.
……………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………….....
b) Comenta con tu compañero y luego responde. En la leyenda, ¿qué acción causa que
surja el agua caliente de las piedras?
……………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………
……………
Clara (…) apenas si una vez y otra se atrevía a dirigir una ojeada rápida al interior del
coche. Rosas rojas y calas, más lejos gladiolos horribles, como machucados y sucios, color
rosa vieja con manchas lívidas. El señor de la tercera ventanilla (la estaba mirando, ahora
no-, ahora de nuevo) llevaba claveles casi negros apretados en una sola masa continua,
como una piel rugosa. Las dos muchachitas de nariz cruel que se sentaban adelante en uno
de los asientos laterales, sostenían entre ambas el ramo de los pobres crisantemos y dalias,
pero ellas no eran pobres, iban vestidas con saquitos bien cortados, faldas tableadas,
medias blancas tres cuartos, y miraban a Clara con altanería. Quiso hacerles bajar los
ojos, mocosas insolentes, pero eran cuatro pupilas fijas y también el señor de los claveles,
el cuello del cuello duro tan cerca, los jóvenes del asiento posterior (…)
Cortázar, Julio: “Ómnibus”, en Bestiario, Sudamericana 1988.
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a- Transcriban cinco sustantivos del fragmento y expliquen cómo hicieron para
reconocerlos.
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2- ¿Qué indicación encontraron en la terminación de las palabras para saber que esos
sustantivos y adjetivos están vinculados?
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3- Cuando se dice que un sustantivo y un adjetivo son femeninos o están en plural ¿a qué
aspecto de la gramática se refiere?
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Cada vez que alguien dice ciudad o mujer, todos los que hablan esa lengua pueden
reconocer que cierto lugar a la clase de las ciudades o que cierta persona pertenece al grupo
de las mujeres porque tienen características o rasgos que permiten incluirlos dentro de esa
clase o grupo. Esos sustantivos que nombran clases de objetos se llaman comunes.
Los sustantivos llamados propios nombran objetos únicos. Por ejemplo, hay muchas
personas de sexo masculino llamadas Alejandro o muchas calles llamadas San Martín, pero
no forman una clase, no tienen rasgos en común, es decir, rasgos comunes. Otro ejemplo: la
palabra gato nombra un animal que comparte características con otros; en cambio cada uno
de los gatos llamados Tom es diferente de los demás.
4- Escriban oraciones con los siguientes sustantivos, usados como propios y como
comunes: pilar, costa, Marcos, luz, Ramos.
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5- Usen los sufijos del cuadro anterior para formar sustantivos abstractos, derivados de las
siguientes palabras:
a- entusiasmar:
b- redondo:
c- torpe:
d- rico:
e- decaer:
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Caballo----------------------------- piara------------------------------------
Pájaros---------------------------- ejército---------------------------------
Rebaño---------------------------- tripulación-----------------------------
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indefinidos Nombran de una manera Algún día.
incierta al sustantivo.
Unidad II
El cuento realista
Los cuentos son narraciones ficcionales. Los hechos narrados, por lo tanto, son imaginarios,
productos de la invención de un autor. Cuando los sucesos se parecen a la vida cotidiana y
podrían formar parte del mundo tal como lo conocemos, se trata de un cuento realista.
El realismo
El término realismo designa una manera de escribir literatura que provoca en el lector un
efecto de realidad, es decir, la sensación de lo que se cuenta pudo haber ocurrido en el
mundo tal como él lo o ella lo conoce.
Para lograr ese efecto los escritores representan en sus obras lugares familiares, por ejemplo
una gran ciudad como Buenos Aires o París, un pueblito rural. Asimismo crean, personajes
corrientes que hablan, piensan, actúan y se relacionan como podría hacerlo cualquier
persona del ambiente representado. De ese modo, el lector tiene la impresión de que los
hechos pudieron haber sucedido y de que los personajes existieron.
También hay otros elementos que contribuyen a crear el efecto de realidad, por ejemplo, la
alusión a hechos históricos; la referencia a personalidades de la época, como políticos,
actores o escritores; y la mención de objetos de uso cotidiano o de marcas conocidas.
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Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el mundo era nuevo. Como todos los chicos.
Porque ellos eran nuevos en el mundo. También, como todos los chicos. Pero el mundo era
ya muy viejo entonces, en el año 1945, y otra vez estaba en guerra. Naomi y Toshiro no
entendían muy bien que era lo que está pasando.
Desde que ambos recordaban, sus pequeñas vidas en la ciudad japonesa de Hiroshima se
habían desarrollado del mismo modo: en un clima de sobresaltos, entre adultos callados y
tristes, compartiendo con ellos los escasos granos de arroz que flotaban en la sopa diaria y
el miedo que apretaba las reuniones familiares de cada anochecer en torno a las noticias
de la radio, que hablaban de luchas y muerte por todas partes.
Sin embargo, creían que el mundo era nuevo y esperaban ansiosos cada día para
descubrirlo. ¡Ah…y también se estaban descubriendo uno al otro!
Se contemplaban de reojo durante la caminata hacia la escuela, cuando suponían que sus
miradas levantaban murallas y nadie más que ellos podrían transitar ese imaginario
senderito de ojos a ojos. Apenas si habían intercambiado algunas frases. El afecto de los
dos no buscaba las palabras. Estaban tan acostumbrados al silencio…
Pero Naomi, sabía que quería a ese muchacho delgado, que más de una vez se quedaba
sin almorzar para darle a ella la ración de batatas de había traído de su casa.
-No tengo hambre-le mentía Toshiro, cuando veía a la niña apenas si tenía dos o tres
galletitas para pasar el mediodía.-Te dejo mi vianda-y se iba a corretear con sus
compañeros hasta la hora de regreso a las aulas, para que Naomi no tuviera vergüenza de
devorar la ración.
Naomi… Poblaba el corazón de Toshiro. Se le anudaba en los sueños con sus largas
trenzas negras. Le hacía tener ganas de crecer de golpe para poder casarse con ella. Pero
ese futuro quedaba tan lejos aún…
El futuro inmediato de aquella primavera de 1945 fue el verano, que llego puntualmente el
21 de junio y anunció las vacaciones escolares.
Y con la misma intensidad con que otras veces habían esperado sus soleadas mañanas,
ese año los ensombreció a los dos: ni Naomi ni Toshiro deseaban que empezara. Su
comienzo significaba que dejar de verse durante un mes y medio inacabable.
A pesar de que sus casas no quedaban demasiado lejos un de la otra, sus familias no se
conocían. Ni siquiera tenían entonces la posibilidad de encontrarse en alguna visita.
Había que esperar pacientemente la reanudación de las clases.
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Se fue julio y Naomi arrancó contenta la hoja del almanaque. Y aunque no lo supieran
¡Por fin llegó agosto!-pensaron los dos al mismo tiempo.
Fue justamente el primero de ese mes cuando Toshiro viajó, junto con sus padres, hacia la
aldea de Miyashima. Iban a pasar una semana. Allí vivían los abuelos, dos ceramistas que
veían apilarse vasijas en todos los rincones del local.
Ya no vendían nada. No obstante, sus manos viejas seguían modelando la arcilla con la
misma dedicación de otras épocas. –Para cuando termine la guerra… -decía el abuelo.-
Todo acaba algún día... – comentaba la abuela por lo bajo. Y Toshiro se sentía que la paz
debería ser algo muy hermoso, porque los ojos de sus madres parecían aclararse
fugazmente cada vez que se referían al fin de la guerra, tal como a el se le aclaraban los
suyo cuando recordaba a Naomi.
¿Y Naomi?
Espera, Corazón.
Después, achicó en rollitos ambos papeles y los guardó dentro de una cajita de laca en la
que escondía sus pequeños tesoros de curiosidad de sus hermanos.
El cuatro y cinco de agosto se los pasó ayudando a su madre y a las tías. ¡Era tanta la
ropa para remendar!
26
Naomi siempre sabía hallar el modo de convertir en un juego entretenido lo que acaso
resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por ejemplo, imaginaba que cada
doscientas veintidos puntadas podía sujetar el deseo para que se cumpliese.
La aguja iba y venía, laboriosa. Así, quedó en el pantalón de su hermano menor el ruego
de que finalizara enseguida esa espantosa guerra, y en los puños de la camisa de papá, el
pedido de que Toshiro no la olvidara nunca…
“Ahora”, Toshiro pesca en la isla mientras se pregunta: -¿Qué estará haciendo Naomi?
En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba atómica surca por primera
vez en el cielo. El cielo de Hiroshima.
Una docena de chicos canturrea: “Donguri Koro Koro- Donguri Ko…” por última vez.
Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez. Miles de hombres piensan
en mañana por última vez.
27
Hiroshima arrasada por un hongo atómico.
Recién en diciembre logró Toshiro averiguar donde estaba Naomi ¡Y que aún estaba viva,
Dios! Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en la localidad próxima de
Hiroshima. Como tantos otros cientos de miles que también había sobrevivido al horror,
aunque el horror estuviera ahora instalado dentro de ellos, en sus misma sangre.
Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Con los ojos
abiertos y la mirada inmóvil. Ya no tenía sus trenzas. Apenas una tenue pelusita oscura.
-Voy a morirme, Toshiro… -susurró, no bien sus amigo se paró, en silencio, al lado de su
cama. –Nunca llegaré a plegar las mil grullas que hacen falta…
Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la mesita.
-Te vas a curar, Naomi- le dijo entonces, pero su amiga no lo oía ya: se había quedado
dormida. El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas.
Hojas de diarios, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos libros
parecían haberse esfumado mágicamente.
Pero ya era tarde para preguntar. Todos los mayores se durmieron, sorprendidos.
En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro velaba entre sombras. Esperó
hasta que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba despierto. Entonces, se
incorporó con sigilo y abrió el armario donde se solían acomodar las mantas.
28
La tijera la llevaba oculta entre sus ropas.
Con los dedos paspados y el corazón temblando, Toshiro colocó las cien tiras de su
furoshiki y partió rumbo al hospital antes de que su familia se despertara. Por esa única
vez, tomó sin pedir permiso la bicicleta de su primo.
No había tiempo perder. Imposible recorrer a pie, como el día anterior, los kilómetros que
lo separaban del hospital. La vida de Naomi dependía de esas grullas.
-Prohibidas las visitas a esta hora- le dijo una enfermera, impidiéndole el acceso a la
enorme sala de uno de cuyos extremos estaba la cama de su querida amiga.
Toshiro insistió: -Sólo quiero colgar estas grullas sobre su lecho. Por favor…
Ningún gesto denunció la emoción de la enfermera cuando el chico le mostró las avecitas
de papel. Con la misma impasibilidad con que momentos antes le había cerrado el paso, se
hizo a un lado y le permitió que entrara: -Pero cinco minutos, ¿eh?
Naomi dormía.
Tratando de no hacer el mínimo ruidito, Toshiro puso en su silla sobre la mesa de luz
luego se subió. Tuvo que estirarse a más no poder para alcanzar el cielo raso. Pero lo
alcanzó. Y en un rato estaba las mil grullas pendiendo del techo; los cien hilos
entrelazados, firmemente sujetos con alfileres. Fue al bajarse de su improvisada escalera
advirtió que Naomi lo estaba observando. Tenía la cabecita echada hacia un lado y una
sonrisa en los ojos.
-Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas-y el muchacho abandonó la sala sin darse cuenta.
En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el recinto, mil grullas empezaron
a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera también dejó colar, al entreabrir
por unos instantes la ventana.
29
La niña murió al día siguiente. Un ángel a la intemperie frente a la impiedad de los
adultos ¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su
sangre?
Febrero de 1976.
Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y
es gerente de sucursal de un banco establecido en Londres.
Serio y poco comunicativo como es, ninguno de sus empleados se atreve a preguntarle
porqué, entre el aluvión de papeles con importantes informes y mensajes telegráficos que
habitualmente se juntan sobre su escritorio, siempre se encuentran algunas grullas de
origami dispersas al azar.
Grullas seguramente hechas por él, pero en algún momento en que nadie consigue
sorprenderlo. Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de la máquina
de calcular.
Grullas y más grullas. Y los empleados comentan, divertidos, que el gerente debe creer en
aquella superstición japonesa.
-Algún día completará las mil…-cuchicheaban entre risas-. ¿Se animará entonces a
colgarlas sobre su escritorio?
Ninguno sospecha, siquiera, la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida
de Hiroshima de su niñez.
30
Amigos por el viento, Liliana Bodoc
A veces, la vida se comporta como un viento: desordena y arrasa. Algo susurra, pero no se
le entiende. A su paso todo peligra; hasta lo que tiene raíces. Los edificios, por ejemplo. O
las costumbres cotidianas.
Cuando la vida se comporta de ese modo, se nos ensucian los ojos con los que vemos. Es
decir, los verdaderos ojos. A nuestro lado, pasan papeles escritos con una letra que
creemos reconocer. El cielo se mueve más rápido que las horas. Y lo peor es que nadie
sabe si, alguna vez, regresara la calma.
Así ocurrió el día que se papá se fue de casa. La vida se nos transformó en viento casi sin
dar aviso. Yo recuerdo la puerta que se cerró detrás de su sombra y sus valijas. También
puedo recordar la ropa reseca sacudiéndose al sol mientras mamá cerraba las ventanas
para que, adentro y adentro, algo quedara en su sitio.
– Le dije a Ricardo que viniera con su hijo. ¿Qué te parece?
– Me parece bien – mentí.
Mamá dejó de pulir la bandeja, y me miró:
– No me lo estás diciendo muy convencida…
– Yo no tengo que estar convencida.
– ¿Y eso que significa? – preguntó la mujer que más preguntas me hizo en mi vida.
Me vi obligada a levantar los ojos del libro:
– Significa que es tu cumpleaños, y no el mío – respondí.
La gata salió de su canasto, y fue a enredarse entre las piernas de mamá.
Que mamá tuviera novio era casi insoportable. Pero que ese novio tuviera un hijo era una
verdadera amenaza. Otra vez, un peligro rondaba mi vida. Otra vez había viento en el
horizonte.
– Se van a entender bien – dijo mamá -. Juanjo tiene tu edad.
La gata, único ser que entendía mi desolación, salto sobre mis rodillas. Gracias, gatita
buena.
Habían pasado varios años desde aquel viento que se llevó a papá. En casa ya estaban
reparados los daños. Los huecos de la biblioteca fueron ocupados con nuevos libros. Y
hacía mucho que yo no encontraba gotas de llanto escondidas en los jarrones, disimuladas
como estalactitas en el congelador, disfrazadas de pedacitos de cristal. «Se me acaba de
romper una copa», inventaba mamá, que, con tal de ocultarme su tristeza, era capaz de
esas y otras asombrosas hechicerías.
Ya no había huellas de viento ni de llantos. Y justo cuando empezábamos a reírnos con
ganas y a pasear juntas en bicicleta, apareció un tal Ricardo y todo volvía a peligrar.
Mamá sacó las cocadas del horno. Antes del viento, ella las hacía cada domingo.
Después pareció tomarle rencor a la receta, porque se molestaba con la sola mención del
asunto. Ahora, el tal Ricardo y su Juanjo habían conseguido que volviera a hacerlas. Algo
que yo no pude conseguir.
– Me voy a arreglar un poco – dijo mamá mirándose las manos. – Lo único que falta
es que lleguen y me encuentren hecha un desastre.
– ¿Qué te vas a poner? – le pregunté en un supremo esfuerzo de amor.
– El vestido azul.
Mamá salió de la cocina, la gata regresó a su canasto. Y yo me quedé sola para imaginar
lo que me esperaba.
Seguramente, ese horrible Juanjo iba a devorar las cocadas. Y los pedacitos de merengue
quedarían pegados en los costados de su boca. También era seguro que iba a dejar sucio
31
el jabón cuando se lavará las manos. Iba a hablar de su perro con tal de desmerecer a mi
gata.
Pude verlo por mi casa transitando con los cordones de las zapatillas desatados, tratando
de anticipar la manera de quedarse con mi dormitorio. Pero, aún más que ninguna otra
cosa, me aterró la certeza de que sería uno de esos chicos que, en vez de hablar, hacen
ruidos: frenadas de autos, golpes en el estómago, sirenas de bomberos, ametralladoras y
explosiones.
– ¡Mamá! – grité pegada a la puerta del baño.
– ¿Qué pasa? – me respondió desde la ducha.
– ¿Cómo se llaman esas palabras que parecen ruidos?
El agua caía apenas tibia, mamá intentaba comprender mi pregunta, la gata dormía
y yo esperaba.
– ¿Palabras que parecen ruidos? – repitió.
– Sí. – Y aclaré -: Plum, Plaf, Ugg…
¡Ring!
– Por favor – dijo mamá -, están llamando.
No tuve más remedio que abrir la puerta.
– ¡Hola! – dijeron las rosas que traía Ricardo.
– ¡Hola! – dijo Ricardo asomado detrás de las rosas.
Yo miré a su hijo sin piedad. Como lo había imaginado, traía puesta una remera ridícula y
un pantalón que le quedaba corto.
Enseguida, apareció mamá. Estaba tan linda como si no se hubiese arreglado. Así le
pasaba a ella. Y el azul les quedaba muy bien a sus cejas espesas.
– Podrían ir a escuchar música a tu habitación – sugirió la mujer que cumplía años,
desesperada por la falta de aire. Y es que yo me lo había tragado todo para matar por
asfixia a los invitados.
Cumplí sin quejarme. El horrible chico me siguió en silencio. Me senté en una cama.
Él se sentó en la otra. Sin dudas, ya estaría decidiendo que el dormitorio pronto sería de
su propiedad. Y yo dormiría en el canasto, junto a la gata.
No puse música porque no tenía nada que festejar. Aquel era un día triste para mí.
No me pareció justo, y decidí que también él debía sufrir. Entonces, busqué una espina y la
puse entre signos de preguntas:
– ¿Cuánto hace que se murió tu mamá?
Juanjo abrió grandes los ojos para disimular algo.
– Cuatro años – contestó.
Pero mi rabia no se conformó con eso:
– ¿Y cómo fue? – volví a preguntar.
Esta vez, entrecerró los ojos.
Yo esperaba oír cualquier respuesta, menos la que llegó desde su voz cortada.
– Fue… fue como un viento – dijo.
Agaché la cabeza, y dejé salir el aire que tenía guardado. Juanjo estaba hablando del
viento, ¿sería el mismo que pasó por mi vida?
– ¿Es un viento que llega de repente y se mete en todos lados? – pregunté.
– Sí, es ese.
– ¿Y también susurra…?
– Mi viento susurraba – dijo Juanjo -. Pero no entendí lo que decía.
– Yo tampoco entendí. – Los dos vientos se mezclaron en mi cabeza.
32
Pasó un silencio.
– Un viento tan fuerte que movió los edificios – dijo él -. Y eso que los edificios tienen
raíces…
Pasó una respiración.
– A mí se me ensuciaron los ojos – dije.
Pasaron dos.
– A mí también.
– ¿Tu papá cerró las ventanas? – pregunté.
– Sí.
– Mi mamá también.
– ¿Por qué lo habrán hecho? – Juanjo parecía asustado.
– Debe de haber sido para que algo quedara en su sitio.
A veces, la vida se comporta como el viento: desordena y arrasa. Algo susurra, pero no se
le entiende. A su paso todo peligra; hasta aquello que tiene raíces. Los edificios, por
ejemplo. O las costumbres cotidianas.
– Si querés vamos a comer cocadas – le dije.
Porque Juanjo y yo teníamos un viento en común. Y quizás ya era tiempo de abrir las
ventanas.
4- Escriban un cuento con alguna de las temáticas abordadas por este relato. Debe tener
como mínimo quince renglones.
Cuando de comunican, las personas producen mensajes que tienen determinada intención y
manifiestan una actitud. Esta actitud se expresa en la entonación, en el orden de las
palabras, en el uso de ciertas formas verbales, términos o expresiones. Según este criterio,
las oraciones se clasifican en los siguientes grupos:
33
usan el modo indicativo.
Actividades:
34
Clases de palabras: el verbo
El verbo es la clase de palabras que designa acciones (cocinar, girar, hablar, comer),
procesos (enfriarse, dormirse) o estados (ser, estar, permanecer). Desde el punto de vista
sintáctico, funciona como núcleo del predicado verbal.
La raíz y la desinencia
Las formas verbales están compuestas por una raíz y desinencia. En la raíz se encuentra el
significado básico de la palabra, mientras que la desinencia aporta información gramatical
de persona, de número, de tiempo y de modo. Por ejemplo en adelantabas, adelant-
proporciona información sobre el significado básico del verbo (“mover hacia adelante”), y
–abas, la información gramatical acerca de qué persona lo hizo (segunda persona del
singular) y cuando (pretérito imperfecto).
El infinitivo es la forma del verbo que figura en los diccionarios. Por eso se dice, que es el
nombre de los verbos. La desinencia de infinitivo identifica la conjugación a la que
pertenece un verbo.
La persona y el número
Las desinencias que se agregan a la raíz de un verbo indican la persona (primera, segunda o
tercera) y el número (singular o plural). Las personas se relacionan con la situación de
comunicación, como se ve en el siguiente cuadro.
35
Tercera: Corresponde a los Singular Él/ella escribe
objetos de los que se habla o
se escribe. Plural Ellos/ ellas escriben
La desinencia del verbo también varía para indicar el tiempo verbal. El tiempo verbal se
define según el momento en el que ocurren las acciones, los procesos o los estados en
relación con el momento en el que se habla o se escribe.
En las narraciones, los tiempos verbales más comunes son el pretérito perfecto simple y el
pretérito imperfecto. El pretérito perfecto simple expresa acciones puntuales que aceleran la
acción. El pretérito imperfecto expresa acciones que duran en el tiempo; por eso, se usa en
general para la descripción o para acciones que se repiten en el pasado.
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conjunto ordenado de las formas de un verbo en todas las personas, los números, los
tiempos y los modos.
Hay verbos que se conjugan de manera regular, y otros que se conjugan de manera
irregular.
La raíz del infinitivo se mantiene igual al conjugarlo en cualquier tiempo, modo, persona y
número. Por ejemplo: saltar, salté, saltaste, saltaremos, las desinencias son iguales a las del
verbo modelo AMAR.
Las desinencias no siguen las del verbo modelo. Por ejemplo: estar, estuve (distinto de
amar, amé).
Cambia la raíz y las desinencias no siguen las del verbo modelo. Por ejemplo decir, dijo.
Actividades
………………………………………………designa un proceso.
………………………………………………designa un estado.
3- En cada par de oraciones, el mismo verbo designa, en un caso, una acción y, en el otro,
un proceso. Subrayen con azul los que designan acción, y con verde los que designan
proceso.
a- La puerta se cerró silenciosamente. / El guarda cerró la puerta.
b- El soldado curó la herida del sargento. / El sargento se curó pronto.
c- El vidrio me cortó la mejilla. / La leche se cortó.
37
Cuando vi que entraban allí, me quedé helado. Había escuchado que uno decía:
Los adverbios
Los adverbios funcionan como modificadores de los verbos, los adjetivos y otros adverbios.
Son palabras invariables. Esto quiere decir que no varían en género (masculino o femenino)
ni admiten el plural.
A diferencia de otras clases de palabras, los adverbios pueden construir series de varios
adverbios sin un conector que los vincule. Esto se debe a que unos modifican a otros. Por
ejemplo: La pasamos tan increíblemente bien.
Los adverbios se pueden clasificar de acuerdo con diversos criterios. Según su forma, se
distinguen adverbios simples (como bien, quizás, luego) y los compuestos. Estos últimos se
forman agregando el sufijo –mente a un adjetivo en género femenino: exacta + mente=
exactamente.
Otros adverbios pueden combinarse con sufijos diminutivos o de grado, por ejemplo,
despacio despacito/ lejos lejísimo; o con prefijos intensivos, como rebien.
Actividades
1- a. Lean el siguiente texto y completen con los adverbios muy, así, más.
El agua es uno de los recursos………………… importantes. Podemos tener en
cuenta el concepto de agua virtual y aprender……………a cuidarla. En el planeta,
consumimos agua………………habitualmente.
b. Rodeen la palabra a la que modifica cada adverbio y escriban a qué clase de palabras
pertenece.
Muy modifica a un……………………
Así modifica a un……………………..
Más modifica a un…………………….
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2-En cada oración, indiquen si la palabra destacada adjetivo o adverbio
a- Las voces parecían demasiado suaves.
b- Habló demasiado.
c- Ya había escrito demasiadas palabras.
d- Las manos de Ani son suaves.
e- Emilia canta suave.
f- Santi escribe prolijo.
g- Lucía es prolija.
3- ¿Qué pruebas hicieron para identificar si se trataba de un adjetivo o de un adverbio?
Unidad III
Los temas característicos del relato fantástico son las alteraciones espacio temporales, la
presencia de seres extraños, las transformaciones, los objetos que cobran vida, las
desapariciones inexplicables, la existencia de otras realidades, entre otros.
Dentro del género fantástico algunos relatos tienen como objetivo provocar miedo. Son los
cuentos fantásticos de terror, en los que el hecho extraordinario que irrumpe en la
“normalidad” asusta a los personajes e, incluso a los lectores.
Todos experimentamos miedo en algún momento de nuestras vidas. Esa es tal vez la razón
por la que el terror ha estado presente en los relatos de muchas culturas desde tiempos
antiguos. En los relatos folclóricos de diferentes comunidades, uno de los temas más
recurrentes es el temor a la muerte. No obstante, a partir del surgimiento del movimiento
romántico a fines del siglo XVIII, que se extendió durante el XIX, el terror ocupó un lugar
destacad en la literatura del mundo occidental.
39
Dos autores estadounidenses hicieron aportes relevantes en la conformación del género del
terror: Edgar Allan Poe (1809-1937), quien introdujo el terror psicológico, un nuevo
terreno para el género y Howard Philips Lovecraf (1890-1937), quien creó un universo
terrorífico en el que se incluyen una mitología, una cultura y un espacio imaginado por él.
Los relatos de terror tienen la intención de provocar de provocar miedo en quienes lo leen.
Para lograrlo, apelan a los temores más profundos de las personas, como el miedo a la
muerte, a la locura o a lo sobrenatural. En estas narraciones suelen utilizarse ciertos
elementos y recursos para provocar temor, entre ellos los siguientes:
A mí me gusta mucho estar con él porque los dos somos de Belgrano y juntos hacemos
fuerza para que no se vaya al descenso. Y también porque siempre después del tercer o
cuarto viaje paramos en el Parque Sarmiento a comer choripanes.
- ¡Hola! –dijo mi mamá que estaba preparando la mesa- ¿Te pongo un plato?
- No, Choli. Estoy con el taxi afuera. ¿Me lo prestás a Felipe, así no me aburro?
- Les preparo unos sánguches –insistió mi mamá, que siempre tiene miedo que me
muera de hambre.
40
Y nos fuimos.
Dije que me gusta mucho estar con él. Cuando anda sin pasajeros, me deja manejar un
rato o hacemos carreritas por la costanera del río. Si hay partido enciende la radio. Y
cuando nos tocan viajes en el centro, me da dos billetes para comprar praliné.
- ¡Es la calle! ¿Sabés los kilómetros que tengo arriba del tacho?
Y la verdad es que debe ser nomás, porque anda subido ahí arriba todo el santo día.
- ¡A que esos que nos hacen señas van para el lado del aeropuerto!
Por eso me extrañó que no dijera nada cuando la mujer nos hizo señas.
Estaba parada en Humberto Primo, casi llegando al puente. Y eso de por sí era raro,
porque a esa hora, en la calle Humberto Primo no hay más que perros sueltos hurgando
los tachos de basura.
Yo la vi de lejos. Como si hubiera sido una estatua iluminada al costado de la calle. Tenía
un vestido blanco con volados y un sombrero del mismo color, pero lo que más me llamó la
atención fue el ramo de flores rojas que sostenía con el brazo caído al costado del cuerpo
y que apoyado contra el vestido me hizo pensar en una mancha de sangre.
41
- A San Vicente –con una orden suave que nadie hubiera dejado de cumplir.
Yo me puse de costado en el asiento para mirarla con disimulo, pero el sombrero hacía
sombra y no me dejaba verle la cara. Así, en la penumbra del auto, me parecía que no
tenía rostro.
San Vicente es un barrio grande, de casas bajas, que está cerca del centro. Yo lo conozco
bien porque ahí viven mi abuela Tota y mis primos y sé que una mujer con vestido blanco
no anda de noche por ahí
Pero ella no contestó el nombre de ninguna calle. En cambio fue indicando con voz medio
extraña:
- Doble a la izquierda.
- A la derecha.
- Doble a su izquierda.
- Entre en el pasaje.
Mi tío se metió en el pasaje. Cuando salió de él, el auto quedó mirando al largo paredón
del cementerio.
Ella no contestó. Extendió la mano con cuatro billetes que mi tío tomó casi sin darse
cuenta.
Pero la mujer siguió avanzando hacia la pared de ladrillos y cuando llegó a ella, la
atravesó como quien se disuelve.
Sólo el ramo de flores rojas quedó en el suelo, junto a la tapia, como un charco de sangre.
42
Twice-told tale
Perseguido por la banda de terroristas, Malcolm corrió y corrió por las calles de esa
ciudad extraña. Eran casi las doce de la noche. Ya sin aliento se metió en una casa
abandonada. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad vio, en un rincón, a un
muchacho todo asustado. — ¿A usted también lo persiguen? —Sí —dijo el muchacho. —
Venga. Están cerca. Vamos a escondernos. En esta maldita casa tiene que haber un
desván… Venga. Ambos avanzaron, subieron unas escaleras y entraron en un altillo.
— ¡Ay, no debió cerrarla! Ábrala otra vez. ¿Cómo vamos a oírlos, si vienen? El muchacho
no se movió. Malcolm, entonces, quiso abrir la puerta, pero no tenía picaporte. El cierre,
por dentro, era hermético. — ¡Dios mío! Nos hemos quedado encerrados. — ¿Nos? -dijo el
muchacho—. Los dos, no; solamente uno. Y Malcolm vio cómo el muchacho atravesaba la
pared y desaparecía.
● Actividades
El narrador de “Un viaje en taxi” no forma parte de la historia / forma parte de la historia
y es protagonista/ cuenta algo que vio o le contaron.
3-El título del cuento de Enrique Anderson Imbert nos asegura que el relato puede ser
entendido de dos maneras distintas ¿cuáles son esas dos interpretaciones que podemos
hacer?
2.-Identifiquen que tipo de narrador tiene el relato. Justifiquen con una cita.
43
__ Realista.
__ Fantástico.
__ Maravilloso.
__ Extraño.
5- ¿Quién estaba persiguiendo a Malcolm? ¿Por qué? ¿Qué querían hacerle? Escriban un
párrafo, a modo de situación inicial, en el que describa las circunstancias que provocaron
que Malcolm sea un fugitivo.
6- Elijan una explicación sobrenatural y otra realista de lo que le pudo haber ocurrido a
Malcolm. Marca con una X
Explicación sobrenatural
__ La puerta se cerró sola producto de una brujería realizada por los perseguidores de
Malcolm.
Explicación realista
__ Alguien lo encerró y proyectó una imagen dentro del cuarto con tecnología avanzada.
Compartir la información
44
Algunos textos expositivos son producidos por especialistas y se dirigen a otros
especialistas. Por ejemplo, un informe de investigación donde se detalle un descubrimiento
o un nuevo tipo de tecnología. Estos textos circulan en ámbitos restringidos.
Otros textos expositivos, como el artículo de divulgación, son elaborados por periodistas
que tienen contacto con especialistas o por los especialistas mismos. En este caso, los
autores ofrecen sus conocimientos de manera más accesible, y se dirigen a un público más
amplio.
La oración bimembre
45
predicado verbal (P.V) puede ser un verbo o una construcción verbal, es decir una
construcción cuyo núcleo es un verbo.
El núcleo del sujeto concuerda en número y persona con el núcleo del predicado. De este
modo, la concordancia es una prueba para comprobar si se ha identificado el sujeto
correctamente, ya que si cambiamos el número del sujeto, deberá cambiar también el del
verbo.
Por ejemplo:
Tipos de sujeto
En las oraciones bimembres, el sujeto puede estar mencionado, y en ese caso, se denomina
sujeto expreso (S.E). El sujeto expreso puede ser simple (S.E.S) si tiene un solo núcleo, o
compuesto (S.E.C), si tiene más de un núcleo. Si no se menciona, se trata de un sujeto
tácito (S.T) y se reconoce por la conjugación verbal.
● Modificadores (directo/indirecto)
● Aposición
Tipos de predicado
El predicado verbal
Los predicados se clasifican según su núcleo. El núcleo del predicado verbal es un verbo. Si
tiene un solo núcleo, se trata de un predicado verbal simple (P.V.S). Si tiene más de un
núcleo, es un predicado verbal compuesto (P.V.C).
Predicado no verbal
● Objetos (directo/indirecto)
● Circunstanciales
● Predicativo subjetivo obligatorio (P.S.O)
Actividades
1-A continuación, tachen los sujetos que podrían omitirse sin alterar la comprensión.
46
Los hombres se pusieron en camino. Los hombres encontraron a una joven. La joven les
indicó el camino del palacio. Los hombres se dirigieron hacia allí.
Unidad IV
Todos sentimos curiosidad acerca de cómo será el futuro. Los avances acelerados de la
ciencia y la tecnología en los últimos siglos llevaron al ser humano a escribir textos y filmar
películas de ciencia ficción en las que imaginaban la sociedad por venir. Pero ¿cómo idear
una sociedad futura si no es pensando en las consecuencias de lo que se lleva a cabo en el
presente? Miramos cómo el planeta cambia por la acción del ser humano e imaginamos una
Tierra inhabitable en el año 2400. Leemos acerca de la clonación de animales e inventamos
ficciones en las que es posible crear personas idénticas a nosotros y ser nuestros propios
padres. El tiempo transcurre y no todo se cumple.
Es necesario reflexionar acerca de nuestra situación actual y ver hacia dónde vamos. Las
formas de hacerlo son muchas, desde las notas de opinión de los grandes medios masivos
que llegan a millones de personas hasta las conversaciones interpersonales y grupales en
aulas de escuela.
Los relatos de ciencia ficción, al igual que los maravillosos, presentan un mundo diferente
al nuestro. En los primeros, las historias transcurren en realidades futuras en las que la
ciencia y la tecnología suelen ocupar un lugar central. En los segundos, en cambio,
generalmente hay elementos mágicos y seres sobrenaturales. Sin embargo, tienen un punto
en común: en ambos tipos de textos, los personajes ven el mundo que los rodea con
naturalidad y no lo perciben como algo extraño.
Temas
47
Algunos temas que suelen parecer recurrentemente en los relatos de ciencia ficción son los
viajes espaciales, el encuentro con seres de otro planeta, el avance de la tecnología y la
ciencia, y los viajes en el tiempo.
Muchas veces la ciencia ficción revela un mundo futuro que funciona como una crítica o un
cuestionamiento del presente. Por ejemplo, algunos textos muestran un planeta Tierra en el
que los países entran en guerra por el agua y de este modo se critica cómo estamos
descuidando este recurso en el presente.
Dentro de los tipos de sociedades futuras que ofrece la ciencia ficción se destacan dos: la
utopía y la distopía. La primera muestra un mundo ideal en el que las condiciones externas
para la felicidad están dadas y no hay injusticia. En cambio, las segundas presentan una
realidad no deseable y oprimente, por lo general a causa del avance desmedido de la
tecnología o la violencia.
51
costa, pues se busca un efecto específico. Quiero tomar el componente aleatorio de la
ingeniería genética y aprovecharlo.
Adrastus frunció el ceño.
-¿Y cómo piensa organizar semejante ecosistema? ¿No interferiría en el ecosistema
existente y provocará un desequilibrio? No podemos permitirnos ese lujo.
-No me propongo realizar los experimentos en la Tierra. Claro que no.
-¿En la Luna?
-Tampoco en la Luna. En los asteroides. He pensado en ello desde que mi propuesta fue
introducida en el ordenador que la rechazó. Tal vez esto cambie las cosas. Podemos
ahuecar asteroides, uno por ecosistema.
Destinaríamos varios asteroides a este propósito. Los preparamos adecuadamente, los
equipamos de fuentes energéticas y de transductores, los poblamos de conjuntos de formas
de vida que integren un ecosistema cerrado. Y a ver qué ocurre. Si no funciona,
averiguamos por qué y sustraemos un elemento, o tal vez sumamos un elemento, o
cambiamos las proporciones. Desarrollaremos una ciencia de la ecología aplicada o, si lo
prefiere, una ciencia de la ingeniería ecológica; una ciencia más compleja y decisiva que
la ingeniería genética.
-Pero no sabe cuáles serían los beneficios.
-Los beneficios específicos no, claro. Pero es inevitable que haya algunos. Incrementará
nuestros conocimientos en el campo que más lo necesitamos. –Señaló las letras que
parpadeaban a la espalda de Adrastus-.
Usted mismo lo ha dicho: “El mayor patrimonio del género humano es una ecología
equilibrada”. Le ofrezco un modo de investigar un ecosistema experimental, algo que
jamás se ha hecho.
-¿Cuántos asteroides necesitará? Lou titubeó.
-¿Diez? –sugirió en un tono interrogativo-. Para empezar.
-Tome cinco –dijo Adrastus, mientras firmaba el informe que anulaba la decisión del
ordenador.
Marley observó más tarde:
-¿Insiste en que es un escribiente glorificado? Anula usted la decisión del ordenador y
dispone de cinco asteroides. Así de simple.
-El Congreso deberá aprobarlo antes. Estoy seguro de que lo hará.
-Entonces, ¿cree que la sugerencia de este hombre es buena?
-No, no lo creo. No dará resultado. A pesar de su entusiasmo, el asunto es tan complicado
que serían necesarios muchos más hombres de los disponibles, durante muchos más años
de los que ese joven vivirá, para llegar a un punto satisfactorio.
-¿Está seguro?
-Lo dice el ordenador. Por eso rechazó el proyecto.
-¿Y por qué ha anulado usted su decisión?
-Porque yo, y el Gobierno en general, estamos aquí para preservar algo mucho más
importante que la ecología.
-No le entiendo.
-Porque usted cita erróneamente lo que dije hace mucho tiempo; porque todo el mundo lo
cita erróneamente. Yo dije dos frases, y las fusionaron en una y nunca he podido
separarlas de nuevo. Supongo que la raza humana se resiste a aceptarlas tal como yo las
pronuncié.
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-¿Quiere decir que no dijo que “el mayor patrimonio del género humano es una ecología
equilibrada”?
-Claro que no. Dije: “La mayor necesidad del género humano es una ecología
equilibrada”.
-Pero en su placa pone: “El mayor patrimonio del género humano…”.
-Así comienza la segunda frase, la que todos se niegan a citar, pero que yo jamás olvido:
“El mayor patrimonio del género humano es una mente inquieta”. No he anulado la
decisión del ordenador en aras de la ecología, pues esta solo es necesaria para vivir; la
anulé para salvar una mente valiosa y mantenerla activa, una mente inquieta. Es lo que
necesitamos para que el género humano sea humano, lo cual es más importante que la
mera supervivencia.
Marley se puso de pie.
-Sospecho, señor secretario, que usted deseaba que yo estuviera presente en la entrevista.
Usted desea que haga pública esta tesis, ¿verdad?
-Digamos que aprovecho la oportunidad para intentar que mis frases se citen
correctamente.
● Actividades
1) Indiquen con una V las afirmaciones que sean verdaderas y con una F las falsas.
a- Lou Tansonia vive y trabaja en Marte. _______
b- Al comienzo del relato, Lou Tansonia está triste y visiblemente preocupado. ______
c- La flora y la fauna terrícola ha sido ordenada, parcelada y clasificada. ______
d- Cada año quedan menos seres humanos en la Tierra. ______
e- Las decisiones ecológicas son tomadas por complejos ordenadores avanzados. ______
f- Marley desprecia al secretario general de Ecología porque no lo considera inteligente.
______
g- Adrastus revoca la decisión del ordenador porque considera que el proyecto de Tansonia
es imprescindible para la supervivencia de la raza humana. ______
h- Marley sospecha que Adrastus ha elegido ese día específico para la entrevista, porque
quería dar a conocer su forma de pensar. ______
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● realizar experimentos radiactivos en los asteroides.
● perfeccionar una cura para la diabetes mellitus.
● poblar asteroides con ecosistemas cerrados.
● realizar una investigación sin un objetivo específico.
4) Tres personajes se cruzan en esta historia, cada uno movido por diferentes intereses.
Escriban qué personaje se corresponde con cada objetivo.
a- Revelar la verdadera magnitud del cargo del secretario general de Ecología. Personaje:
…………………………
b- Obtener la licencia para modificar la metodología de estudio. Personaje:
……………………………………………….
c- Velar por el futuro de toda la civilización humana. Personaje:
………………………………………………………………….
5) ¿Qué tipo de motivos tiene el ordenador para negarse a la propuesta de Tansonia?
Marquen con una (X) las respuestas correctas. (Pueden ser más de una)
a- Éticos (la propuesta está mal, es incorrecta).
b- Estéticos (la propuesta es fea, desagradable).
c- Prácticos (la propuesta es imposible o demasiado difícil de llevar a cabo).
d- Políticos (la propuesta no responde a lo que la sociedad necesita)
6) Justifiquen las siguientes afirmaciones.
a- En “El mayor patrimonio”, la evolución de la ciencia médica es una ventaja
contradictoria, debido a la
superpoblación de la Tierra.
b- “El mayor patrimonio” es un cuento sin monstruos, pero que habla de la necesidad que
tenemos de ellos (no todo monstruo es perjudicial).
7) Clasifiquen las siguientes acciones en principales y secundarias.
● El ordenador rechazó el proyecto
● Tansonia observó por la ventanilla con tristeza
● Adrastus revocó la decisión del ordenador
● Adrastus concertó una entrevista con Marley.
8) De los siguientes problemas propios de nuestro presente, marquen cuáles han sido
resueltos por la ciencia en “El mayor patrimonio”
● hambre
● enfermedades
● guerra
● superpoblación
9) Identifiquen la secuencia narrativa del cuento. (Las acciones más importantes del
cuento)
10) Manifiesten su opinión sobre el cuento.
Entrar en aquel silencio que era la ciudad a las ocho de una brumosa noche de noviembre,
pisar la acera de cemento y las grietas alquitranadas, y caminar, con las manos en los
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bolsillos, a través de los silencios, nada le gustaba más al señor Leonard Mead. Se detenía
en una bocacalle, y miraba a lo largo de las avenidas iluminadas por la Luna, en las
cuatro direcciones, decidiendo qué camino tomar. Pero realmente no importaba, pues
estaba solo en aquel mundo del año 2052, o era como si estuviese solo. Y una vez que se
decidía, caminaba otra vez, lanzando ante él formas de aire frío, como humo de cigarro.
A veces caminaba durante horas y kilómetros y volvía a su casa a medianoche.
Y pasaba ante casas de ventanas oscuras y parecía como si pasease por un cementerio;
sólo unos débiles resplandores de luz de luciérnaga brillaban a veces tras las ventanas.
Unos repentinos fantasmas grises parecían manifestarse en las paredes interiores de un
cuarto, donde aún no habían cerrado las cortinas a la noche. O se oían unos murmullos y
susurros en un edificio sepulcral donde aún no habían cerrado una ventana.
El señor Leonard Mead se detenía, estiraba la cabeza, escuchaba, miraba, y seguía
caminando, sin que sus pisadas resonaran en la acera. Durante un tiempo había pensado
ponerse unos botines para pasear de noche, pues entonces los perros, en intermitentes
jaurías, acompañarían su paseo con ladridos al oír el ruido de los tacos, y se encenderían
luces y aparecerían caras, y toda una calle se sobresaltaría ante el paso de la solitaria
figura, él mismo, en las primeras horas de una noche de noviembre.
En esta noche particular, el señor Mead inició su paseo caminando hacia el oeste, hacia el
mar oculto. Había una agradable escarcha cristalina en el aire, que le lastimaba la nariz,
y sus pulmones eran como un árbol de Navidad. Podía sentir la luz fría que entraba y
salía, y todas las ramas cubiertas de nieve invisible. El señor Mead escuchaba satisfecho el
débil susurro de sus zapatos blandos en las hojas otoñales, y silbaba quedamente una fría
canción entre dientes, recogiendo ocasionalmente una hoja al pasar, examinando el
esqueleto de su estructura en los raros faroles, oliendo su herrumbrado olor.
Hola, los de adentro les murmuraba a todas las casas, de todas las aceras.
¿Qué hay esta noche en el canal cuatro, el canal siete, el canal nueve? ¿Por dónde corren
los cowboys? ¿No viene ya la caballería de los Estados Unidos por aquella loma?
La calle era silenciosa y larga y desierta, y sólo su sombra se movía, como la sombra de
un halcón en el campo. Si cerraba los ojos y se quedaba muy quieto, inmóvil, podía
imaginarse en el centro de una llanura, un desierto de Arizona, invernal y sin vientos, sin
ninguna casa en mil kilómetros a la redonda, sin otra compañía que los cauces secos de
los ríos, las calles.
¿Qué pasa ahora? les preguntó a las casas, mirando su reloj de pulsera.
Las ocho y media. ¿Hora de una docena de variados crímenes? ¿Un programa de
adivinanzas? ¿Una revista política? ¿Un comediante que se cae del escenario?
¿Era un murmullo de risas el que venía desde aquella casa a la luz de la luna? El señor
Mead titubeó, y siguió su camino. No se oía nada más. Trastabilló en un saliente de la
acera. El cemento desaparecía ya bajo las hierbas y las flores.
Luego de diez años de caminatas, de noche y de día, en miles de kilómetros, nunca había
encontrado a otra persona que se paseara como él.
Llegó a una parte cubierta de tréboles donde dos carreteras cruzaban la ciudad.
Durante el día se sucedían allí tronadoras oleadas de autos, con un gran susurro de
insectos. Los coches escarabajos corrían hacia lejanas metas tratando de pasarse unos a
otros, exhalando un incienso débil. Pero ahora estas carreteras eran como arroyos en una
seca estación, sólo piedras y luz de luna.
Leonard Mead dobló por una calle lateral hacia su casa. Estaba a una manzana de su
destino cuando un coche solitario apareció de pronto en una esquina y lanzó sobre él un
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brillante cono de luz blanca. Leonard Mead se quedó paralizado, casi como una polilla
nocturna, atontado por la luz.
Una voz metálica llamó:
-Quieto. ¡Quédese ahí! ¡No se mueva!
Mead se detuvo.
-¡Arriba las manos!
-Pero... -dijo Mead.
-¡Arriba las manos, o dispararemos!
La policía, por supuesto, pero qué cosa rara e increíble; en una ciudad de tres millones de
habitantes sólo había un coche de policía. ¿No era así? Un año antes, en 2052, el año de
la elección, las fuerzas policiales habían sido reducidas de tres coches a uno. El crimen
disminuía cada vez más; no había necesidad de policía, salvo este coche solitario que iba y
venía por las calles desiertas.
-¿Su nombre? -dijo el coche de policía con un susurro metálico.
Mead, con la luz del reflector en sus ojos, no podía ver a los hombres.
-Leonard Mead -dijo.
-¡Más alto!
-¡Leonard Mead!
-¿Ocupación o profesión?
-Imagino que ustedes me llamarían un escritor.
-Sin profesión dijo el coche de policía como si se hablara a sí mismo.
La luz inmovilizaba al señor Mead, como una pieza de museo atravesada por una aguja.
-Sí, puede ser así -dijo.
No escribía desde hacía años. Ya no vendían libros ni revistas. Todo ocurría ahora en casa
como tumbas, pensó, continuando sus fantasías. Las tumbas, mal iluminadas por la luz de
la televisión, donde la gente estaba como muerta, con una luz multicolor que les rozaba la
cara, pero que nunca los tocaba realmente.
-Sin profesión -dijo la voz de fonógrafo, siseando-. ¿Qué estaba haciendo afuera?
-Caminando -dijo Leonard Mead.
-¡Caminando!
-Sólo caminando -dijo Mead simplemente, pero sintiendo un frío en la cara.
-¿Caminando, sólo caminando, caminando?
-Sí, señor.
-¿Caminando hacia dónde? ¿Para qué?
-Caminando para tomar aire. Caminando para ver.
-¡Su dirección!
-Calle Saint James, once, sur.
-¿Hay aire en su casa, tiene usted acondicionador de aire, señor Mead?
-Sí.
-¿Y tiene usted televisor?
-No.
-¿No?
Se oyó un suave crujido que era en sí mismo una acusación.
-¿Es usted casado, señor Mead?
-No.
-No es casado -dijo la voz de la policía detrás del rayo brillante.
La luna estaba alta y brillaba entre las estrellas, y las casas eran grises y silenciosas.
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-Nadie me quiere -dijo Leonard Mead con una sonrisa.
-¡No hable si no le preguntan!
Leonard Mead esperó en la noche fría.
-¿Sólo caminando, señor Mead?
-Sí.
-Pero no ha dicho para qué.
-Lo he dicho; para tomar aire, y ver, y caminar simplemente
-¿Ha hecho esto a menudo?
-Todas las noches durante años.
El coche de policía estaba en el centro de la calle, con su garganta de radio que zumbaba
débilmente.
-Bueno, señor Mead -dijo el coche.
-¿Eso es todo? -preguntó Mead cortésmente.
-Sí -dijo la voz- Acérquese. -Se oyó un suspiro, un chasquido. La portezuela trasera del
coche se abrió de par en par-. Entre.
-Un minuto. ¡No he hecho nada!
-Entre.
-¡Protesto!
-Señor Mead...
Mead entró como un hombre que de pronto se sintiera borracho. Cuando pasó junto a la
ventanilla delantera del coche, miró adentro. Tal como esperaba, no había nadie en el
asiento delantero, nadie en el coche.
-Entre.
Mead se apoyó en la portezuela y miró el asiento trasero, que era un pequeño calabozo,
una cárcel en miniatura con barrotes. Olía a antiséptico; olía a demasiado limpio y duro y
metálico. No había allí nada blando.
-Si tuviera una esposa que le sirviera de coartada... -dijo la voz de hierro-.
Pero...
-¿Hacia dónde me llevan?
El coche titubeó, dejó oir un débil y chirriante zumbido, como si en alguna parte algo
estuviese informando, dejando caer tarjetas perforadas bajo ojos eléctricos.
-Al Centro Psiquiátrico de Investigación de Tendencias Regresivas.
Mead entró. La puerta se cerró con un golpe blando. El coche policía rodó por las
avenidas nocturnas, lanzando adelante sus débiles luces.
Pasaron ante una casa en una calle un momento después. Una casa más en una ciudad de
casas oscuras. Pero en todas las ventanas de esta casa había una resplandeciente claridad
amarilla, rectangular y cálida en la fría oscuridad.
-Mi casa -dijo Leonard Mead.
Nadie le respondió.
El coche corrió por los cauces secos de las calles, alejándose, dejando atrás las calles
desiertas con las aceras desiertas, sin escucharse ningún otro sonido, ni hubo ningún otro
movimiento en todo el resto de la helada noche de noviembre.
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