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Piagget Psi

Las investigaciones de Jean Piaget se centran en comprender el desarrollo mental del niño y su relación con el adulto, enfatizando la importancia de los mecanismos mentales en ambas etapas. Piaget identifica seis etapas de desarrollo que van desde los reflejos en la infancia hasta la formación de la personalidad en la adolescencia, cada una representando un equilibrio progresivo. La vida mental se concibe como un proceso de adaptación constante, donde la acción y el pensamiento buscan asimilar y acomodar el entorno para alcanzar un equilibrio psíquico.

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Las investigaciones de Jean Piaget se centran en comprender el desarrollo mental del niño y su relación con el adulto, enfatizando la importancia de los mecanismos mentales en ambas etapas. Piaget identifica seis etapas de desarrollo que van desde los reflejos en la infancia hasta la formación de la personalidad en la adolescencia, cada una representando un equilibrio progresivo. La vida mental se concibe como un proceso de adaptación constante, donde la acción y el pensamiento buscan asimilar y acomodar el entorno para alcanzar un equilibrio psíquico.

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Las investigaciones psicológicas de Jean Piaget poseen un renombre universal.

Estas
investigaciones, llevadas a cabo desde hace casi cuarenta años, no intentan únicamente
conocer mejor al niño y perfeccionar los métodos pedagógicos o educativos, sino que incluyen
también al hombre.

En efecto, la idea rectora de Piaget es que resulta indispensable comprender la formación de


los mecanismos mentales del niño para captar su naturaleza y su funcionamiento en el adulto.
Tanto si se trata, en el plano de la inteligencia, de operaciones lógicas, de las nociones de
número, espacio y tiempo o, en el de la percepción, de las (constancias) perceptivas o de las
ilusiones geométricas, la única interpretación psicológica que puede darse es aquélla, genética,
que está vinculada a su desarrollo.

En el fondo, aun cuando se esfuerce por permanecer en el terreno de la ciencia positiva y


experimental, lo que intenta la psicología de Piaget es la elaboración de una epistemología.

En la primera parte se incluye lo más esencial de los descubrimientos de Piaget en el ámbito de


la psicología del niño.

I EL DESARROLLO MENTAL DEL NIÑO

El desarrollo psíquico que se inicia con el nacimiento y finaliza en la edad adulta es comparable
al crecimiento orgánico: al igual que este último, consiste esencialmente en una marcha hacia
el equilibrio. la vida mental puede ser concebida como si evolucionara en la dirección de una
forma de equilibrio final representado por el espíritu adulto. La vida afectiva/emotiva, la
sistematización de la inteligencia adulta, las relaciones sociales llegan a un punto de estabilidad
en la adultez

Una vez llegado a la adultez podríamos decir que el hombre se encuentra en un estado de
equilibrio final, que a nivel orgánico se mantiene casi estable, pero a nivel mental existe una
involución o evolución regresiva mientras se llega a la vejez.

Desde el punto de vista funcional, o sea, teniendo en cuenta los móviles generales de la
conducta y el pensamiento, existen funciones constantes, comunes a todas las edades: en
todos los niveles la acción supone siempre un interés que la desencadena, tanto si se trata de
una necesidad fisiológica, afectiva o intelectual

Ahora bien, aun cuando las funciones de interés, de la explicación, etc., son comunes en todas
las etapas, o sea «invariantes» como funciones, no por ello es menos cierto que los «intereses»
varían considerablemente de un nivel mental a otro. Junto a las funciones constantes debemos
distinguir las estructuras variables y es precisamente el análisis de estas estructuras
progresivas, que son formas sucesivas de equilibrio, que indica las diferencias de un nivel a otro
de la conducta, desde que un bebe nace hasta la adolescencia.

Las estructuras variables serán, las formas de organización de la actividad mental, bajo su
doble aspecto motor o intelectual, por una parte, y afectivo, por otra, así como según sus dos
dimensiones individual y social. Para una mejor comprensión, las etapas de desarrollo se
dividen en seis.

La etapa 1 es la de los reflejos o ajustes hereditarios, así como las primeras tendencias
instintivas y las primeras emociones. La segunda etapa es la de costumbres motrices y de las
primeras percepciones organizadas, así como los primeros sentimientos diferencias. La tercera
etapa de la inteligencia sensorio-motriz o práctica, de las regulaciones afectivas elementales y
de las primeras fijaciones exteriores de la afectividad. Estas primeras etapas constituyen por si
mismos el periodo del lactante (hasta la edad de un año y medio a dos años, o sea
anteriormente al desarrollo del lenguaje y del pensamiento propiamente dicho).

La cuarta etapa de la inteligencia intuitiva de los sentimientos interindividuales espontáneos y


de las relaciones sociales de sumisión al adulto (de los dos a los siete años, o segunda parte de
la “primera infancia”)

La quinta etapa de las operaciones intelectuales concretas (inicio de la lógica), y de los


sentimientos morales y sociales de cooperación (de los siete a los once—doce años).

La sexta etapa de las operaciones intelectuales abstractas, de la formación de la personalidad y


de la inserción afectiva e intelectual en la sociedad de los adultos (adolescencia)

Lo más esencial de estas sucesivas construcciones subsiste en el curso de las ulteriores etapas,
como subestructuras, sobre las que vienen a edificarse los nuevos caracteres. Cada etapa
constituye, por tanto, mediante las estructuras que la definen, una forma particular de
equilibrio y la evolución mental se efectúa en el sentido de una equilibración cada vez mejor.

Puede afirmarse, de una forma totalmente general (no solamente comparando cada etapa con
la siguiente, sino cada conducta, en el interior de cualquier etapa, con la conducta siguiente)
que toda acción —o sea todo movimiento, todo pensamiento o sentimiento— responde a una
necesidad. Ahora bien, tal como ha demostrado Claparéde, una necesidad es siempre la
manifestación de un desequilibrio: hay necesidad cuando algo, al margen de nosotros o en
nosotros mismos (en nuestro organismo físico o mental) se ha modificado, y se trata de
reajustar la conducta en función de este cambio. En cada instante, podría decirse asi, la acción
esta desequilibrada por las transformaciones que surgen en el mundo, exterior o interior, y
cada nueva conducta consiste no solo en restablecer el equilibrio, sino también en tender hacia
un equilibrio más estable.

. Puede decirse, a este respecto, que toda necesidad tiende: 1.° a incorporar las cosas y las
personas a la actividad propia del sujeto, y por tanto a «asimilar» el mundo exterior a las
estructuras ya construidas, y

2.° a reajustar estas en función de las transformaciones experimentadas, y por tanto a


«acomodarlas» a los objetos externos. Desde este punto de vista, toda la vida mental, así como
también la propia vida orgánica, tiende a asimilar progresivamente el medio ambiente, y lleva a
cabo esta incorporación mediante estructuras, u órganos psíquicos, cuyo radio de acción es
más o menos extenso: la percepción y los movimientos elementales (prensión, etcétera) dan
en primer lugar acceso a los objetos próximos y en su estado momentáneo, y posteriormente
la memoria y la inteligencia prácticas permiten simultáneamente reconstituir su estado
inmediatamente anterior y anticipar sus próximas transformaciones.

Ahora bien, al asimilar de esta forma los objetos tanto la acción como el pensamiento se ven
obligados a acomodarse a ellos, o sea, a reajustarse con cada variación exterior. Se puede
denominar «adaptación» al equilibrio de estas asimilaciones y acomodaciones: esta es la forma
general del equilibrio psíquico y el desarrollo mental aparece entonces, en su progresiva
organización, como una adaptación siempre más precisa a la realidad.

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